Ya sea desde le intriga y emoción que reside en los momentos previos a descubrir su auténtico rostro o frente a la espectacularidad de su poder destructor, la presencia de un buen monstruo en uno de esos factores capaz de inyectar una energía distinta y genuina a cualquier tipo de película, incluso aquellas más alejadas del género fantástico. Y es que, a lo largo de la historia del cine, han sido numerosas las criaturas que han conseguido aterrarnos, emocionarnos y hacernos vibrar como si de superestrellas se trataran con su simple e imponente presencia en pantalla.
En este sentido, el último siglo cinematográfico ha traído buenas raciones de monstruos inolvidables, algunos ya conocidos por el gran público y otros destinados a formar parte de la memoria colectiva de toda una generación de cinéfilos. En ese sentido, poco ha importado el género, como demuestra este especial en el que encontramos cintas que han sabido encajar a seres imposibles en el terreno de la comedia, el drama, la acción o el terror. Siempre hay espacio para un monstruo capaz de adaptarse al entorno.
Al final, se trata de algo tan sencillo y complejo al mismo tiempo como mantener viva la capacidad para impresionar al público desde lo gigante, apabullando con el estruendo de un rugido, la sombra de un gigante, la pisada de un titán o el sobresalto más demoledor. Los monstruos de cine son parte de nuestra vida y, pese a que hayan nacido en la mayoría de ocasiones para aterrarnos, les debemos demasiados momentos inolvidables como para hacer otra cosa que no sea adorarlos.
Las mejores películas con monstruo del siglo XXI
'Monstruos, S.A.'
Partiendo de una idea absolutamente brillante, 'Monstruos, S.A.' conseguía superar todas las expectativas combinando un diseño de personajes y escenarios asombrosos con la ternura que empapaba cada rincón de su historia. Un guion de acero, un ritmo impecable en el que las sonrisas y las lágrimas se combinaban con una facilidad pasmosa y un dúo protagonista inolvidable convirtieron a 'Monstruos S.A.' en un taquillazo mundial y, al mismo tiempo, comenzaron a construir ese estatus de clásico con el que la película convive actualmente. Cine para toda la familia: ejemplar, magnífico e incuestionable.
'La niebla'
Ignorada en su estreno, infravalorada desde entonces y prácticamente olvidada en la actualidad, con 'La niebla' nos situamos ante una historia que, más allá de su aspecto de película de misterio con monstruos, se descubre como una reflexión profunda y delicada sobre la familia, el miedo, el valor en situaciones de desesperación absoluta y la religión. Casi nada.
Una niebla llega hasta un solitario pueblo de Maine para descubrir el verdadero rostro de unos vecinos que deben aprender a vivir entre ellos, soportar el paso del tiempo y de las circunstancias. Atmósfera asfixiante, ritmo pausado pero seguro y un control absoluto sobre una historia que se reserva para sus últimos minutos uno de los desenlaces más brutales de los últimos años. Una escena rodada con suma elegancia, con pulso de hierro. Un punto y final valiente en su visión del horror, contundente en no ceder ni un atisbo de piedad ante su protagonista, terrible en su fondo y brillante en su forma. La guinda de un pastel de culto que, con el paso del tiempo, sigue escondida como una mina de oro por descubrir.
'Colossal'
Aunque 'Colossal' sea, por encima de todo, El Recital De Anne Hathaway, estamos ante una película cien por cien Nacho Vigalondo. Es decir, una historia repleta de patetismo y ternura, nostalgia y humor, giros inesperados y control de la pausa y el arrebato con un monstruo genial de propina. Un primer trabajo internacional con el que el director consiguió poner de acuerdo a la práctica totalidad de la crítica, ampliando su visión comercial pero manteniendo esa esencia única que rodea a cada uno de sus proyectos.
No, no es una película sencilla pensada para devorar palomitas sin mirar el reloj, ni siquiera funciona como comedia romántica, género que observa desde una distancia muy prudencial, pero si entras en el juego de 'Colossal' es muy complicado que termines decepcionado. Especialmente tras ese desenlace genial que resume, en una mirada perdida, toda una trayectoria vital y cinematográfica.
