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ANÁLISIS

Goya 2016: 'Truman' gana en una gala casposa y desastrosa

'Truman' se lleva cinco Goyas en una gala que parecía realizada en los años 90, con números aburridos y largos y un Dani Rovira que tan pronto estaba en lo más alto como se convertía en un cuñado.

Por Jesús Agudo Más 7 de Febrero 2016 | 01:46
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Creo que la Academia está intentando reírse de nosotros. Lo creo ciertamente porque, en vez de querer mejorar un poco con las galas de los Goya, parece que van para atrás. Porque ninguno nos esperábamos el circo que estábamos a punto de ver en la edición de 2016, una que podría haber sido muy emotiva gracias al 30 aniversario de los galardones, y que se puede resumir en una palabra: lamentable.

Dani Rovira y Jorge Blass

Deberíamos habérnoslo olido todos cuando el primer número musical dejaba bastante que desear, pero al fin y al cabo es seña de identidad de los Goya, y podemos pasárselo, que estaban de cumpleaños. Pero luego llegó Dani Rovira, que el año pasado estuvo bastante bien en su papel de maestro de ceremonias, y que este año ha oscilado entre el humorista certero que sabe ser y el cuñado que nunca pensaríamos que sería. Con los políticos consiguió hacernos reír a carcajadas, con Tim Robbins y Juliette Binoche consiguió que los pobres pusieran cara de "tierra, trágame" hablándoles en inglés y francés (o algo), con Berto Romero tuvo un momento de lo más extraño "nariz contra nariz", con Jorge Blass de lo más casposo. Por que sí, Jorge Blass. Estábamos en los 90 y no nos habíamos dado cuenta. Por eso estaban los actores de 'El Ministerio del Tiempo'...

Porque sí, en vez de intentar darle al público lo que quiere, que es una gala ágil, sin momentos musicales que hagan más largo lo interminable, y con un humor más de stand up que de 'Hostal Royal Manzanares', etcétera. Las claves las tienen, pero las ignoran como los mejores. Si no, es incomprensible que apareciera a la una de la madrugada un coro de tambores para "rendir homenaje" a Luis Buñuel, o que Dani Rovira y Jorge Blass se tiraran diez minutos haciendo números de magia. Una vez más, el teléfono de José Luis Moreno parecía estar en marcación rápida en RTVE. Que de nuevo se han cubierto de gloria con una realización vergonzosa: mal sonido, mal las cámaras, mal el subir la música a un pobre hombre hecho un manojo de nervios al no encontrar los nombres en un papel, y mal cortar a Natalia de Molina, claramente afectada, cuando iba a pedir 'Techo y comida' para todos como en su película, pero tirarse luego cinco minutos de tambores. No lo pudo decir mejor Ricardo Darín: "dudoso el criterio de poner la musiquita". Pero eso, un suspenso rotundo. No se puede poner a Serrat en un escenario y hacer que suene como si estuviese cantando en un karaoke. El ritmo, de nuevo, por los suelos. Una gala larguísima, con pocos momentos de interés y llena de tiempos muertos. Que uno de los últimos Goya los presentara Victoria Abril con unas copas de más fue la guinda del pastel.

A ver, no todo fue malo en la gala. Pero si hubo momentazos, fue de nuevo gracias a los ganadores. Sin duda, nos quedamos con Daniel Guzmán y Miguel Herrán, lo más emotivo de la noche. Guzmán se puso a llorar en cuanto ganó el protagonista de 'A cambio de nada'. "Me has dado una vida, Daniel", dijo el joven. Y todos llorando ya. Daniel Guzmán, por su parte, dedicó su cabezón a su abuela, que al final no se llevó premio: "Eres mi estrella". Irene Escolar se llevó un buen número de aplausos tras llegar fugaz desde su obra de teatro para hacerse con el Goya. Natalia de Molina también fue un amor con su sinceridad al recoger el premio a la mejor actriz: "Esto parece una película". Y tuvo que venir un argentino como Ricardo Darín para decirlo alto y claro: "Señores políticos, hagan algo por la cultura, que es lo único que hay que hacer". El compositor Lucas Vidal también fue uno de los grandes: "Ved cine español, que mola mucho".

Pero el que triunfó de calle, aunque fuera con un discurso bastante manido, fue Antonio Resines. El presidente de la Academia, muleta en mano, mantuvo su estilo campechano. No le salieron muy bien las matemáticas al decir que los españoles pirateamos miles de películas al minuto, cosa bastante exagerada, pero tuvo un bonito gesto con los dueños de los videoclubs que se mantienen abiertos. Y tuvo un momento "like a sir" al final en el que utilizó la broma que siempre hemos usado contra él: "Tengo una mala noticia que daros: no terminaré mi discurso con un rap". Este año hubo mucha presencia política, y dieron mucho juego, no solo en redes sociales. Rovira estuvo sembrado con Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Alberto Garzón, a los que les sugirió que podían deliberar con un plasma que tenían en la habitación de al lado, y al Ministro de Educación en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, le dio bastante cera. Todo correcto. Manuela Carmena también fue una de las más aplaudidas. Al menos este año estaban, ya es un logro.

Ganadores de los Goya 2016

'Truman' gana en un palmarés desconcertante

Pero aquí hemos venido a repartir premios, y hasta en eso ha sido todo sumamente desconcertante. La gran favorita, 'La novia', se ha ido solamente con dos Goyas y se ha convertido en la gran perdedora de la noche. 'Truman' ha acabado triunfando con el Goya a la mejor película, mejor director, mejor actor y actor de reparto y mejor guión original. Y 'Nadie quiere la noche' ha dado la campanada con cuatro Goyas. Aunque evidentemente el criterio de la Academia es completamente válido, parece que los viejos conocidos acaban imperando por encima de la sangre fresca, y los "amigos" salen a relucir más de lo que parecía por las quinielas. Nos alegramos mucho por todos, y 'Truman es una gran película, pero queda la sensación de nuevo de que han arriesgado poco.

En definitiva. Un suspenso total. Una gala aburrida, rancia y llena de errores. Un Dani Rovira que a veces sí y a veces no, no, no. Entre ganador y ganador, una eternidad llena de cosas que podrían esperarse antes de 'Noche de fiesta' que de una gala celebrada en 2016. La Academia parece hacer oídos sordos a lo que realmente pide la audiencia, y como siga así ni siquiera Rovira va a conseguir salvar el barco. El cine español se merece mucho más. Una actualización, un lavado de cara. Y terminar con un selfie no es la respuesta. De verdad, no lo es. Probablemente se quejarán de que nos hemos lanzado a la yugular sin remedio. Pero este año no tienen perdón, más aún cuando podrían haber tirado de nostalgia y no de tambores o prestidigitadores. De verdad que un servidor siente que se han reído de él durante más de tres horas. ¿Cómo la habéis visto vosotros?

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