Qué título más apropiado el de la primera aventura en solitario de Spider-Man en el Universo Cinematográfico Marvel. 'Spider-Man: Homecoming' no solo hace referencia al muy americano y muy adolescente rito del baile de inauguración del curso escolar después del verano, sino al hecho de que, por fin, Spider-Man vuelve a casa, es decir, a Marvel Studios, después de muchos años viviendo exclusivamente bajo el techo de Sony Pictures. Con el objetivo de dar a Peter Parker la bienvenida más cálida posible al mundo de los Vengadores, ambos estudios han unido fuerzas para organizarle un baile inolvidable, una película que encaja perfectamente en el gran esquema de Marvel sin sacrificar ni un ápice de la esencia del superhéroe arácnido.
Se dice pronto, pero son tres Spider-Man cinematográficos diferentes tan solo en una década, y dos reboots con muy poco tiempo entre ellos. El reto de devolver a los espectadores el entusiasmo por el personaje tras 'The Amazing Spider-Man' y su secuela era muy complicado, y requería de la asistencia de alguien versado en la materia: la propia Marvel. El estreno en 2016 de 'Capitán América: Civil War' supuso la presentación de Spider-Man en el Universo Marvel, con Tom Holland recogiendo el testigo de Andrew Garfield apenas tres años después de la cancelación de los planes originales de Sony para construir su Universo Cinematográfico Arácnido. La presencia de Peter Parker en 'Civil War' fue una prueba de fuego, Marvel tanteando el terreno para ver cómo reaccionaba el público ante la nueva iteración del popular superhéroe. Y el resultado no pudo ser más positivo.
El público quedó encantado con el nuevo Spidey, y su muy celebrada participación en 'Civil War' consiguió lo que parecía impensable hace pocos años: crear expectación y aumentar las ganas por ver el nuevo reinicio de una franquicia que estaba pidiendo a gritos ser aparcada durante un tiempo. Y así, con nuestro entusiasmo por el Tepamuros renovado, recibimos con los brazos abiertos 'Spider-Man: Homecoming', dirigida por el semidesconocido Jon Watts ('Clown', 'Coche policial'), una aventura decididamente más "discreta" y campechana que las entregas más recientes del Universo Marvel, más pequeña en escala, pero muy grande en entusiasmo, inventiva y corazón.
Los geeks heredarán la Tierra
'Spider-Man: Homecoming' transcurre inmediatamente después de los acontecimientos de 'Civil War', cuando Peter Parker regresa a su hogar en Queens, donde vive con su tía May (espléndida Marisa Tomei), tras su primera gran batalla junto a los Vengadores. Ansioso por volver a formar equipo con los Héroes Más Poderosos de la Tierra, Peter ve desesperado cómo pasan los días sin que Tony Stark requiera de nuevo sus servicios, por lo que no tiene más remedio que experimentar su identidad como superhéroe en solitario, ocupándose de ladrones, traficantes y demás malhechores callejeros mientras sus mayores se enfrentan a amenazas más grandes. Con Stark siguiendo sus pasos, Peter intenta llevar una vida normal compaginando sus obligaciones como estudiante con su responsabilidad como justiciero, pero la irrupción de un nuevo villano, el Buitre (Michael Keaton), le obligará a desobedecer a su consejero y buscar por su cuenta su propio destino como héroe, sometiéndose a su prueba más dura hasta ahora.
Después de su satisfactorio debut en 'Civil War', la puesta de largo de Spider-Man en el Universo Marvel supone el regreso a los pasillos flanqueados por taquillas, al laboratorio de ciencias y la cafetería dividida en estratos sociales. Efectivamente, tal y como se nos había prometido, 'Spider-Man: Homecoming' no es solo una cinta de superhéroes, también (y quizá sobre todo) es una película de instituto. Recogiendo influencias de los grandes títulos del cine teen norteamericano de los 80, y con John Hughes como principal referente, 'Homecoming' cobra vida siguiendo las pulsaciones de películas como 'El club de los cinco' o 'Todo en un día', renovando el molde clásico del género para hablarnos de la juventud moderna, visiblemente más diversa, antes de agitar sus cimientos con la acción propia del espectáculo marveliano.
