Mucho antes de darse a conocer como el hombre que resucitó a los cómics en la gran pantalla (si no llega a ser por el éxito de su primer 'X-Men', Marvel no estaría donde está hoy), Bryan Singer era un joven y prometedor director que había llamado la atención en el festival de Sundance con su ópera prima, 'Public Access' (1993). Para su siguiente película, pergeñó junto con su amigo, compañero y guionista Christopher McQuarrie uno de los relatos detectivescos más apasionantes, sorprendentes e imprevisibles, 'Sospechosos habituales', un film que cumple ahora veinte años y que conmemoramos recordando algunas claves sin destripar pistas, por si acaso todavía hay alguien que aún no ha visto esta película imprescindible.
1 Romper los convencionalismos
La tibia acogida de 'Public Access', muy lejos de los espectaculares debuts de otros jóvenes directores del momento como Steven Soderbergh ('Sexo, mentiras y cintas de vídeo') o Quentin Tarantino ('Reservoir Dogs'), no amedrentó a Singer y McQuarrie. Fue éste quien le habló de una nueva historia en la que estaba trabajando, un relato policiaco construido a partir del retrato de cinco criminales que se conocen en una rueda de reconocimiento. En seguida, los dos amigos se pusieron a darle forma al nuevo guion, y aunque fue McQuarrie quien lo firmó en solitario, se dice (aunque nadie lo confirma oficialmente) que fue el realizador quien ingenió la estructura de puzzle del relato, en la que cada escena (y dentro de ella, cada personaje), conformaba una pieza del rompecabezas.
2 Una trama en varios niveles
Unos traficantes mueren en un tiroteo e incendio en unos muelles. Entre los cadáveres, la policía encuentra algunos rateros de poca monta a los que buscaba desde hacía un tiempo. Todo apunta a una operación de drogas que ha salido mal, pero no aparecen ni la cocaína ni el dinero. Sólo hay dos supervivientes: un húngaro moribundo en el hospital y uno de los atracadores, que será sometido a un intenso interrogatorio para tratar de esclarecer lo ocurrido. A partir de aquí, Singer y McQuarrie juegan con exquisita habilidad con todos los elementos cinematográficos a su alcance, y lo que en otras películas podrían ser recursos facilones (narración en off, flashbacks, introducción aparentemente caprichosa de pistas que conducen a otras) se tornan aquí en las mejores virtudes de narración cinematográfica vistas en un film noir de estas características. Su gran hazaña: que en cada nuevo visionado, el espectador encuentra nuevos y sutiles detalles, haciendo que la experiencia sea cada vez más enriquecedora que la anterior.
3 Policías y ladrones
Se dice que el primer fichaje de la nueva película fue Gabriel Byrne (aunque, con toda probabilidad, seguramente fuese la del editor y compositor John Ottman, con quien ya habían trabajado en 'Public Access'), y que el actor, entusiasmado con el libreto, les ayudó a conseguir financiación para el proyecto. Aunque Byrne no aparece acreditado en ninguna faceta de producción, seguramente sí tuvo bastante que ver su presencia para lograr que intérpretes de la talla de Kevin Spacey (entonces casi un desconocido en la pantalla pero con gran reputación en el teatro), Chazz Palminteri (en su mejor momento gracias a 'Balas sobre Broadway' y 'Una historia del Bronx') o Pete Postlethwaite (recién nominado al Oscar por 'En el nombre del padre') se sumaran al proyecto. Kevin Pollak ('Algunos hombes buenos'), Giancarlo Esposito ('Blue in the face'), Dan Hedaya ('Boiling Point'), un entonces desconocido Benicio Del Toro ('007: Licencia para matar') y el pequeño de los hermanos Baldwin, Stephen ('Nacido el cuatro de julio') completarían un elenco eminentemente masculino entre criminales y agentes de la ley, donde la única aportación femenina sería la presencia breve pero imprescindible de Suzy Amis ('Volar por los aires').
4 ¿Quién es Keyser Soze?
Por encima de los cinco cacos se cierne la presencia de un inquietante personaje que permanece en la sombra y que, sin descubrirse en pantalla, toma el control hacia mitad de película: un mito, una leyenda urbana en el mundo del hampa que nadie ha visto pero cuyo nombre casi nadie se atreve ni a pronunciarlo. Como bien dice Verbal Kint/Kevin Spacey, "la mayor hazaña del Diablo fue hacer creer al hombre que no existía", y aun así, le temen más que a la propia muerte. La introducción de este elemento clave cambia por completo los parámetros de 'Sospechosos habituales': desde que aparece sin aparecer lo de menos son los golpes, los atracos, los botines, y todo se torna en un siniestro y peligroso juego en el que, o saldas deudas con Soze, o estás muerto. Sin rostro y sin descubrirse hasta la última escena del film, se ha convertido en uno de los personajes más inolvidables del cine negro.
