Todos aquellos que disfruten de las comedias clásicas, deben de amar el cine de Billy Wilder. Y es que el maestro hizo auténticas genialidades de diversos géneros, pero sus comedias siguen siendo oro puro. Una de sus obras más conocidas es, sin duda, 'El apartamento'.
El film nos presenta a C.C. Baxter, un empleado de una empresa de seguros, que presta su casa a sus jefes para que estos se puedan ver con sus amantes. Lo que espera le sirva para ir ascendiendo en la empresa. A costa de sacrificarse y pasar horas y horas en la calle pasando frío por caprichos de sus superiores, el preciado ascenso parece que ya está cerca. Lo cual puede ayudarle a conquistar a Fran Kubelik, la ascensorista del edificio. Lo que Baxter no sabe es que Fran es una de las amantes de uno de los jefes más importantes de la empresa. Ahora, Fran debe decidir si ir a por la chica que le gusta, o ir a por el ascenso que tanto tiempo lleva deseando.
'El apartamento' fue otra de esas comedias de Wilder con un guion bien elaborado y divertido, llevado a la vida por un puñado de actores de primer orden. No cabe duda de que es una película que se puede ver una y otra vez, y nunca pierde su gracia. Es por ello que homenajeamos a esta fantástica cinta contándoos sus mejores curiosidades.
Curiosidades de 'El apartamento'
Ganando en blanco y negro
'El apartamento', durante varias décadas, tuvo el honor de ser la última película en blanco y negro en ganar el Oscar a la mejor película. Hasta que hace unos años llegó 'The Artist' y ocupó su lugar. Podríamos pensar que debería ser 'La lista de Schindler' la que debería haber tenido ese "récord", pero no se la consideraba una película en blanco y negro por completo, ya que tenía algunas escenas a color.
Creando expectación
A Billy Wilder le gustaba mantener el misterio, y Shirley MacLaine lo sabe muy bien. El director le dio a la actriz un guion de tan solo cuarenta páginas, pues no quería que MacLaine supiera lo que pasaría en el tramo final de la película. Sin embargo, la intérprete creyó que era porque aún no habían terminado de escribir el guion.
Las dudas de Fred
Cuando pensamos en Sheldrake pensamos en Fred MacMurray, pero el actor no tenía nada claro el querer participar en este film. Y es que MacMurray acababa de firmar un contrato de larga duración con Disney, y no parecía hacerle mucha gracia la idea de interpretar un papel tan moralmente ambiguo como el de Sheldrake.
Los ganchos de Wilder
Jack Lemmon disfrutaba muchísimo de rodar con Billy Wilder, y llegó a admitir que aprendió mucho de cine con él. Y es que le gustaba saber que el realizador solía usar "ganchos" en sus películas. Se trataba de frases que el público recordaba, aunque olvidara otros detalles de la película. La frase que más le dijeron a Lemmon tras estrenarse 'El apartamento' fue: "Oye, Jack, ¿me das la llave?".
El Doctor Groucho
Si hubiese sido por el estudio, hubiésemos tenido a un tremendo actor cómico interpretando al Doctor Dreyfuss en esta cinta. Y es que ellos lo tenían claro, querían a Groucho Marx. Sin embargo, fue el propio Billy Wilder el que se negó de forma rotunda, pues quería que el papel fuera interpretado por un actor con mucho más peso dramático.
Confianza ciega
Es genial ver a actores sintiendo verdadera devoción por ponerse bajo las órdenes de un director al que admiran. Y es que eso es lo que sucedía con Jack Lemmon y Billy Wilder. Al aceptar estar en 'El apartamento', el intérprete conocía la historia, pero no había leído ni una sola página del guion. Lemmon declaró: "Habría firmado incluso si me hubiese dicho que iba a recitar el listín telefónico".
Un mar de mesas
En las escenas de la oficina, se quería crear la imagen de una larga y aburrida sala repleta de mesas. Para ello, Alexandre Trauner y Edward G. Boyle, del apartado de diseño, tuvieron la idea de poner una primera fila con actores de estatura media en mesas normales y corrientes, una segunda con gente pequeña y escritorios a su altura, y una última fila con figuras pequeñísimas operadas por cables.
Navidades cinematográficas
Billy Wilder era un genio, y sabía cómo hacer las cosas debidamente. Para grabar la fiesta de Navidad en la oficina, el director eligió hacerlo el 23 de diciembre de 1959, para que todo el mundo fuera con ganas de fiesta y espíritu navideño. Prácticamente, pudo rodarlo todo en una sola toma, y declaró lo siguiente: "Desearía que siempre fuera así. Hoy, puedo gritar "acción" y echarme a un lado".
Prohibido improvisar
El director de esta película lo tenía claro: quería que el guion fuera recitado al dedillo, sin el mínimo espacio para la improvisación. Esto fue un problema tremendo para Shirley MacLaine, pues la actriz no dejaba de improvisar sus frases. Tuvo que hacer una de sus escenas en el ascensor hasta cinco veces, ya que no había manera de que dijera cierta palabra.
Reemplazo obligado
El papel de Sheldrake tenía dueño desde el principio. Se trataba del actor Paul Douglas, quien había firmado ya para interpretar a dicho personaje. Sin embargo, fue urgente buscar a otro actor, pues el pobre Douglas falleció de un ataque al corazón cuando desayunaba en Nueva York, justo antes de coger un vuelo hasta el lugar del rodaje.