El cine de Hughes se puede respirar en cada una de las escenas que tienen lugar en el instituto de Peter Parker. No falta la trama romántica entre el nerd y la chica más popular, el mejor amigo aun más friki que el protagonista, las fiestas en casa en ausencia de los padres o la icónica aula de detención, a la que Michelle, el misterioso personaje interpretado por Zendaya, le gusta acudir a pesar de no haber sido castigada, en lo que es un clarísimo homenaje al personaje de Ally Sheedy en 'El club de los cinco'. Y por si todo eso fuera poco, la banda sonora se encarga de acentuar el espíritu ochentero con temas populares de la época, que encajan como anillo al dedo en el estilo y el tono del film. Por todo esto, 'Spider-Man: Homecoming' es una de las películas de superhéroes con una personalidad más definida y distintiva, un soplo de aire fresco que, a pesar de sus guiños al pasado, nunca se ahoga en la moda nostálgica.
Y si no lo hace es porque también mira constantemente al futuro. Al futuro de la juventud que retrata, y al del Universo Marvel, con abundantes referencias al nuevo orden de los Vengadores tras los acontecimientos de 'Civil War' y guiños a lo que podríamos ver en próximas entregas marvelianas. A este respecto, cabe destacar la presencia de Robert Downey Jr. como Tony Stark, que como ya hemos señalado, ejerce como mentor y supervisor de Peter Parker. La campaña de marketing de 'Spider-Man: Homecoming' podría hacer creer que estamos ante 'Iron Man 4', pero nada más lejos de la realidad. Watts, Kevin Feige y todo el equipo de Marvel y Sony (ya sabemos que la autoría de estas superproducciones es muy compartida) se han asegurado de que nadie eclipse al único y verdadero protagonista de esta película: Peter Parker.
Más que cebo para la audiencia (que un poco también), la presencia de Downey Jr., así como la de Jon Favreau como Happy (que tiene incluso más tiempo en pantalla que Stark), funciona como herramienta y catalizador para iniciar el viaje personal en el que Peter se embarca tras vivir su primera gran aventura junto a los Vengadores. Es decir, no hay que tener miedo de que 'Spider-Man: Homecoming' sea una entrega encubierta de 'Iron Man', porque a pesar de la importancia de Stark y su tecnología para la historia de Peter y el desarrollo de este nuevo tecno-Spider-Man (su traje inteligente a lo Iron Man es la novedad más importante con respecto a las anteriores encarnaciones), esto no deja de ser a todas luces una película del Trepamuros.
El Buitre, un buen villano para variar
Uno de los mayores aciertos de 'Spider-Man: Homecoming' es que evita caer en las redes de la origin story, obviando algunos de los elementos más característicos de la archiconocida mitología del personaje. El nuevo Hombre Araña no es un reboot tradicional en el sentido de que no vuelve a empezar absolutamente de cero, sino que aprovecha el hecho de que el origen del personaje forma parte del imaginario colectivo para saltar directamente a lo nuevo, a la vida de Peter Parker después de la picadura de araña y la muerte del tío Ben, acontecimientos fundacionales del personaje a los que en 'Homecoming' se hace referencia de soslayo (tampoco esperéis oír lo de "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad"). De esta manera se evade el agotamiento y el hastío que habría provocado volver a ver lo mismo por tercera vez en tan poco tiempo.
También es significativo que el villano al que se enfrenta Peter Parker en esta ocasión no sea el Duende Verde, sino el Buitre, uno de los primeros y más emblemáticos archienemigos de Spidey en los cómics. A nadie se le escapa la deliciosa ironía de que, antes de convertirse en el Buitre, Michael Keaton interpretase en 'Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)' a un actor crepuscular que vive bajo la sombra del superhéroe que le dio la fama. En el que es el guiño meta-auto-referencial más divertido del cine reciente, el actor encarna a un villano-ave que se convierte en el primer gran contrincante de Peter. Y lo cierto es que el Buitre no solo no decepciona, sino que se corona como uno de los villanos más satisfactorios del Universo Cinematográfico Marvel, un personaje que se aleja del sempiterno megalómano con ansias de poder que amenaza con destruir el mundo, para erigirse como un enemigo más real, y por tanto, más terrorífico.
Como decíamos, 'Spider-Man: Homecoming' evita los lugares comunes que han contribuido a que se hable de "fatiga del cine de superhéroes" y, como ya hiciera 'Ant-Man', su tercer acto no incurre en el ya trillado recurso de poner a la Tierra en peligro, sino que presenta una batalla que, sin escatimar en el factor asombroso, transcurre a un nivel más humano y personal. Pero no es el explosivo enfrentamiento final entre Spider-Man y el Buitre lo más destacable de la relación héroe-villano de 'Spider-Man: Homecoming', sino las escenas inmediatamente previas al clímax, el momento en el que conocemos al verdadero Adrian Toomes y Peter descubre su secreto, durante la que es una de las escenas más tensas y mejor interpretadas de toda la película.
