Para muchos espectadores no hay nada mejor que un final feliz en el que el héroe protagonista consigue derribar al villano de turno, quedarse con la chica y salvar el mundo. Huele un poco a rancio, pero las costumbres son las costumbres y todos los gustos son respetables. También ocurre, en muchas ocasiones, que a base de personalidad y carisma, el malo de la función termina robando todo el espectáculo, convirtiéndose en el elemento favorito de todos los que pueblan la historia. Se debe, insisto, a una combinación de pura presencia y atracción indescriptible, más cercana al impulso que a la razón. Sus planes no son, digamos, los más positivos para la sociedad, pero eso no es impedimento para que cuenten con nuestros votos. Y no sigo tirando de metáforas políticos que terminamos todos en depresión profunda.
La historia del cine está repleta de malos malísimos que, en un despiste del héroe, terminaron convirtiéndose en la auténtica estrella del espectáculo. No importa que la balanza del género se incline más hacia la acción, el drama o la animación, si consigues cautivar a la platea desde la maldad, el mérito es absoluto. Actores que consiguen mimetizarse con personajes inolvidables, ecos shakesperianos y risas que hielan la sangre. Aparecen en pantalla y el tiempo se detiene, las uñas se clavan en la butaca y la película se eleva hasta el infinito. La teoría nos dice que debemos odiarle, que tenemos que ser cómplices del protagonista que nos salvará de todos los males, pero hay una fuerza extraña que nos atrae definitivamente hacia el lado incorrecto. Pura diversión.
A continuación recordamos a diez villanos que consiguieron eclipsar a todo aquel que se atreviera a acercarse a su figura. Caníbales, espías, reyes de la anarquía y la locura, leones capaces de cualquier cosa por conseguir acceder a la corona, pesadillas andantes, psicópatas de sangre fría, etc. En definitiva, un conjunto de personajes inolvidables que forman parte del sector más oscuro y tenebroso de la historia del cine. Y lo bien que nos lo hemos pasado con ellos. Aunque esté mal decirlo.
10 villanos que nos gustan más que sus héroes
Joker
No importa la historia, el actor que lo interprete, su implicación en la trama o el origen que tenga el proyecto en el que esté incluido, si la palabra Joker aparece, todo queda automáticamente eclipsado. En un universo tan poblado de grandes personajes como el que compone DC Comics, el payaso marcado por las cicatrices se eleva entre la multitud y se convierte siempre en la gran estrella. Jack Nicholson y Heath Ledger, separados por décadas de distancia, consiguieron dejar al mismísmo Batman en un segundo plano, dejando claro que la conducta enfermiza e imprevisible de su personaje era el auténtico punto de motor de ambas películas.
En el caso específico de Heath Ledger, la historia fue un poco más allá, haciendo que una obra maestra como 'El caballero oscuro' se convirtiera directamente en pura leyenda gracias a una interpretación en la que el actor desaparecía por completo, mimetizándose con esa carcajada eterna y esa mirada perdida que siempre indica que, el siguiente movimiento, no lo verás venir. Un personaje imprescindible en la cultura popular que ha vuelto a demostrar su estado de forma a la hora de originar polémicas gracias al más que discutible trabajo de Jared Leto en la muy fallida 'Escuadrón Suicida'. Poco importa, el Joker volverá y todo, una vez más, saltará por los aires.
Hannibal Lecter
Imposible olvidar ese primer encuentro. Clarice Starling, maravillosa Jodie Foster, camina por un pasillo que parece interminable, escuchando las frases más abominables posibles de la boca de los peores ejemplos de la sociedad, hasta llegar a una celda impoluta, elegante y austera, en la que le espera una figura que le clava la mirada. A ella y a nosotros. No pestañea, mide cada sílaba, mastica cada amenaza, controla cada uno de sus gestos. Nos tiene absolutamente hipnotizados. Hannibal Lecter acaba de entrar en nuestra vida y se acomoda en una habitación de lujo en nuestros recuerdos cinematográficos que no abandonará jamás.
El trabajo que hizo Anthony Hopkins, más allá de cualquier elogio, plasmó en gran pantalla lo que en la novela ya era asombroso. Un personaje repleto de matices, vibrante desde la contención. El mayor mérito de 'El silencio de los corderos', es y la serie de televisión 'Hannibal', ese factor que la convierte en uno de los mejores thrillers de la historia del cine y una de las propuestas televisivas imprescindibles de los últimos años respectivamente, fue conseguir que el resto del conjunto estuviera a su altura. El mayor defecto de sus secuelas, no estar a su nivel. Y las comprendemos, no debe ser sencillo manejar el estatus de la maldad en estado puro, la atracción más implacable, el poder mental ejercido desde unos ojos que convierten nuestras venas en un iglú.