'Monsters'
'Monsters', el primer largometraje de Gareth Edwards, proponía en plena era del blockbuster renacido, excesivo e hiperbólico, una calma insospechada para el cine de catástrofes y una poesía casi frágil entre explosiones que ya se habían producido que terminaba tejiendo un romanticismo embriagador en medio del apocalipsis. En resumen, el triunfo de los personajes por encima de los gigantes radioactivos. Una propuesta sencilla y repleta de escenas conmovedoras entre las que destaca de forma contundente la protagonizada por los propios monstruos a la luz de una gasolinera. Un momento inolvidable dentro de una película tan humilde como memorable.
'Monstruoso'
Ejemplo perfecto de campaña de marketing capaz de conseguir captar el interés de una cantidad considerable de público sin enseñar más que lo justo, 'Monstruoso' sufrió la injusticia de ser una película constantemente comparada con su fenómeno previo en Internet. Es decir, millones de espectadores, no tantos como se esperaba, eso sí, se sentaron en su butaca esperando La Película De Monstruos Definitiva y lo que se encontraron fue, ni más ni menos, que una estupenda cinta de intriga y acción en formato de metraje encontrado.
Una propuesta en la que la dirección de Matt Reeves se convierte en la principal de las virtudes, mostrando las primeras pinceladas serias de brillantez e inteligencia en la puesta en escena de un cineasta que no tardaría demasiado en terminar de despegar por completo. Incomprendida desde su mismo estreno, 'Monstruoso' sigue siendo una película por descubrir y reivindicar.
'King Kong'
Tras finalizar la impresionante trilogía de 'El Señor de los Anillos', Peter Jackson se entregó en cuerpo y alma en la admirable tarea de cumplir uno de sus grandes sueños profesionales. Y es que, de todas las películas jamás rodadas, hay una con la que el director tiene una conexión que va mucho más allá de lo meramente cinematográfico: 'King Kong'. Desde su más tierna infancia, Jackson devoraba con pasión incomparable cada fotograma de la obra maestra firmada por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack en 1933, convirtiéndose en una especie de liturgia con la que se enamoraba una y otra vez del séptimo arte.
Una maravillosa tradición que terminó convertida en rotunda e incomprendida obra maestra con esta 'King Kong', uno de los blockbusters más apabullantes, hermosos, vibrantes y espectaculares de todos los tiempos. Aventura en estado puro, emoción desbordante, misterio hipnótico y un romanticismo de abrumadora belleza: 'King Kong' lo tiene todo. Y nada falla. Un clásico contemporáneo a la altura de su legendario monstruo.
'Pacific Rim'
Esta historia de monstruos gigantes que pelean contra robots gigantes mientras personajes de carne y hueso 'sufren' una serie de conflictos bastante apegados al tópico venía cargado con tantas toneladas de cariño, nostalgia y espectáculo que uno solamente podía caer rendido ante ella sin pensar demasiado en las pérdidas. A Guillermo del Toro se le puede señalar por no haber inventado nada nuevo y caer en alguno de los lugares más tópicos del género de las superproducciones, si, pero es que de eso se trataba en el caso de 'Pacific Rim'.
El realizador mexicano rendía tributo a sus recuerdos infantiles y construía la película que todo fanático de 'Godzilla' y 'Mazinger Z' querría ver; la película que el público con ganas de acción querría ver; la película que todo amante del cine de entretenimiento grandilocuente querría ver. Viva 'Pacific Rim'.
'The host'
En los últimos años, puede que décadas, pocas películas ubicadas en el género conocido como 'Cine de monstruos' han logrado unos resultados tan memorables y emocionantes como 'The host', la cinta con la que Bon Joon-ho consiguió un éxito histórico en la taquilla de su país de origen con unas cifras de recaudación abrumadoras. Un triunfo más que merecido para una propuesta repleta de momentos de una inolvidable poesía visual y capaz de unificar la aventura clásica con el terror más claustrofóbico sin dejar nunca de lado tanto a sus maravillosos personajes como a su esencia de homenaje a la familia como perfecto y casi único método de supervivencia. Un entretenimiento muy cerca del clásico contemporáneo.