Tom Holland, el Peter Parker perfecto
Tobey Maguire siempre será el original, Andrew Garfield fue un notable sucesor a pesar de las circunstancias, pero Tom Holland es el Peter Parker definitivo. Ya pudimos comprobar en 'Civil War' lo bien que el joven actor británico encajaba en las mallas del personaje, y cómo personificaba en solo un par de escenas toda su esencia. Además de volver a demostrar su gran destreza acrobática en su primera película individual, Holland aporta una energía renovadora a Spider-Man, clava los chascarrillos clásicos del personaje durante las peleas y desprende un entusiasmo que resulta contagioso. Su Peter Parker es divertido, inseguro, ingenioso, hiperactivo, natural y carismático, es un adolescente moderno, y es el adolescente de siempre, un chaval intentando ser normal cuando sabe que es extraordinario, e intentando ser extraordinario para escapar de la normalidad, tu amigo y vecino Spider-Man.
Al contrario de lo que ocurría en las anteriores versiones del personaje, la mayoría de los actores de 'Homecoming' se acercan más a la edad de sus personajes (o la aparentan mejor), lo que aporta mayor credibilidad a la historia y ayuda a orientarla a un público más joven, que parece ser la idea. Teniendo en cuenta que el Hombre Araña siempre ha sido uno de los superhéroes más populares entre los más pequeños, es todo un acierto haber huido de un tono más oscuro y dramático, en favor de uno más ligero, propio del cine familiar. El humor vuelve a ser esencial en una película de Marvel, con hallazgos cómicos estelares, como las conversaciones de Peter y Karen, la IA de su traje (doblada en la versión original por Jennifer Connelly), los simpáticos exabruptos de la tía May (Tomei se lo pasa genial en las pocas escenas que tiene) o la entrañable amistad entre el protagonista y Ned (Jacob Batalon). Pero más juvenil no implica necesariamente inmaduro o inacabado, al contrario, 'Spider-Man: Homecoming' desprende seguridad en sí misma, tiene una estructura narrativa sólida, se las arregla para incluir multitud de easter eggs (al UCM y a los cómics) sin que la película acabe fagocitada por el empeño en conectarlo todo, y sabe cómo introducir a un superhéroe todavía en pañales sin que parezca que estamos asistiendo a un preámbulo alargado, dejando espacio para crecer y para que el espectador desee ver cómo les va a Peter y a sus compañeros en el futuro.
Evaluación final: Amazing!
Poco se le puede reprochar a 'Spider-Man: Homecoming', de nuevo el espectáculo colorista y bien calibrado que esperamos de Marvel. El estudio vuelve a brillar en las escenas y coreografías de acción, yendo de menos a más, con set pieces que crecen en magnitud a medida que avanza la película, marcando así su excelente ritmo y aportando el esqueleto: un hilarante enfrentamiento con unos Vengadores falsos a nivel de calle para calentar, un vertiginoso y enervante rescate en el obelisco de Washington (posiblemente el mejor stunt de la película) y un monumental accidente en ferry para atraparnos por completo, y una traca final para terminar por todo lo alto (literalmente).
Pero esta vez se añade un factor más humano e íntimo, proporcionado por un héroe imperfecto y vulnerable, un protagonista adolescente en pleno proceso de autodescubrimiento, como cualquier joven de su edad, que está aprendiendo a ser un superhéroe a la vez que una persona. Es decir, la quintaesencia de Spider-Man. El gran trabajo interpretativo de Holland, el atinado enfoque juvenil de la película, la inteligencia con la que se supera el reto de convertir lo viejo en algo nuevo (algunos cambios no convencerán a los más puristas de los cómics, pero funcionan) y la infalible aleación marveliana de acción, humor y emoción hacen de 'Spider-Man: Homecoming' una de las cintas de superhéroes más refrescantes del cine reciente.
Nota: 8
Lo mejor: Tom Holland sencillamente lo borda. Un buen villano con entidad y motivación. Las escenas cotidianas en el instituto, incluso más emocionantes y satisfactorias que las de acción (y mira que la acción es sobresaliente). Y la que es probablemente la mejor escena post-créditos de Marvel hasta la fecha.
Lo peor: Que su metraje de más de dos horas puede pasar factura. Falla en la representación femenina: quizá las estén reservando para la próxima, pero en esta ocasión Marisa Tomei, Zendaya, Laura Harrier y Angourie Rice hacen y aparecen menos de lo que esperábamos.