Después de quince años sin ponerse tras las cámaras desde 'Boxing Helena', Jennifer Chambers Lynch ha regresado con 'Surveillance', película protagonizada por Julia Ormond, Bill Pullman, Pell James, Ryan Simpkins, French Stewart, Kent Harper, Kyle Biere, Hugh Dillon y Gill Gayle que se ha erigido como vencedora de la presente edición del Festival de Sitges.
La historia trata sobre dos policías que intentan detener a un asesino en serie, para lo que cuentan con las declaraciones de varios testigos: una familia, una pareja de jóvenes y un par de policías, cuyas versiones difieren a la hora de explicar su encuentro con el psicópata.
Notable, que no excelente, resulta ser el segundo largometraje dirigido por la hija de David Lynch, quien ejerce de productor ejecutivo, en una película que, pese a todo, se perfila como digna vencedora de esta 41ª edición del Festival de Sitges, muy en la línea seguida por el festival con títulos como 'Election'.
Tensa, asfixiante y plagada de humor negro, 'Surveillance', que parece ser que llegará próximamente a las salas comerciales bajo el título de 'Vigilancia', contiene no pocas virtudes, entre las cuales cabría destacar tanto la labor interpretativa de unos notables Bill Pullman y Julia Ormond, como un pulso narrativo verdaderamente formidable.
A través de dicha atmósfera malsana y opresiva -quizá el principal punto en común con el universo fílmico de su padre-, Jennifer Chambers Lynch mantiene al espectador atrapado en una red de personajes inquietantes y retorcidos, en un microcosmos de abierta tendencia redneck en el que una dualidad de carácter marcadamente genérico se erige como principal atractivo, recordándonos en más de una ocasión, en fondo y forma, a películas como 'Asesinos natos' y 'Giro al infierno', ambas firmadas por Oliver Stone, si bien la sombra de títulos como 'Terciopelo azul', 'Carretera perdida' y 'Twin peaks' se nos antoja asímismo ineludible.
Notable, que no excelente
Así pues, 'Surveillance' juega constantemente con la ambiguedad, aplicada tanto al entramado como a los personajes, ninguno de ellos libre de culpa según la objetividad de los agentes del FBI y, por ende, del espectador, sensación que se ve acrecentada a través de una fragmentada narración construida a partir de los puntos de vista de los tres supervivientes bajo la forma de unos flashbacks cuyas imágenes distan bastante de coincidir con la voz en off que las describe en forma de alegato. Es a través de dichos elementos que Jennifer Chambers Lynch apunta directamente con el dedo a todos y cada uno de los personajes involucrados, quienes se descubren como moradores idílicos de ese American Gothic que ha gobernado el cine de género norteamericano desde hace más de medio siglo.
De este modo, dichos personajes son llevados al extremo más malsano, casi caricaturesco, al arquetipo más enfermizo, en ese universo propio de 'La matanza de Texas' y títulos similares en el que Jennifer Chambers Lynch sumerge al espectador desde un buen comienzo en una espiral de sordidez, para darle un giro final de 180 grados presumible aunque no por ello menos sorprendente y loable, que tiñe de no poca ironía los prejuicios que la propia directora ha ido alimentando a lo largo del metraje, acrecentando más si cabe ese humor negro que destila a lo largo de la película.
Quizá habría que echarle en cara a 'Surveillance' cierta irregularidad en la parte central del metraje, durante la cual ciertas narraciones se nos antojan desproporcionadamente largas en comparación con la línea general marcada a lo largo de la película, si bien dicho handycap no es sino un mal menor para una cinta encomiable en líenas generales.