'Onward'
¿Un Pixar menor? No. Rotundamente no. 'Onward' está muy cerca de convertirse en la película más infravalorada de la trayectoria de un estudio al que debemos una cantidad más que considerable de obras maestras. Y precisamente es ese recital de triunfos artísticos y comerciales el que constituye una especie de losa que amenaza constantemente a cada nuevo estreno que viene con la firma de este conjunto de genios de la animación. En el caso que nos ocupa, sus predecesoras más inmediatas también jugaron en su contra, especialmente una 'Toy Story 4' cuyo nivel de excelencia nos pilló a todos por sorpresa, pero esa manía de observar el listón y analizar desde el cálculo comparativo no debería llevarnos a engaño: 'Onward' es otra maravilla de sello cien por cien Pixar.
Desde su espléndido punto de partida hasta su emotivo desenlace, lágrimas marca de la casa, esta historia sobre la pérdida, la magia, la amistad y, sobre todo, las relaciones fraternales, está repleta de imaginación, aventura trepidante, memorables gags (¡esas hadas motoristas!) y personajes entrañables. En definitiva, otra gran película que sumar al apabullante catálogo Pixar.
'La cabaña en el bosque'
Más allá de los mil y un problemas con los que se encontró para terminar contando con un estreno en las salas de cine de nuestro país, 'La cabaña en el bosque', gracias a su trailer, llegaba ante nosotros como otra variante del clásico punto de partida en el que un grupo de chicos y chicas de físico envidiable se dan cita en un lugar perdido en medio de la nada en donde comienzan a ocurrir sucesos extraños. ¿Lo mismo otra vez? No. Para nada.
Joss Whedon al guion y el también director de la cinta, Drew Goddard, se sacaron de la manga una obra absolutamente imprevisible, impecable en su gestión de golpes de efectos, divertida hasta la carcajada y perfecta como homenaje desenfadado y refrescante al género. Uno de esos trabajos en los que todo parece combinarse para dar forma a una auténtica fiesta cinematográfica en la que todo está permitido.
'Babadook'
Una de las películas revelación del año 2014, 'Babadook', tuvo su origen en un cortometraje estrenado, nada más y nada menos, que nueve años antes y con el que compartía directora, Jennifer Kent, título y punto de partida argumental. La sinopsis nos hablaba de una madre y un hijo en una lucha conjunta contra un monstruo que los aterra y acosa en su propio hogar, pero la realidad nos trajo una película mucho más relacionada con el drama psicológico que con los sustos y golpes de efectos más elementales del género. Una joya repleta de complejidad en la que el terror adaptaba una inolvidable forma para atravesar la carne y el hueso de un espectador que asistía hipnotizado a una de las reflexiones más interesantes e inspiradas sobre la pérdida y el dolor que ha ofrecido el género en la última década.
'Un monstruo viene a verme'
Si has pasado por una situación similar a la que vive el protagonista de 'Un monstruo viene a verme', estarás ante una película que te mirará a los ojos, te desafiará y te agarrará el corazón. Una experiencia liberadora y cómplice que va más allá de lo estrictamente cinematográfico. Juan Antonio Bayona redondea su trilogía sobre la maternidad y la pérdida con un trabajo maravilloso, un logro en toda regla que no tiene suficiente con completar y aumentar el valor de su delicado origen literario y decide ir más allá, captando y expandiendo a la perfección su espíritu y naturaleza catártica. Emoción honesta, lágrimas justificadas. Un aprendizaje tan doloroso como imprescindible marcado por un monstruo que se quedó para siempre a vivir en nuestra memoria y corazón.
'Van Helsing'
Antes de que Stephen Sommers desapareciera del mapa hollywoodiense tras 'G.I. Joe', el cineasta dirigió un puñado de notables aventuras cinematográficas entre las que se encuentra esta 'Van Helsing'. Ligeramente infravalorada en su momento, si para algo sirvió este notable entretenimiento palomitero es para que Hugh Jackman dejara claro que su talento podía ir mucho más allá de Lobezno, entregándose por completo a la historia y aportando su indiscutible presencia y carisma al personaje.