5 Un rodaje sencillo
Desde el punto de vista de la producción, pocas películas pueden presumir de un nivel de eficiencia como la que hace gala 'Sospechosos habituales': el rodaje duró tan sólo unos treinta y cinco días (entre el 13 de junio y el 29 de julio de 1994), tan sólo se emplearon un puñado de localizaciones (la sala de interrogatorios, las oficinas de la policía y el restaurante donde es detenido Dean Keaton/Gabriel Byrne estaban en el mismo edificio) y el presupuesto fue realmente bajo, unos seis millones de dólares. El buen rollo imperó en el set: es sabido que la famosa escena de la rueda de reconocimiento debía ser un momento serio, pero los actores no dejaban de bromear entre ellos y Singer decidió finalmente dejar las tomas más divertidas, o que Baldwin y Del Toro improvisaron personalidad a sus personajes (el primero, sus desquiciadas salidas de todo; el segundo, su verborrea ininteligible).
Salvo momentos espontáneos como estos, el equipo respetó la meticulosa planificación de la película, y muchas de las secuencias se muestran repetidamente en diferentes momentos, pero cambiando el punto de vista de la narración; resulta, por tanto, ciertamente meritorio que ninguna pieza desentone y que el engranaje tenga tal precisión, gracias a la soberbia contribución de Ottman en su faceta de montador.
6 Guiños cinéfilos
Bryan Singer nunca ha ocultado su cinefilia, y un buen ejemplo de ello es esta película. El título está sacado de una escena de 'Casablanca' (Michael Curtiz, 1940), concretamente aquella en la que el capitán de policía Reanult (Claude Rains) reclamaba a sus hombres que detuvieran "a los sospechosos habituales". Este film fue el primero que sacó adelante la propia productora del director, Bad Hat Harry Productions, un nombre poco convencional extraído, igualmente, de una línea de diálogo de otra película mítica: el "qué gorro más feo, Harry" que le espetaba el jefe Brody (Roy Scheider) a un bañista, en 'Tiburón' (Steven Spielberg, 1975).
7 De fracaso en taquilla a controvertida película de culto
Comercialmente, el estreno de 'Sospechosos habituales' fue un verdadero desastre: en su primer fin de semana (20 de agosto de 1995), la película sólo se había proyectado en cuarenta y dos salas en todo Estados Unidos, con una taquilla bruta de apenas seiscientos cuarenta y cinco mil dólares. La crítica, al principio, tampoco comulgó con la propuesta de Singer, e incluso periodistas tan prestigiosos como Roger Ebert la tacharon como una de las diez peores del año. Sin embargo, poco a poco comenzó a surgir una corriente de apoyo, entusiasmo y fascinación por el film, y su comentado twist animó a muchos espectadores a verla para poder comentar. El resultado: una recaudación final de más de veintitrés millones de dólares (sin contar el mercado internacional), que no es una cifra espectacular pero sí muy estimable si hablamos de una cinta de bajísimo presupuesto con una distribución limitada. Con el tiempo, se ha convertido en una controvertida obra de culto que aúna tantos admiradores como detractores, quienes la tachan de trilera y hueca; una polémica que se repitiría de manera similar, años después, a propósito de 'El sexto sentido' (M. Night Shyamalan, 1999).
8 Premios y legado
El 25 de marzo de 1996, los premios de la Academia terminaron por catapultar 'Sospechosos habituales' y a cambiar los designios de muchos de los que participaron en la película. Kevin Spacey, reconocido ya como un gran valor interpretativo, se llevó la primera estatuilla de su carrera gracias al tullido Verbal Kint, mientras que Christopher McQuarrie se haría con el Oscar al Mejor Guion Original. La película lograba así los dos únicos premios a los que optaba y lanzaba la carrera de su joven director, quien años después reinventaría las franquicias de superhéroes gracias a un heterogéneo grupo de mutantes por los que nadie daba un duro. Es curioso: el talentoso cineasta que se hizo un nombre gracias a sus obras inquietas, sinceras y sutiles (no olvidemos la estimable 'Verano de corrupción', estrenada en 1998), ha terminado siendo devorado por la nueva e indomable maquinaria de Hollywood a la que, paradójicamente, él mismo dio un empujón cuya inercia dura ya tres lustros.