Sí, no es fácil independizarse. Lo creías sencillo: cumplir 18 años o acabar la carrera, encontrar un trabajo y dejar la casa de tus padres... ahora pasa el tiempo y parece más probable que ellos se jubilen y marchen a vivir al pueblo. Tal vez sea tu caso, tal vez no. Pero, seguro, conoces a muchas personas o becarios en La Situación.
Sabemos que hay crisis, que las finanzas hicieron algo así como la pompa de chicle que el frívolo personaje de un slasher hinchó demasiado. Sabemos que él morirá y que nuestro futuro es también bastante chungo y todo eso, pero, la verdad, no comprendemos un carajo. Así que vamos al cine.
Hemos descubierto que los cuentos de Gabriele Muccino ('En busca de la felicidad', 'Siete almas') eran, bueno, cuentos, que el IVA subió al 21% y que nadie se hace rico yendo a las salas; pero aún podemos aprender algo en el cine. Igual nos ayuda a comprender La Situación. Y, oye, más quisiera el protagonista del slasher haber escuchado las voces que al otro lado de la pantalla le gritaban: "¡Haz algo, idiota!".
El tema es cómo puede el cine representar La Situación o, mejor, el sistema que la produce; y qué nos dicen cada una de las formas de hacerlo. Tenemos tantas ganas de tocarlo que se nos olvida, pero no hay nada tan abstracto como el dinero. Datos, transferencias, cifras, flujos, 1s y 0s, pantallas... No es que sean algo muy cinematográfico. Pero forman algo así como los hilos del destino contemporáneo, y de vez en cuando el cine trata de plasmarlo.
La mayoría de las veces, y por eso de darle un rostro humano a algo que no lo es en absoluto, las películas se centran en los protagonistas de La Situación. Las víctimas y los responsables, que también pueden ser víctimas. Y si en unos se busca la dignidad a pesar de todo ('Yo, Daniel Blake', 'Nubes pasajeras', 'Comanchería'), en los otros aflora la impotencia ('Wall Street 2', 'Margin Call'), la psicopatía ('American Psycho'), la neurosis ('El lobo de Wall Street) o las fantasías de autodestrucción de un sistema basado en el exceso ('Cosmópolis'). Aquí no hay situación buena. Lo raro es que no estemos todos locos, más locos ('High-Rise').
Hay muchas y muy diferentes, pero en todas persiste el desafío de filmar algo tan abstracto sin matarnos de aburrimiento. Como en 'La gran apuesta'. A modo de botón de muestra y limitándonos al cine y la ficción, aquí van nuestras "Diez películas que no te harán más rico pero te explicarán por qué aun vives con tus padres".
10 películas sobre economía para entender la crisis
'Yo, Daniel Blake' (Ken Loach, 2016)
Bien hecho, el cine social como 'Yo, Daniel Blake' visibiliza los problemas y rostros de los menos afortunados. Como un obrero de otro tiempo enfermo de corazón y atrapado en la administración de la oficina de empleo (Dave Johns) o una madre soltera a quien la burocracia expulsó de Londres (Hayley Squires).
Toda situación puede ser puesta en imágenes si se hace desde la distancia justa, y Ken Loach, sin música melodramática ni subrayados, aquí lo consigue. No hay más truco que hacer visible la situación dramática de los personajes. Así que basta con planos y contraplanos, porque todo trata de miradas: las de los personajes, y las nuestras. Y una mirada justa a una situación injusta basta para producir sentimientos de indignación, vergüenza y solidaridad.
Tal vez 'Yo, Daniel Blake' sea más un lamento de indignación y el requiem por un héroe de otro tiempo que un análisis del presente. Pero ver el problema e indignarse por un mundo en el que la burocracia y las necesidades humanas se han separado hasta el absurdo es un buen comienzo para comprender La Situación. Ay, si todo fuera más humano...
'Nubes pasajeras' (Kaurismaki, 1996)
Lo maravilloso de una película como 'Nubes pasajeras' va más allá de su argumento: una pareja lo pasa canutas a causa del desempleo. La gracia está en cómo bajo sus escenas aparentemente frías y su narración abrupta, late toda la dignidad, resistencia y amor de los personajes.
