Se ha puesto de moda últimamente una frase, dicha por las estrellas de Hollywood cuando tienen que defender sus películas malas: "no está hecha para los críticos, está hecha para los fans". Una afirmación deleznable que ofende a todos por igual: a los críticos por despreciar su papel de análisis y lectura del cine contemporáneo y al público por presuponerle una falta de inquietud y criterio.
El público del manga y el anime, acostumbrado a historias complejas con mezclas de tonos y diversas capas de lectura, puede desmontar con facilidad esa frase. 'Death Note' será juzgada severamente por unos y por otros, y más cuando está basada en una de las series más laureadas de los últimos años. ¿Habrá estado el remake de Netflix a la altura de la original? La respuesta corta es: no.
Depende de cuáles sean las expectativas de cada uno al enfrentarse a la nueva película de producción propia de Netflix. Para los fans más acérrimo del manga original, o del anime que vino después, esta nueva 'Death Note', versión estadounidense de acción real, será un pasatiempo olvidable, quizá una oportunidad perdida. Un producto inferior que no aporta nada nuevo en cuanto a la complejidad moral o la capacidad adictiva del relato que crearon Tsugumi Ohba y Takeshi Obata.
La premisa es exactamente la misma, aunque no así el desarrollo: Light Turner (Nat Wolff), un estudiante aventajado que sobrevive a sus días de instituto traficando con deberes resueltos y aguantando el acoso de los matones, encuentra un misterioso cuaderno en cuyo lomo lleva grabadas dos palabras: "Death Note". El "cuaderno de la muerte" tiene el poder de acabar con la vida de cualquier persona, siempre y cuando su portador escriba el nombre completo de la "víctima" teniendo en mente su rostro. Además, el cuaderno va acompañado de Ryuk (Willem Dafoe), un dios de la muerte que solo el portador, en este caso Light, puede ver.
Light tardará poco en autoproclamarse juez y verdugo omnipotente y empezará a ejecutar a supuestos ladrones, asesinos, violadores y demás individuos escurridizos ante la justicia. Algo diferente: Light actuará desde el principio en complicidad con su novieta Mia (Margaret Qualley), quien le hostigará para que siga matando. Cuando hayan asesinado a cientos de personas tras el seudónimo "Kira", ambos tendrán que despistar a "L" (Keith Stanfield), un implacable detective del FBI que localizará al misterioso asesino en Seattle, la ciudad en la que viven Light y Mia. Además, el padre de Light, James (Shea Whigham), formará parte de la investigación de "Kira" desde el principio.
Si uno busca una película para echar el rato un viernes por la noche buceando por el catálogo de Netflix, 'Death Note' será suficiente. Si distinguimos la estrategia de producción original de la plataforma entre cine de prestigio y festivales ('Beasts of No Nation', 'The Meyerowitz Stories') y productos de nicho para atraer a fans de otras edades y gustos, esta no entraría en la primera categoría. Sobre todo por su guion simplón firmado por Charley y Vlas Parlapanides (autores de aquel delirio llamado 'Immortals' con Henry Cavill) y Jeremy Slater. Un texto que dibuja rápido y mal a los personajes con tres pinceladas (siendo la que peor parada sale la chica, interpretada además sin mucha gracia por una chica a la que adoramos en 'The Leftovers') y que pasa muy por encima de los temas éticos pertinentes, para que los olamos y nos recuerden a todas esas obras que ya nos han hablado antes y mejor de ello. 'Buffy, cazavampiros', 'Watchmen' y otras muchas historias de superhéroes en las que seres con poderes superiores se cuestionan su derecho a decidir sobre la vida de los demás.
En esta 'Death Note', Light juega con la intención de limpiar al mundo de criminales pero pronto se descubre a sí mismo como un niñato engañado y encerrado en una situación que no puede controlar. Un personaje que en el manga resultaba muy superior en inteligencia y complejidad, y que deja claro que quizá esta es una historia para explorarla en un formato serializado, como 'Dexter', siempre y cuando haya esfuerzo y talento en la sala de guionistas.
Luego está la dirección de Adam Wingard, que viene de haber filmado una de las peores películas del año pasado, 'Blair Witch'. Aquí, el director que tanto prometía con las interesantes 'Tú eres el siguiente' y 'The Guest' resuelve con facilidad y sin romperse la cabeza. Hay escenas potentes como la primera muerte del puño y letra de Light, y el tratamiento visual de Ryuk es atractivo (probablemente lo más difícil de traducir del anime japonés a una estética occidental en acción real, más estilizada y pretendidamente realista).
El reparto está generalmente mal, siendo los dos protagonistas, Wolff y Qualley, los que peores trabajos hacen, mientras que el más salvable de todos es Lakeith Stanfield ('Déjame salir'), que hace un trabajo corporal que recuerda mucho al L original del anime. Por su parte, Willem Dafoe recoge gustosamente su cheque y se va a seguir trabajando en la escena más independiente y de guerrilla del cine estadounidense. Aunque, como hizo con el Duende Verde de Sam Raimi, es capaz de dejar su característica huella con una voz única.
Una adaptación olvidable
Será curioso ver cómo los fans de la 'Death Note' original reciben esta adaptación, pero intuyo que se moverán en el espectro entre la más absoluta indignación y la frustrada indiferencia. Wingard y sus guionistas han hecho lo mínimo: reciclar elementos e imágenes muy concretos (las manzanas de Ryuk), no escatimar en sangre y gore y hacer una versión lo suficientemente similar como para que sea reconocible mientras que cambian un par de detalles aquí y allá para guardar el elemento de la sorpresa.
De entre todas las decisiones creativas que hacen, por momentos, que este producto soportable e inofensivo se vuelva algo vergonzoso, la peor es el uso de la música. Los clásicos del pop estadounidense del género de bailes de instituto se van sucediendo, subrayando los momentos más importantes del relato con un toque definitivamente hortera. Una pena, ya que visualmente el trabajo de David Tattersall ('La milla verde', las precuelas de 'Star Wars') es una de las mayores bazas de la película.
Nota: 5
Lo mejor: Ryuk, el dios de la muerte, por la voz de Willem Dafoe y por su integración visual
Lo peor: Su guion y la interpretación del protagonista, Nat Wolff