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CRÍTICA

'Perdiendo el Norte': Al mal tiempo, buena cara

Nacho García Velilla dirige esta comedia sobre dos jóvenes españoles que se marchan a Berlín en busca de un futuro mejor del que les espera en su país. En cines desde el 6 de marzo.

Por Guillermo Álvarez 6 de Marzo 2015 | 11:00

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El cine sirve para aprender, para entretenerse, para soñar, para evadirse, y también para hacernos reír y llorar. En el séptimo arte, derramar una lágrima está mejor considerado que soltar una carcajada, y es que las comedias suelen considerarse como algo menor comparado con los dramas, y no hay más que echar un vistazo a los palmarés de los festivales de cine, salvo los Goya 2015, que premiaron las interpretaciones de ese fenómeno llamado 'Ocho apellidos vascos'.

'Perdiendo el norte'

Las desgracias pueden contarse desde el drama o desde la comedia, y el director Nacho García Velilla ha elegido hacer reír en su tercera película como cineasta, 'Perdiendo el Norte', una cinta cómica que muestra la cruda realidad a la que se ven empujados muchos jóvenes españoles de hoy en día: la emigración. Aquel 'Vente a Alemania, Pepe' que tan lejano se veía para la considerada como la generación más preparada de la historia de España, ha tenido que hacer como sus abuelos, coger el petate, tragarse el orgullo y viajar a prados más verdes a ganarse la vida. Aunque esta situación no es ni mucho menos agradable, Nacho García Velilla nos propone una crítica a la realidad existente en la España de hoy desde un punto de vista cómico en el que hay de todo: de recortes, pasando por paro y corrupción.

Españoles por el mundo

Hugo (Yon González) es un joven licenciado con un máster carísimo que desde que terminó sus estudios no consigue colocarse. Aunque podría trabajar en la empresa del padre de su novia Nadia (Úrsula Corberó), sabe que este señor le odia, y además prefiere buscarse la vida por sí mismo. Por fin consigue un trabajo, pero al llegar a la oficina se encuentra con que la policía está deteniendo al personal y recabando pruebas, vamos, que poco futuro le espera en la compañía. Su amigo Braulio (Julián López) no está mucho mejor. Es un científico prometedor que lleva años trabajando en un proyecto muy importante. Los recortes llegan para todos (menos para los ricos y poderosos), así que su beca y la de su equipo se terminan, por lo que su trabajo de años queda en nada. Desesperados, encuentra una tabla de salvación al ver en televisión a un hombre que se ha marchado a Berlín (el siempre divertido Arturo Valls) y ha encontrado allí el trabajo de sus sueños. Por supuesto, el programa es uno de estos formatos que tan populares se han hecho en los últimos años y en los que los exiliados comentan las alegrías de irse de España.

Al final, los dos amigos cogen la maleta y se marchan a Berlín, donde piensan que 'se atan los perros con longanizas' y que el trabajo les va a llover del cielo... no solo eso, sino que creen que los empresarios germanos se van a pelear por contratarles. Aterrizar y caerse del sueño es todo uno, y pronto descubren que la realidad a la que se enfrentan los que deciden salir fuera de nuestras fronteras no es de color de rosa como pintan algunos. Al menos se encuentran con un puñado de buena gente que se convertirá en su familia y que les ayudará con mayor o menor acierto cuando vengan las dificultades.

'Perdiendo el norte'

El reparto está a la altura de una comedia española, con numerosos rostros conocidos principalmente por la televisión. Yon González y Blanca Suárez son la pareja protagonista, aunque no son ni de lejos los que más brillan. El actor vasco no se desenvuelve mal dentro de la comedia, y deja un buen sabor de boca imitando a Hugo, este joven chulo y creído al que se le va cayendo la venda de los ojos. Su compañera femenina es Carla, una joven que fue a Berlín a buscarse la vida, y tras muchos tumbos y haber tragado sapos y culebras, por fin ha conseguido un buen puesto. Lamentablemente, Blanca Suárez demuestra que la comedia no es lo suyo, al menos no por el momento. Su personaje no hace gracia ni cuando tiene que hacerlo, pero al menos sabe imprimir drama cuando la ocasión lo requiere. La actriz tiene talento, mucho más que otras compañeras de profesión de su misma generación, pero si quiere triunfar haciendo reír, tiene mucho trabajo por delante.

La magia de José Sacristán y Julián López

El rey de la película es Julián López, que borda a Braulio, el típico cerebrito con pocas habilidades sociales y que va de problema en problema. Es él en quien recae con acierto la mayor parte de la trama cómica, demostrando una vez más una valía para soltar carcajadas sin parar. Pese a que le ponen feo hasta cuando se traviste, da gusto verle en la gran pantalla. Miki Esparbé, que da vida al hermano de Carla, es el típico personaje tonto que toda comedia requiere. Es el contrapunto a la inteligencia de Braulio, y afortunadamente, también hace reír. Younes Bachir en el papel del dueño del Kebab que ejerce de centro de operaciones, está estupendo, no menos que quien encarna a su mujer, Malena Alterio, que no hace nada mal su trabajo. Úrsula Corberó, como la novia de Hugo (Yon González), muestra una profesionalidad superior a la que nos tiene acostumbrados, mientras que Carmen Machi y Javier Cámara como los padres de Hugo, reflejan esa mediana edad toreada por la crisis. Ambos son fijos para Nacho García Velilla, y por supuesto no defraudan.

'Perdiendo el norte'

Mención aparte merece José Sacristán, que se mete en la piel de Andrés, un anciano que ve llegar a los jóvenes de nuestro país 50 años después de que él tuviera que recalar en Alemania para buscarse un futuro mejor que el que le esperaba en la pobre y deprimida España franquista. A sus 77 años, se ha convertido en uno de los actores de moda tanto en cine como en televisión, y en 'Perdiendo el Norte' demuestra una vez más esa fuerza interpretativa y esa garra que dota de credibilidad a todo lo que hace.

El guion de Nacho G. Velilla y compañía es acertado, sobre todo al contar algo que los ciudadanos españoles podemos reconocer fácilmente e incluso identificarnos. La felicidad nunca puede ser completa, y aunque el arranque es bueno y el final vuelve a ascender, a partir de la primera hora la película empieza a hacerse un tanto pesada. La música sin embargo contribuye a aligerar, como la bella fotografía, obra de Isaac Vila, que muestra lo mejor de Berlín, que para eso la película está ambientada allí. Pese a ser una comedia típica bastante previsible, un elenco bastante acertado y la muestra de una situación que no suele contarse en este tipo de largometrajes hacen de 'Perdiendo el Norte' un producto aceptable.