De manera mecánica, como si la película fuese un reloj, los personajes reciben un golpe tras otro. Pero nunca lloran; en el cine de Kaurismaki nunca se llora. Resisten sin grandes aspavientos y para cuando quieres darte cuenta, por suerte, se han apropiado de la inflexible narración y montan un restaurante.
A lo mejor quieres montar un bar y 'Nubes pasajeras' te inspira para decorarlo y pintarlo de colores saturados; pero, aunque no sea ese tu caso, te mostrará cómo el destino actual puede ser gris, mecánico e incontrolable y estar repleto de nubes... y cómo aun así, en lugar de llorar, uno puede salir a la calle, conservar la dignidad y, con la suerte y la solidaridad de su parte, organizarse con otros para construir un lugar en el que resistir hasta que pasen las nubes.
'Comanchería' (David Mackenzie, 2016)
En tiempos del western, los antepasados de los hermanos Howard echaron a los indios de sus tierras. Los tiempos han cambiado más de un siglo después, pero la base permanece: ahora son los Howard quienes son expulsados de su hogar por la economía. El banco quiere apoderarse de los yacimientos petrolíferos del terreno de su casa y si no pagan el último plazo de la hipoteca serán desahuciados. Resulta que el principal cambio entre el mundo clásico del oeste y el contemporáneo es económico: ahora, en los amplios horizontes del género han crecido las plantaciones petrolíferas y la banca (al menos una en cada pueblo) es la avanzada de una civilización que se ha vuelto contra su gente.
No es demasiado sutil para un título, pero a menudo el western ha narrado la misma historia de dos hombres y un destino. Los atracadores de banco por necesidad Toby y Tanner Howard (Chris Pine y Ben Foster) son perseguidos por los agentes Hamilton y Parker (Jeff Bridges y Gil Birmingham). Ambos, perseguidos y perseguidores, tienen sus códigos y razones y están destinados a un enfrentamiento fatal. Porque en el nuevo oeste el destino ya no proviene de una deuda del pasado, sino de la deuda literal con el banco. Y ya se sabe qué sucede en el western a quien se rebela contra su destino.
'Wall Street' (Oliver Stone, 1987) y 'Wall Street: El dinero nunca duerme' (ídem, 2010)
Otra forma de explicar La Situación (o situaciones peores como las de las películas anteriores) y la estructura que las hacen posibles, es dar voz a los otros protagonistas: tipos ambiguos entre la repulsión y el atractivo como el magnate de las finanzas Gordon Gekko (Michael Douglas). Tipos capaces de decir: "La avaricia es buena".
Tal es la frase estrella que une estos dos thrillers en Wall Street. Como la avaricia, los problemas económicos son para Oliver Stone una cuestión moral. Todo comenzó, según la secuela, con la explosión cámbrica (!). Así que no queda mucho que hacer en este estado natural de las cosas. Uno puede tratar de conciliar familia y negocios para que alguien le recoja al salir de prisión (pobre Gekko) o participar en intrigas financieras de venganzas y traiciones (vaya con Gekko).
Pero lo más interesante de las 'Wall Street' es el intento de mostrar directamente algo tan poco atractivo, entretenido y cinematográfico como las finanzas. Escenas de montaje frenéticas y repletas de pantallas, números e información; ¡y no resulta farragoso ni aburrido!, aunque no expliquen gran cosa. Las clases de economía solían ser un coñazo, y no es que Wall Street te permita aprobar sin ir a clase, pero el rimo y la frivolidad de tanto estímulo reflejan como nada el ritmo en el que se mueve el mundo al otro lado de los cristales de espejo. Más allá de las gafas y rascacielos tras los que viven quienes toman las decisiones. Un ritmo de excesos que la próxima película lleva al límite.
'El lobo de Wall Street' (Martin Scorsese, 2013)
Fugazi. Así define las finanzas a Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) su maestro (Matthew McConaughey). Todo es humo. Nadie sabe ni quiere saber lo que sucederá en los mercados y no importa... mientras todo fluya. Porque en cuanto alguien se detenga, eche la vista atrás y pida su dinero, le explican a Belfort, las cifras y los datos y los unos y los ceros dejarán de ser humo y todos nos daremos un buen tortazo contra la dura realidad.
