Tras un periplo por Gran Canaria y Madrid, el equipo de 'Las ovejas no pierden el tren' se desplazó a la localidad segoviana de Valdeprados para dar las últimas pinceladas al rodaje de lo nuevo de Álvaro Fernández Armero, que regresa con ganas tras siete años sin hacer cine bajo la producción de Morena Films. El rodaje está a punto de finalizar, pero antes de que eso ocurra, eCartelera tuvo el honor de poder asistir a un día de trabajo con el equipo, para lo cual nos desplazamos a Valdeprados, hermoso municipio de menos de un centenar de habitantes que fue copado por actores, técnicos, fotógrafos y periodistas y en el que todos pasamos mucho frío, pero mereció la pena.
El comienzo de la visita tuvo lugar en el torreón de los Condes de Puñonrostro, monumento del siglo XIII al que hace un siglo se le unieron diversas construcciones y que hoy pertenece al escultor Luis Sanguino, que muestra su obra en los amplios jardines de la histórica construcción, y si se lo pides te enseña orgulloso el Museo Taurino que tiene dentro de sus dominios.
Tras tener la oportunidad de charlar con los simpáticos Irene Escolar y Alberto San Juan, que en la película son una pareja que se llevan 20 años, llegó el momento de acercarse al lugar en el que el equipo rodaba una escena. Con mucho silencio y colocados estratégicamente en el jardín de la casa en la que se rodaban las tomas (para no salir donde no debíamos), los ansiosos periodistas y fotógrafos pudimos asistir a la grabación de una de las escenas que componen 'Las ovejas no pierden el tren', concretamente una protagonizada por la mayor parte del reparto principal, Inma Cuesta, Raúl Arévalo, Kiti Manver, Candela Peña y Jorge Bosch.
La escena es la siguiente: Jorge Bosch y Candela Peña llegan a un pequeño pueblo en un descapotable rojo, mientras Raúl Arévalo, Inma Cuesta y Kiti Mánver les esperan a la entrada de la casa. Mánver es la madre, Cuesta y Peña son las hijas, y los dos hombres son las parejas de las hermanas. Junto a ellos hay un niño encantador que interpreta al hijo de Inma Cuesta y Raúl Arévalo.
Ver a Candela Peña en pantalla ya es grande, pero lo es aún más interpretando en directo, sobre todo cuando está en su salsa, haciendo el tonto con un pañuelo y una capucha que le tapan la cabeza, grandes gafas de sol y un bolso de colores que después nos enteramos que era de Loewe y que estuvo a punto de dejarse olvidado en el torreón anteriormente citado. Destaco a Peña por su espontaneidad, pero los demás no desmerecen lo más mínimo.
La escena tiene que ser repetida varias veces por diversas causas, una de ellas tan aparentemente nimia como la posición de dos de los actores, pequeños errores que para el espectador quizá pasen desapercibidos, pero que no se le escapan a un buen director y a su equipo. Lamentablemente la siguiente escena es dentro de la casa, ya que el tiempo ha sido muy variable y ha obligado a cambiar sobre la marcha los planes de rodaje, así que se desecha la idea de hacer un picnic en el jardín.
Hablando de picnic, la hora de comer había llegado, pero llegó el turno de las fotos de familia antes de regresar al Torreón para la parrillada. Después Candela Peña, Inma Cuesta y Álvaro Fernández Armero se vieron rodeados por la prensa en una sala muy particular con bustos de personalidades, una de las cuales asustó a Peña. Allí, hablaron sobre una película que se define como "comedia generacional", pero que es más que eso y que habla sobre la necesidad de vivir sin expectativas y de la necesidad de adaptarse a los cambios. Para cerrar el día, Kiti Mánver mostró su espontaneidad y experiencia, mientras que Raúl Arévalo derrochó simpatía al hablar con los periodistas. El resultado de 'Las ovejas no pierden el tren' lo veremos próximamente, y promete.