Y lo harán en la categoría que les corresponde como mujeres. La sociedad en general y el colectivo LGTB en particular estamos de enhorabuena, y aunque sea cuanto menos sorprendente admitir que todavía hacen falta titulares como este, casi obligatorio resulta difundirlo: las actrices Kitana Kiki Rodriguez y Mya Taylor, las dos protagonistas transexuales de la comedia dramática 'Tangerine', podrán ser valoradas por la Academia como mejor actriz protagonista y mejor actriz de reparto respectivamente.
Una Academia en la que el poder del hombre heterosexual blanco sigue estando vigente que, de vez en cuando, es capaz de quitarse alguna telaraña y dar un pequeño paso hacia delante. Y es que suena increíble pero será la primera vez en la historia que una distribuidora respalda públicamente a una persona transexual interpretando un personaje transexual para ser candidata a una nominación a los Óscar atendiendo a su identidad de género y no a su sexo biológico.
Ni siquiera una industria como la nuestra, que se jacta de una mentalidad más abierta y de abanderar la libertad y la igualdad con un Pedro Almodóvar a la cabeza de muchos otros, se libra de momentos oscuros, rumores y declaraciones poco claras sobre la identidad o la orientación de actores y actrices que, antes de hacerse famosos, vivían con mayor naturalidad su condición. Esperemos que el éxito de series como 'Transparent' y 'Orange is the New Black'; o la presencia en el cine de la problemática gay y transexual, con títulos recientes como 'La chica danesa' o 'Carol', haga que tanto el público como los profesionales del medio normalicen esta realidad poco a poco.
Camino al éxito
Todos los espectadores, críticos de cine o no, que ya por el ejemplo en Sundance han podido disfrutar de 'Tangerine' coinciden en resaltar la frescura de las dos actrices protagonistas buceando en una historia sobre prostitución trans en los suburbios de Los Ángeles; con una naturalidad que humaniza los claroscuros de comedia dramática que destila el guion: quizás porque Sean Baker usó la cámara de un teléfono móvil y una aplicación de 8€ para obtener todo el metraje, o porque es reconfortante disfrutar de un producto que, aunque imperfecto, sea una mirada más certera sobre la rutina -pese a todo, alegre- de lo marginal.