Y vaya si Jordan Belfort aprendió la lección. Scorsese le dedica uno de sus épicos relatos de auge y caída con tres motores impulsando la narración: sexo, drogas y dinero. En verdad podría ser uno solo, la adicción. Ésa, apunta Scorsese, fue (¿es?) la dinámica esencial de todas las historias en el Wall Street de la desregulación financiera. Una rueda de hacer dinero colina abajo que no podía detenerse a pensar en lo qué hacía sin desmoronarse. El sexo y la droga, el combustible de un crescendo de excesos imparable. Y todo parece muy divertido hasta que descubres que no hay nada debajo más que las debilidades de un chico de clase media y su vecino descerebrado. Que necesitaban sentirse admirados y con éxito desesperadamente, y que serían devorados por los mismos excesos que les sedujeron. Y resulta bastante triste.
Porque a veces, sugiere el agente de FBI Patrick Denham (Kyle Chandler), los mayores atropellos no los comenten malvados que han heredado su posición de generación en generación, sino pobres desgraciados que quieren participar de lo que, creyeron, era el gran sueño americano.
'American Psycho' (Mary Harron, 2000)
Patrick Bateman (Christian Bale) es el yuppie perfecto. Es ejecutivo de cuentas de una importante empresa, pero nunca le vemos trabajando. No hace falta, él mismo se esfuerza en encajar hasta tal punto en el sistema que bien podría representarlo. Patrick es competitivo hasta el extremo, rinde culto al cuerpo, viste elegantemente, se acuesta con modelos y de vez en cuando mata gente.
En 'American Psycho' nos cuenta su historia. Desde el comienzo, narrado directamente por Patrick, se nos promete su desenmascaramiento y una escalada de descontrol que sólo puede acabar en comisaría o algo peor, pero con algún aprendizaje o redención.
No hay sistema perfecto y el pobre Patrick vive entre paradojas y contradicciones internas: cuanto más encaja, más anónimo se vuelve y dudosa su identidad. Y más avaricia y asco, dice, es lo único que siente. Y, bueno, parece que de ahí a matar a tu doble y a las mujeres que deseas, hay un paso. Las buenas noticias para Patrick, ¿las buenas?: que tras tanta muerte y desenfreno sale indemne. Las malas, que, aunque quiera literalmente quitarse la máscara, descubre que no importa lo que haya debajo.
Viendo la película parece que encajar en el sistema puede volver un poco psycho a cualquiera, puede que incluso sea su estado natural. Y al final, hasta el psycho puede anhelar algo de justicia o redención... y frustrarse si no llegan. Unas fantasías apocalípticas dignas de las zombie movie y en las que profundiza la película número 7.
'Cosmópolis' (David Cronenberg, 2012)
La premisa no podía ser más sencilla: el joven multimillonario Eric Packer (Robert Pattinson) se dirige en limusina a cortarse el pelo en la peluquería favorita de su infancia. Entonces descubre que alguien quiere asesinarle y que el caos acecha.
'Cosmópolis' comienza con los violentos cuadros de Jackson Pollock y termina con la calma sublime de Mark Rothko, los dos polos del expresionismo abstracto americano. Es toda una declaración de principios: a lo largo de la película se trata de representar el dinero cuando, según Eric, "ha perdido su cualidad narrativa, como la pintura en su momento. El dinero se habla a sí mismo. El brillo de las pantallas es el brillo del ciber capital. Tan radiante y seductor". Cronenberg va directo a explorar la convergencia entre las nuevas tecnologías y el capital financiero y su representación, pero no descuida la humanidad, la narración y el entretenimiento por el camino.
Dentro de un proyecto tan abstracto como parece, 'Cosmópolis' insiste en la experiencia de Eric dentro de la jaula de oro que él ha construido para aislarse del mundo. Cuando Eric se rinde al anhelo de una experiencia real, fuera de las pantallas y lo abstracto, como cuando quiere volver al barrio de su infancia, inicia su propia autodestrucción.
'Margin Call' (J. C. Chandor, 2011)
"La historia se repite una y otra vez, no podemos evitarlo... Sólo podemos reaccionar y ganar dinero a espuertas si acertamos", dice un magnate sin escrúpulos interpretado por Jeremy Irons.
