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PRECRÍTICA

'Revolutionary Road', el sueño americano

Sam Mendes arremete nuevamente contra el American Way of Life en una película que, por momentos, roza la excelencia.

Por Óscar Martínez 22 de Enero 2009 | 08:02

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Basada en la novela de Richard Yates, 'Revolutionary road' ha sido dirigida por Sam Mendes y protagonizada por Leonardo DiCaprio, Kate Winslet, Kathy Bates, Kathryn Hahn, Michael Shannon y Zoe Kazan.

Ambientada a mediados de los años cincuenta, DiCaprio y Winslet interpretan a una pareja con dos hijos, que vive en los suburbios de Connecticut. Su vida es aparentemente feliz, pero ambos se encuentran ante la disyuntiva de luchar por sus verdaderos deseos o conformarse con su estado atual, con explosivas consecuencias...

Podríamos decir que 'Revolutionary road' es una suerte de paradigma de la obra del escritor Richard Yates, mordaz crítico del mitificado American Way of Life en el grueso de sus novelas. Por ello, no resulta del todo extraño que un director como Sam Mendes escogiera la novela de Yates para realizar su cuarto largometraje.

Y es que la obra de Mendes, al igual que la de Yates, emana una fuerte crítica a la sociedad americana en general ('American Beauty'), como a universos mitificados (curiosamente, en buena medida a través del celuloide) como son la mafia ('Camino a la perdición') o la guerra ('Jarhead'). De todas sus películas se desprende un fuerte poso de amargura, y 'Revolutionary road' no podía ser una excepción.

Si 'American Beauty' era una deliciosamente salvaje crítica al establishment norteamericano actual trasladable al grueso de la sociedad occidental, 'Revolutionary road' viaja al pasado (al menos, en apariencia) hasta los mismos orígenes de dicha sociedad, surgida a lo largo de mediados del siglo pasado, donde la aparente bonanza económica tras la Segunda Guerra Mundial dio pie al auge del consumismo popular y, por decirlo de algún modo, de una nueva revisitación del American Dream.

Notable, que no excelente

Bajo dicho marco nos encontramos con una pareja joven y atractiva, con dos hijos y bien asentada, una imagen modélica, casi de catálogo, de dicho modo de vida, a través de la cual Sam Mendes disecciona la falsa felicidad de una vida repleta de pequeñas miserias y grandes decepciones, en la que el tiempo ejerce una capital importancia. Y es que no es otra cosa que el devenir del tiempo lo que diferencia las actitudes de sus protagonistas, es el paso del tiempo el que transforma sueños en pesadillas, esperanzas en frustraciones, amor en odio.

Los sueños de grandeza, el egocentrismo de la juventud, ceden lentamente a una frustración tamizada bajo el conformismo y la rutina, una silenciosa rendición que el personaje interpretado por Kate Winslet se niega a aceptar. El conflicto, pues, no radica verdaderamente en dicha rendición personal, por la que todo ser humano debe pasar tarde o temprano y en mayor o menor medida, sino en el reflejo que el personaje de Winslet ve en su esposo, un Leonardo DiCaprio que ahoga sus propias frustraciones a través del acohol, las infidelidades o las nimias victorias cotidianas. De este modo, si bien Revolutionary road es, abiertamente, una dura crítica al anteriormente mencionado American Way of Life, su verdadero trasfondo no deja de ser transliterable a cualquier pareja joven de hoy día.

El descenso a los infiernos conyugales elaborado por Sam Mendes resultaría redondo si no fuera por cierto exceso de dramatismo y por su reiteración en un mismo patrón, que en ocasiones no consigue trasladar al espectador ese inmenso dolor que puede llegar a nacer de una pequeña miseria, si bien la película contiene escenas verdaderamente loables, como la presentación inicial de sus personajes, perfecto resumen tanto de la situación como de sus psicologías enfrentadas, o el emocionalmente devastador desayuno final.

Tanto Kate Winslet como Leonardo DiCaprio bordan su papel, si bien un servidor destacaría por encima de todo a éste último, quien logra equipararse a su pareja de baile con un rol mucho más mundano y menos voluble, cosa que realmente resulta meritoria aunque quizá menos reivindicable a primera vista.