Bill 'El Carnicero'
'Gangs of New York', la película que nació con la aspiración de convertirse en el trabajo que, por fin, le diera a Martin Scorsese su primer Oscar, terminó convertido en joya de culto. Convertida la sala de montaje en un ring de boxeo, el director de 'Toro salvaje' vio como su visión del Nueva York de 1863, con su salvajismo, corrupción y sangre por las calles, se transformaba en un mastodonte de cerca de tres horas de duración, tan irregular como majestuosa, tan imperfecta como deslumbrante. El tiempo ha jugado a su favor, pero si hay un elemento que siempre sobrevivió a la quema, porque alguno hubo tras su estreno, ese es Bill 'El Carnicero', uno de esos personajes que necesitan algo tan sencillo como aparecer en pantalla para agarrar del cuello al espectador y no volver a soltarlo.
Daniel Day-Lewis, en una de esas actuaciones en las que la sobreactuación y la expresividad excesiva están plenamente justificadas, componía un villano con permanente capacidad de poner en tensión al respetable. Leonardo DiCaprio y Cameron Diaz hacían lo que podían para plantar cara, pero cuando Bill aparecía en plano, ellos se convertían en diminutas figuras de acompañamiento. Y cuando no lo hacía, se le echaba de menos con insistencia. El auténtico rey de bandas, el mejor malabarista de cuchillos y navajas y el bigote mejor peinado de las calles neoyorquinas. Un personaje inmenso para una película de las mismas dimensiones.
Anton Chigurh
En algunos casos, el cine ha perdido la oportunidad de adquirir nuevos villanos esenciales a su historia por culpa de los actores que se encargaban de darles vida. Intérpretes que no entendían las motivaciones de su personaje, que lo llevaban al exceso o que se quedaban cortos, que no encontraban nunca el tono ni el ritmo que exigía la personalidad de su criatura. Sin embargo, también existen casos contrarios. Y Javier Bardem y Anton Chigurh es uno de los mejores ejemplos. Ubicado en una película tan seca y compleja como 'No es país para viejos', el actor español conseguía el más difícil todavía, eclipsando al resto de personajes y tramas desde el hermetismo más absoluto, jugando con las cartas de su físico y presencia.
Puedes sentir como se corta el aire cuando Anton toma el control, la manera en la que la tensión se apodera de todos los elementos que componen la escena. Bardem entendió lo que la historia, y los Coen, le pedían, sobreviviendo a una de esas películas imposibles que podrían haber tenido el temible efecto de acabar cayendo en la comedia involuntaria. Pero, al contrario, la solemnidad con la que este villano inolvidable da cada paso, la calma con la que toma cada terrible decisión, el modo en el que se mueve entre sombras inexistentes y arenas movedizas le convierten en lo que es, uno de los mejores y más enigmáticos psicópatas de las últimas décadas.
Freddy Krueger
Una de las principales capacidades que tienen los mejores villanos es la de colarse para siempre en tus sueños, convirtiéndolos en pesadillas de las que te hacen despertarte en medio de la noche, sudoroso y con el corazón a mil. Freddy Krueger venía con el trabajo hecho desde casa y sus múltiples apariciones en esa obra esencial del género de terror llamada 'Pesadilla en Elm Street' eran una lección constante de lo que el miedo más común debe ser. Cualquier espectador puede sentirse identificado con alguno de los jóvenes que sufrían el tormento de sus cuchillos. Una propuesta cinematográfica firmada por el añorado Wes Craven, responsable de otro personaje, el Ghostface de la saga 'Scream', que podría haber estado presente perfectamente en este especial, y que conseguía con Krueger un villano que marcaría época.
Lamentablemente, su éxito también tuvo consecuencias negativas, representadas especialmente en un conjunto de secuelas que se dividen en malas y muy malas. Efectos secundarios no deseados que, sin embargo, no deberían empañar el legado de un personaje imprescindible dentro del género, capaz de sobrevivir a generaciones y generaciones. Y aquellos competidores que piensen que pueden acabar con él, que ni lo sueñen. Nunca mejor dicho.
Voldemort
No solamente entre los héroes tenemos debilidades, también en el T.V. (Terreno Villanos) existen personajes que significan algo especial para nosotros. En el caso de Voldemort, también conocido como 'El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado', fuimos toda una generación la que vivimos con devoción y pasión adolescente cada uno de los giros imposibles que nos ofrecía su historia. Ser el enemigo de enemigos del mismísimo Harry Potter ya te ofrece un boleto directo al Olimpo de Villanos, pero es que, además, J.K. Rowling nunca se quedó en la superficie del personaje, convirtiendo a Voldemort en uno de los seres más complejos e interesantes de su inolvidable universo mágico.
Afortunadamente, para todos, las adaptaciones cinematográficos de la imprescindible saga de libros estuvo a la altura y el gran Ralph Fiennes representó a la perfección la figura y personalidad de un villano que merecía una aparición en gran pantalla a su altura. Ahora que Harry Potter vuelve a tener una repercusión en sus dos sectores estrella, el literario y el cinematográfico, andamos ya cruzando dedos para poder reencontrarnos de alguna manera con Voldemort, protagonista de alguno de los mejores recuerdos de nuestra infancia/adolescencia.