Una interpretación protagonista que, sumado a la indiscutible destreza de Sommers para facturar espectáculo de alta calidad y alguna escena especialmente inspirada, terminaba de dar forma a una cinta de ritmo endiablado y clímax constante. Una sucesión imparable de nervio cinematográfico y acción desatada en una película que, afortunadamente, nunca dejaba de lado a sus personajes y monstruos, siendo completamente consciente de que sin ellos no servía de nada el recital de efectos digitales y fuegos artificiales.
'El laberinto del Fauno'
En el mundo del cine, arte obsesionado por todo lo que rime con el verbo innovar, existen una serie de directores que siguen defendiendo una manera diferente de narrar historias, convertidos en una especie de cuentacuentos que, de igual forma, intentan traspasar la pantalla a través de elementos tangibles, consiguiendo que el espectador se sienta una pieza más en el tablero de juego. Guillermo del Toro, uno de esos directores de personalidad indiscutible, autores en fondo y forma, elevó a magistral este modelo en su cima, 'El laberinto del Fauno', coproducción entre España y México que consiguió entusiasmar a crítica y público hasta terminar convertida en un auténtico clásico.
Y no es de extrañar, estamos ante una monumento cinematográfico capaz de poner los pelos de punta y hacernos llorar de pura emoción en el que todos los géneros que se dan cita, desde el terror a la fantasía, pasando por el drama y sumando incluso elementos bélicos, se combinan de una forma excelsa. En definitiva, una obra maestra de inicio a fin.
'Godzilla: Rey de los monstruos'
El director Michael Dougherty saltaba del simpático entretenimiento de terror marca serie B de 'Krampus: Maldita Navidad' al blockbuster de espectacularidad máxima con 'Godzilla: Rey de los monstruos', cinta que suponía una nueva entrega en ese nuevo universo cinematográfico iniciada por la (muy) infravalorada 'Godzilla' de Gareth Edwards y continuado por la estupenda 'Kong: La Isla Calavera'. En esta ocasión, se triplicaba la apuesta con una historia en la que, además de al imponente protagonista del título, tuvimos la oportunidad de disfrutar a lo grande de la polilla gigante Mothra, Rodan el Pterosaurio y King Ghidorah, un dragón de tres cabezas. Ni un segundo de descanso en una propuesta que, frente a la respuesta negativa general de crítica y público, sigue teniendo a su favor algunas de las imágenes más potentes y extrañamente hermosas del blockbuster contemporáneo.
'Donde viven los monstruos'
El siempre interesante, y la mayor parte del tiempo inspiradísimo, Spike Jonze entregó su particular visión del cine infantil y familiar con esta adaptación sobresaliente del maravilloso libro 'Donde viven los monstruos', firmado por Maurice Sendak y que nos acompañó a muchos durante esos instantes previos al sueño profundo.
Por supuesto, el director no se relajó apostando por el camino fácil y convirtió su origen literario, insisto, fascinante, en un relato reflexivo, pausado, arriesgado y profundamente emocionante sobre ese paso tan delicado entre la infancia y el mundo adulto. Su sensibilidad es tan extrema, tan transparente, que los más pequeños podrán identificarse sin problema con el protagonista. Y emocionarse con él. Unas lágrimas que, sin saberlo, les conectarán directamente con su siguiente paso vital. Una joya cinematográfica tan arriesgada como profundamente satisfactoria.
'El bosque'
No es nada sencillo hacer del miedo una poesía. Suena complejo, ñoño y pedante pero, oye, cuando se consigue todo lo demás no importa. Si hablamos específicamente de estética, de forma por encima de fondo, 'El bosque' es el trabajo más redondo de M. Night Shyamalan. A lo largo de su carrera, ni antes ni después consiguió un acabado visual tan hipnótico, un mimo por el detalle tan deslumbrante, un conjunto de escenas tan bonitas. Y volvemos al azúcar. Si lo olvidamos, durante un momento, nos queda el esqueleto, la historia, la trama y, de nuevo, el misterio. Podemos quedarnos con él o, en un movimiento que requiere más intensidad aún, observar más allá y lanzarnos de lleno a la reflexión sociológica del miedo que ofrece Shyamalan, al retrato del ser humano como monstruo y fuente inagotable de temores, una fábrica de escudos contra lo desconocido, contra la barbarie, contra el dolor.
