Cuando hablamos de series de ciencia-ficción, casi nadie hace referencia a 'Dollhouse' como una de las ficciones que más y mejor reformularon el género. Cuando, en 2009, Joss Whedon le presentó a FOX el dossier con toda la información del proyecto, los ejecutivos no se lo pensaron dos veces. Estaban ante el heredero de 'Firefly' y series por el estilo, con un carácter fantástico muy marcado, pero con espacio para desarrollar personajes y tramas que se pudieran extraer del contexto. Ante esa oportunidad, la serie protagonizada por Eliza Dushku surgió como un refresco necesario para el estancamiento que se estaba viviendo en el sci-fi de la pequeña pantalla. Sin embargo, tras dos temporadas y 26 episodios, el estudio decidió cancelarla porque, a pesar de la gran idea de su historia, muy pocos espectadores habían logrado engancharse para una puesta de largo.
'Dollhouse' hace referencia a una serie de personas (o "activos"; o "muñecos") a los que una organización ha despojado de personalidad para usarlo como contenedores de cualquier tipo de atributo. Así, estos "muñecos" son empleados por gente adinerada para, normalmente, cometer crímenes o cumplir fantasías. Pero, como en todo panorama distópico, una de las no-personas (Echo) comienza a sospechar de qué es lo que hay, realmente, a su alrededor. A ello hay que sumarle la insistencia de Paul Ballard (Tahmoh Penikett), agente del FBI que también comienza a sospechar de la actividad ilegal. A estas alturas, descubrir a Whedon no es noticia, pero sí que da la medida de lo que iba a llegar a componer años más tardes. Teniendo en cuenta que 'Dollhouse' se despidió de nosotros a finales de 2011, es evidente que es ingeniería químicamente pura, una serie que, de tan cerebral que resultó ser, acabó siendo extremadamente fría. No obstante, Whedon, consciente de la densidad que a veces podría tomar, supo compensarlo con tips de humor bastantes precisos.
Han pasado 10 años desde su estreno y parece que nunca existió. Hubo algunos que achacaron su baja audiencia a la complejidad de ciertos procesos bio-tecnológicos; otros le echaron la culpa a la cantidad de tramas que convivían en un mismo ecosistema. Opiniones, pero lo cierto es que 'Dollhouse' exploró otros mundos dentro de la ciencia-ficción para televisión, además de ensanchar las miras de un género que se conformaba con poco. Coetánea de 'Fringe', en eCartelera creemos que merece una segunda oportunidad. Por ello, te desgranamos cuáles son las principales razones para poner en su lugar a la creación más pura de la mente de Whedon.
10 razones para reivindicar 'Dollhouse'
Una idea brillante
El hecho de que Whedon, un ideólogo como pocos en Hollywood, sacase adelante el proyecto con FOX, tiene mucho que ver con su idea principal: deshumanizar a ciertas personas, privarles de identidad, para usarlos como contenedores de atributos que les permitan perpetrar crímenes o satisfacer fantasías. Todos controlados por una organización opaca, hasta que una de ellas empieza a sospechar de sus actividades. Además de entretenida, 'Dollhouse' es una reflexión bastante certera del futuro del ser humano en este mundo pro-robótico y también una declaración de intenciones para los que fabrican series sci-fi sin ningún tipo de complejidad narrativa. Whedon se la jugó y, tras dos temporadas, se acabó el cuento. Pero lo que nadie le puede quitar es que la idea, además de original, podría haber sido revolucionaria.
Un guión ¿demasiado complejo?
En ese sentido, muchos de sus detractores achacaban su rechazo a la dificultad del guión. 'Fringe', una serie que gustó a todo el mundo, supo rebajar la cota de tecnicismos para apuntarse a un target que, en un principio, no iba a ser el suyo. Sin embargo, 'Dollhouse' insistió en el factor diferencial de, siendo una serie con toques de humor, aventuras, ciencia-ficción y numerosas referencias a las relaciones interpersonales de los protagonistas, su complejidad trazando tramas y líneas de guión que, a veces, terminaban siendo demasiado engorrosas. No obstante, conviene romper una lanza por la complejidad bien construida -que es el caso de Whedon en este seria, no en 'Vengadores: La era de Ultron'- en lugar de repetir los mismos pasos que sus antecesoras.
Personajes que tienen cosas que decir
Tanto Echo (Eliza Dushku), como Langhton o Brink son personajes que tenían muy claro su rol dentro de la serie. De hecho, todos y cada uno de los personajes estaban perfilados para alcanzar una independencia notoria de la trama principal. En parte, por este tipo de decisiones 'Dollhouse' se convirtió en un conjunto de subtramas que a veces terminaban en un cul-de-saq inexcusable. Pero paremos un momento. Si tenemos una serie con cierta complejidad, que nos habla sobre fórmulas nuevas dentro del sci-fi y, además, cuenta con personajes bien construidos, ¿por que no darle una oportunidad? Esto pone de manifiesto que el gran público necesita entretenimientos que no le hagan pensar, sino que le mantengan en vilo. Una de las cosas que más nos dolió cuando se canceló fue perder la oportunidad de seguir explorando la idiosincrasia de los "muñecos".