En el banco de 'Margin Call' han descubierto que las cuentas no cuadran y la economía se va a desplomar, así que pasan la película hablando. No paran de hablar y, aunque nadie quiere hacerse responsable, toman decisiones. El milagro es que todo esto no se hace aburrido ni maniqueo y cuando termina sientes que comprendes mejor qué demonios ha pasado aquí. Y te quedas hecho polvo.
Porque en ese banco que bien podría ser Goldman Sachs casi nadie parece comprender lo que sucede. Los algoritmos financieros, que nunca vemos, parece que fueran jeroglíficos posmodernos, y más que villanos a lo James Bond encontramos tipos (con más o menos escrúpulos) tratando de vivir en un sistema que no comprenden. Porque nadie parece tener alternativa: dentro o fuera, no hay otra. En todos los casos: Wall Street, telón de fondo inmutable.
Para Chandor no queda sino radiografiar los restos de elección, responsabilidad o dignidad que persisten a pesar de todo. Y 'Margin Call' nos presenta desde tiburones impasibles hasta algunas muestras de lealtad sorprendentes. Pero lo más desalentador resulta la añoranza de los personajes por otra época en que construían puentes, cavaban agujeros y sentían que ayudaban a la gente.
Porque si algo hace grande a 'Margin Call' es el empeño en explorar con ecuanimidad y sin excesos cómo seguir siendo humano a esas alturas. El miedo allí arriba, dice un directivo desde la azotea, no es a caerse al pavimento de Manhattan, sino la tentación de saltar.
'La gran apuesta' (Adam McKay, 2015)
Dirigida por Adam McKay y con un reparto de estrellas que incluye a Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling y la aparición de Selena Gomez, 'La gran apuesta' es el mayor intento de hacer inteligible algo tan confuso como la crisis.
McKay no tiene miedo de hablar de los paquetes financieros, de las hipotecas subprime, de toda la jerga del sector y de los mecanismos económicos más dados al bostezo, pero lo hace con tal alegría y espíritu divulgativo que vale más que una semana de siestas con los documentales de la 2. Todo en un estilo dinámico, estimulante y repleto de juegos narrativos y rupturas de la cuarta pared.
Además, 'La gran apuesta' sabe aprovechar las posibilidades de la ficción. Estructura su argumento de modo coral para retratar a cuatro tipos muy diferentes que, en el punto más alto de la burbuja, descubrieron lo que va a pasar y decidieron apostar contra el mercado. Se convierte así no sólo en la divulgación más divertida sobre la crisis, sino en un estudio de las distintas formas de reaccionar ante una situación tan dada a las quiebras, desahucios y oportunidades. Y a los problemas de conciencia.
'High-Rise' (Ben Wheatley, 2015)
'High- Rise' narra la historia del doctor Robert Laing (Tom Hiddleston) en la Torre Elysium, un enorme rascacielos con un mundo aparte en su interior. Y es una locura. Puede interpretarse de muchas maneras, pero sobre todo funciona como un experimento. Un, "qué pasaría si...".
El rascacielos parece el invento de un mad doctor que se dejó llevar por la utopía de un mundo sometido al orden de la geometría y la razón. Su idea era meter todo en el edificio: una colmena de apartamentos, gimnasios, supermercados, jardines, piscinas... De todo. Y a todos. En el rascacielos conviven todas las clases sociales ordenadas jerárquicamente en pisos y comunicadas por un ascensor social. Pero en este mundo y en este sistema, los ascensores no son suficientes y el orden nunca se impone y, bueno, todo acaba como esas fiestas salidas de madre. Es alucinante cómo el orden vertical del rascacielos es llevado hasta su ruptura por la horizontaldiad del montaje y por una causalidad bastante loca en la que "arriba" y "abajo" han dejado de tener sentido.
Al final, 'High-Rise' funciona de muchas formas. Puede ser una alegoría sobre la naturaleza humana, una crítica del thatcherismo o una advertencia sobre si no estaremos creando rascacielos y funcionando con el mismo hedonismo que llevó el edificio al caos. O algo mucho más inquietante: ¿y si 'High-Rise' no fuera ciencia ficción? ¿Y si se tratara más bien de un flashback a los 70 en que se escribió la historia, de algo que ya ha pasado y no nos hemos dado cuenta?