Todas las influencias de Shyamalan están presentes en una película que irradia poesía cinematográfica en cada una de sus escenas. Complicado, casi imposible, destacar una por encima de las demás. El primer ataque de los monstruos al pueblo, esa mano esperando en medio del silencio y, sí, ese desenlace inesperado, giro final nada gratuito que aporta la dimensión total a una película que, hasta ese punto, ya había conseguido el suficiente número de triunfos como para respirar tranquila. Ese epílogo, puro Shyamalan, condensa toda la esencia de una obra maestra que sirvió, también, para marcar la primera batalla entre el amor y el odio de un director que, por encima de todo lo demás, ofreció un recital de puesta en escena, pulso narrativo, resoluciones visuales y, volvemos, belleza. Versos en una historia que, en otras manos, habría caído en la prosa más vulgar.
'The Mummy Returns (El regreso de la momia)'
'The Mummy Returns (El regreso de la momia)' demostró, por encima de cualquier otra cosa, que la espectacular 'La momia', una de esas cintas de aventuras en las que todo funciona a un nivel extraordinario, tenía potencial y posibilidades de sobra para dar pie a una secuela a la altura. Puede que incluso por encima. Pero, además, nos trajo de regalo a un villano deslumbrante, Mathayus, o lo que es lo mismo, el rey Escorpión, uno de esos personajes que el tiempo no ha tratado con demasiada justicia, principalmente por el papel clave que juegan los anticuados efectos especiales en su creación, pero que tuvieron un impacto importante en millones de espectadores. Un monstruo repleto de carisma que consiguió incluso contar con su película propia...aunque casi mejor no pensar en ella y quedarnos con su imponente presencia en esta secuela ejemplar.
'Peter y el dragón'
Tras deslumbrar a medio mundo con el remake en acción real de 'El Libro de la Selva', Disney pretendía repetir la jugada con 'Peter y el dragón'. La fría respuesta de la taquilla demostró que nos sabíamos de memoria 'Busca lo más vital' y 'Quiero ser como tú' pero que de dragones y niños huérfanos andamos más bien perdidos. Y es una auténtica pena. El director David Lowery aportaba su especial talento a la hora de manejar la delicadeza y la explosión emocional a un relato repleto de melancolía, personajes solitarios y ternura.
Una aventura para toda la familia que no quiso quedarse en su zona de confort, arriesgando y apostando por la tradición y el clasicismo antes que por los fuegos artificiales. Las lágrimas terminan apareciendo de la manera más natural posible, sin trucos efectistas ni maniobras dirigidas con el piloto automático. Hay honestidad, compromiso con la historia y sensibilidad real. Una pequeña maravilla.
'La forma del agua'
La mirada de Sally Hawkins observando desde el otro lado del cristal del autobús. Richard Jenkins planteándose si ha nacido demasiado pronto o demasiado tarde. Un hombre pez pidiendo más música con la que observar a su compañera bailar en medio del frío de una cárcel disfrazada de laboratorio. Una lluvia torrencial de pasión desbordada sobre el techo de un cine de los de toda la vida, esos que habrían proyectado doscientas sesiones de 'La forma del agua' sabiendo que nunca faltarían espectadores que se acercaran a ella con una mezcla de expectativas y curiosidad.
Porque si algo tiene la última propuesta hasta la fecha de Guillermo del Toro es un evidente mensaje de amor al cine como vehículo de sueños y frustraciones, evasión y realidad, conflicto y sangre, sí, pero también poesía y pasión. Más sexo que amor, más sudor que lágrimas. 'La forma del agua' no es perfecta, ni muchísimo menos, pero tiene algo especial. Y ese elemento identificable, más allá de un acabado visual maravilloso y un subrayado mensaje a favor de las minorías, es lo que la ha convertido en una de las ganadoras al Oscar a Mejor película más estimulantes, por lo distinto, de la última década.