Joss Whedon es un valor seguro
Whedon ha demostrado durante todos estos años que es un gran compositor de historias. Como director, las decisiones en la cadena de montaje le hacen un flaco favor, pero sus ideas son buenas. Contar con él en un grupo creativo que está desarrollando un proyecto como 'Dollhouse' es contar con un seguro. Porque, aunque siempre aboga por el riesgo y por innovar desde perspectivas ciertamente extrañas, el creador de series tan grandes como 'Buffy, cazavampiros' o 'Firefly' nunca decepciona. FOX confió más en la audiencia que en su capacidad para arreglar el entuerto y así pasó, que nos quedamos sin nuestros activos.
Tecnicismos con humor
Una de las claves que nos invitan a seguir defendiendo 'Dollhouse' es una de las marcas de la casa de su creador: el humor científico bien orientado. Whedon supo dotar a su serie de una pátina cómica que descargaba los momentos más intensos de la misma. Utilizaba, además, recursos humorísticos que no caían en el cliché, sino que buscaban desahogar sin resultar bobo. Los momentos más desternillantes estaban a cargo de Topher Brink (Fran Kranz) y nadie que la haya visto puede decir que no se haya reído, ni un poquito, con sus frases técnicas. Es llamativa el buen maridaje narrativo entre la densidad de algunos conceptos técnicos y la soltura con la que lanzan chistes en los momentos muertos.
¿Nunca has tenido esa fantasía?
No nos engañemos: aquí nadie se cree que nunca hayas soñado con ser otra persona para hacer lo que te apeteciese porque, total, al día siguiente nadie te iba a decir nada ni tampoco te ibas a acordar. Aunque la idea de Whedon parte desde la otra orilla, lo cierto es que para los espectadores más reticentes, mirarlo desde la perspectiva subjetiva resultaba mucho más entretenido que imaginarse los procesos técnicos de un contenedor humano que cada noche soporta la identidad de una persona distinta.
Un cañón a nivel conceptual
Los conceptos desarrollados por Whedon en 'Dollhouse' recuerdan al proceso mental que demostraban las obras de Isaac Asimov y autores similares. Siempre salvando las distancias, por supuesto, pero con una clara tendencia hacia lo innovador. A continuación te recordamos el nivel conceptual que se manejaba semana tras semana en FOX:
Dollhouse: existen 20 dollhouse alrededor del mundo. Son partes de la organización de la que no se conoce el propósito, impulsada por la Agencia Rossum, y que reúne a los activos para desarrollar una serie de trabajos que van desde la prostitución de lujo, a actos criminales, pasando por otros de carácter más altruista.
Activos: son personas a las que se les ha borrado la memoria y viven en un estado de total inocencia. Los activos pueden recordar cosas que pasan en su fase pasiva, pero es difícil que recuerden datos de sus misiones. Se les puede imprimir la memoria que se desee.
Durmientes: son activos que pueden activar una personalidad determinada mediante una clave.
Gestor: en inglés les llaman handler, es la persona encargada del cuidado del activo y de asegurarse que volverá a la dollhouse. Los activos tienen confianza ciega en ellos.
Ático: es el lugar a donde se lleva a los activos que dan problemas, son vaciados totalmente de sus memorias y viven como vegetales.
Tábula rasa: se llama así al estado en el que quedan los activos una vez borrada la personalidad impresa con anterioridad. Es un estado de inocencia total.
Si esto no merece tu atención, es que algo estamos haciendo mal en esta sociedad.
Tecno-antropología en 2009
Estamos hablando de 2009, un año después de la génesis del superpoderoso Universo Cinematográfico de Marvel. Y Whedon, posteriormente integrado en él con una de sus peores películas, ya estaba planteando este tipo de cosas. Es curioso que 10 años después de su estreno, la serie mantenga la frescura de entonces. Quizá porque se quedó en dos temporadas o quizá porque introducir algo así como la tecno-antropología en una serie era algo completamente revolucionario. 'Dollhouse' fue visionaria, aunque rápido se le nubló la vista.
Visión de futuro
Y es que numerosas series (casi todas las desarrolladas por Netflix en los dos últimos años) cogen prestado de 'Dollhouse' elementos narrativos que Whedon creó ex profeso. No es que el cineasta fuese un visionario absoluto sobre lo que sucedería en la realidad de nuestros días, pero sí fue capaz de crear una ficción que trascendiese a todas las demás e invitase a la copia o el homenaje por su riqueza narrativa. No podemos negar que la propia serie hereda muchas cosas de su hermana mayor ('Firefly') y de otras que también quisieron romper marcos narrativos con anterioridad, pero es innegable que Whedon tuvo el futuro de la ciencia-ficción para el pequeño formato en sus manos.
Complejidad infravalorada
Terminamos volviendo sobre nuestros pasos con una reflexión sobre el estado de la complejidad narrativa en los guiones para televisión. Que una serie nos pida un poquito de pensamiento lateral no es motivo para enterrarla sobre sus errores. Más bien al contrario, la cultura del entretenimiento nos está llevando (bueno, ya nos ha llevado y nos ha dejado abandonados) a una posición de pasividad absoluta ante lo que vemos y oímos. Cuando emerge un proyecto que tiene todos los ingredientes para ser pop, pero comete el error de complicar (de alguna manera) las tramas, no hay duda de que eso no va a llegar a ningún puerto. 'Dollhouse' se suicidó apostando por su estilo, sin tratar de adaptarse a un público que infravalora la complejidad y se instala en un estado de automatismo que le hace un flaco favor a la televisión. La de Whedon, como casi todo lo que ha hecho, es una serie que merece tanto la pena como la mayor simpleza que haya en Netflix. Lo único que pide es un poquito de atención.