Catherine Tramell
La representante femenina en este especial de villanos, Catherine Tramell, es el personaje que más fácil nos pone las cosas para enamorarnos de ella. La sensualidad es su mejor arma y el picahielos su complemento perfecto. Con 'Instinto Básico', Sharon Stone consiguió, primero, robar toda la película a base de espectacular presencia y, segundo, convertirse en estrella del firmamento de Hollywood gracias a uno de esos personajes bombón a los que, si se les consigue sacar hasta el último resquicio de jugo, marcan toda una carrera. Stone lo sabía y por ello se muestra constantemente cómoda en un papel que parece escrito a la medida.
Su intento de regresar a ella con una secuela que nadie pedía y que nadie disfrutó, principalmente porque era un absoluto desastre, sirvió también para dejar claro que lo que funciona a la perfección una vez no tiene porque hacerlo una segunda vez. Nos gusta ser malos, Catherine, pero ya nos sabemos todos tus trucos. Pero a ver quién es el listo que olvida la primera vez que los vio en acción. El thriller sexual no tiene una villana mejor. Del cruce de piernas ya hablamos en otro momento.
Scar
'Preparad nuestro golpe de estado, preparad vuestra risa voraz, sed meticulosos y muy cautelosos, seréis mi venganza, mi gran esperanza, un rey absoluto, amado y astuto; temido, glorioso y audaz. Ese trono es mi gran ambición, preparaos'. Y en ese momento, finalizando otro magistral número musical, del que 'El rey león' está lleno, Scar nos deja claro que será capaz de c-u-a-l-q-u-i-e-r cosa por conseguir hacerse con la corona destinada al pequeño Simba. Unos minutos más tarde se convertirá en el responsable del mayor número de traumas infantiles de la historia del cine, alcanzando la cima absoluta de los villanos de animación Disney en su historia. Maldad en estado puro, presencia absoluta, movimientos tan elegantes como imprevisibles y una mirada que esconde el infierno absoluto. La obra maestra de Disney está repleta de personajes memorables y Scar es uno de ellos. Un Hitler disfrazado de león, marcado por las cicatrices de la insatisfacción constante. Un prodigio de animación y terror.
Darth Vader
Si hay un villano que ha cambiado la manera de ver y entender el cine de millones de espectadores de una manera más especial de lo normal es Darth Vader. Intentar describir a estas alturas el alcance popular del enemigo de Luke Skywalker a lo largo de los capítulos cuatro, cinco y seis de la saga'Star Wars' es algo tan complicado que, lo más sencillo, es observar las reacciones del público cada vez que su figura se intuye en alguno de los productos publicitarios que rodean a 'Rogue One'. Intuir su respiración, vislumbrar su figura en el último plano de un trailer, notar su presencia en algún cartel, cualquier detalle que implique al pobre Anakin se convierte de inmediato en un fenómeno capaz de activar la impaciencia de cualquier fan galáctico. Y la fama está completamente justificada.
A pesar de que su participación en 'Una nueva esperanza' no fuera especialmente relevante en lo dramático, presentándonos a un Vader que deslumbra exclusivamente por su forma mucho más que por su fondo, todo cambió con 'El imperio contraataca' y 'El retorno del Jedi'. Revelaciones históricos, sorpresas inolvidables, dolor y compasión, sacrificio y amor de padre, soledad y desesperación. Una profundidad dramática y psicológica que engrandeció al personaje hasta convertirlo en uno de los iconos cinematográficos más importantes de la historia del cine. La posterior trilogía dirigida por George Lucas, con sus virtudes y defectos, sirvió para comprender mucho mejor sus motivaciones y evolución, su personalidad e identidad. En definitiva, seis películas que, a la espera de lo que ocurra en las entregas que están por venir, dibujan el mito Vader. Inmortal.
Harry Lime
Si hablamos de 'El tercer hombre', conviene ponerse de pie. Es lo que merecen las obras maestras indiscutibles, las películas esenciales de este bendito arte llamado cine. Un prodigio de tensión, atmósfera y sorpresas dirigido con mano maestra por Carol Reed en 1949 y que, a día de hoy, mantiene intacto su poder de hipnosis, convirtiéndola en un trabajo imprescindible en todos los niveles. Por eso, tiene aún más merito si cabe el encontrar un villano a la altura de tan gigantes circunstancias. Harry Lime, interpretado por un magnético Orson Welles, lo consigue con sobrada facilidad. Su presentación, una de las mejores de la historia del cine, pone toda las cartas sobre la mesa, y claro, descubrimos que la partida está más que ganada, que solamente tenemos que acomodarnos y dejarnos llevar por una trama apasionante que capta tu atención de manera inmediata y ya no te suelta hasta uno de esos planos finales en los que uno desearía quedarse a vivir. Un enemigo inolvidable que engrandece, aún más, una cima cinematográfica de primer nivel. Imprescindible 'El tercer hombre'. Imprescindible Harry Lime.