Compite en la Sección Oficial del Festival de Málaga 2016, y no es para menos. El cine español ha hecho muchas comedias a lo largo de los últimos años, algunas de ellas muy aplaudidas y galardonadas, pero el reinado de este 2016 parece que va a ser para 'La noche que mi madre mató a mi padre', película que tiene todos los elementos para conquistar tanto a la crítica como a los espectadores: una divertida historia, unos grandes actores, unos gags que no chirrían y un descontrol que, aunque impresiona, es impulsor de sonoras carcajadas.
Algo que todos nos preguntábamos después de ver películas como 'Mar adentro', 'Los ojos de Julia' o 'Ismael' era cómo funcionaría la gran actriz Belén Rueda en una comedia, y ahora la respuesta ya está servida: funciona perfectamente. Rueda ha tenido la suerte de que una creativa guionista y directora como Inés París haya escrito una película para ella, y ha sabido estar a la altura. La actriz refleja perfectamente las dudas, nervios e histeria de una actriz en la cuarentena a la que no se le ofrece ningún papel, y que haría cualquier cosa por conseguirlo. Y qué divertida está. Esos gestos y expresiones tan naturales y descacharrantes con los que compone su desesperación, su ansiedad, su coquetería o sus inseguridades, hacen olvidar que estemos hablando de una actriz experta en dramas.
Pero es que el resto del reparto no se queda atrás. Sabíamos que Eduard Fernández es un gran actor, pero este personaje que compone, tan inseguro y celoso y que se revela como un desequilibrado investigador de crímenes, es de otro nivel. Contrasta mucho con Fele Martínez, que se muestra jeta y sinvergüenza pero sin que esta chulería canse, sino que, acabe ofreciendo algunos de los mejores momentos de la película. María Pujalte, viajando desde la rígida solidez hasta el auténtico desparrame a través de todos los estados intermedios, y Diego Peretti, genuino argentino ofreciendo una deliciosa mezcla entre dulzura, educación, desconcierto y conmoción, también están maravillosos. Mención aparte merece Patricia Montero, la actriz más novata y que más pereza daba ver, y a la que ahora debo dar la enhorabuena. No es nada fácil interpretar a la chica joven, hiperactiva y ligera de cascos que molesta e incomoda a todos porque no tiene vergüenza de nada sin que esta resulte algo cargante o no creíble para el público, y ella lo ha hecho. Sin duda el guion de esta película es muy bueno, pero Montero ha demostrado que ella también lo es. De aquí solo van a poder salirle cosas buenas.
'La noche que mi madre mató a mi padre' explora diferentes terrenos como el de la industria del cine y lo peliagudo que es sacar adelante una película, algo que es mucho más complicado de lo que aún se piensa, y más hoy en día. Un guion puede ser cambiado por los menesteres de cualquier contribuyente, una actriz puede ser elegida por razones muy diferentes al casting que haga, y se necesita dinero, mucho dinero. Luego está el terreno de las relaciones con los ex, algo que empieza de forma muy moderna y enrollada hasta el punto de que uno casi se cree que puede funcionar (¿podría funcionar alguna vez?), pero que acaba cayendo en bucle entre celos, mentiras y significativas revelaciones. Las discusiones en la mesa, a veces sobre temas tan importantes y otras veces tan banales, pero que van in crescendo, recuerdan a la ocurrente 'Un dios salvaje' y a su decadencia e intolerancia. También se introduce en el mundo del thriller policíaco, un reflejo de los gustos de Inés París, y antes de darte cuenta estás inmerso en una investigación policial a dos bandas, un auténtico berenjenal.
Una comedia para el público
Esta película es un ejemplo más de cómo en el cine español, y especialmente en la comedia, todo es posible y todo vale para hacer reír al público y para transgredir, como la propia Inés París nos contaba. Pero, ¿hasta qué punto es esto lícito? ¿Ya nos hemos acostumbrados a ver muertos y asesinatos y que no importen? ¿Todos los porrazos son divertidos? Parece que los sentimientos e interrogantes de los personajes quedan escondidos al servicio del guion, que se va un poco de las manos en su final, ya que todo parece salirse de su sitio y esto produce una confusión y un desajuste que el espectador puede encontrar difícil de seguir, pero que también es un arma de doble filo, ya que la locura llega a su estado máximo, y con ella también las risas.
A partir su segundo punto de giro, 'La noche que mi madre mató a mi padre' da un vuelco y la divagación entre realidad y ficción se hace más presente que nunca en un hilarante surrealismo. Se crean alrededor de tres equipos diferentes entre los personajes, nadie sabe a ciencia cierta lo que sabe el resto... Esa escena en la cocina en la que María Pujalte, Diego Peretti y Eduard Fernández observan los movimientos de Belén Rueda, no tiene precio, y tampoco lo tiene el anticlímax, impactante y que colma los colmos, explosión y secuestro de autobús incluido, y tras al que a Diego Peretti se le queda una expresión en la cara que no le abandona hasta el final de la película y que hace que a nosotros no nos pueda abandonar la carcajada. Sí que es una pena el clímax, un poco más flojo y ligeramente predecible, pero después de 90 minutos de divertidas sorpresas poco hay que reprochar.
Sea como sea, 'La noche que mi madre mató a mi padre' es una comedia brillante, muy bien hecha y con una elección de reparto maravillosa. Se nota que la historia fluye, que los personajes conectan y que la locura está bien construida. La película se estrena mañana en los cines, ya está publicitada por todo el país y tiene pinta de encontrarse entre el palmarés del Festival de Málaga de este año.
Nota: 8/10
Lo mejor: El maravilloso reparto que tiene.
Lo peor: El final se va un poco de las manos.