La llegada de películas de animación japonesa a salas españolas es todo un logro que hay que seguir aplaudiendo y alabando. No solo porque se trata de un mercado con muchos seguidores, también porque desde Japón llegan producciones dignas de ser vistas en la pantalla grande. Tras las magníficas 'Your Name', 'En este rincón del mundo' y 'Ancien y el mundo mágico', llega 'A Silent Voice', dirigida por Naoko Yamada y fue premiada como mejor filme de animación en los Tokyo Anime Awards 2017.
Shoko Nishimiya acaba de llegar al colegio donde estudia también Shoya Ishida, uno de los chulitos de sexto de primaria. La niña es sorda, lo que le obliga a comunicarse con el resto de sus compañeros con libretas en las que escribe o en lenguaje de signos. Shoya, de carácter inmaduro, empieza a molestar y acosar a Shoko, provocando un día una fuerte herida en uno de sus oídos al arrancarle los auriculares de forma violenta. Después de que la madre de Shoko decida cambiarle de colegio, será Shoya el que empiece a sufrir acoso escolar. Años más tarde, ya en el instituto, el joven se ha convertido en un chico retraído y desconfiado. Sintiéndose aún muy culpable de los errores que cometió en el pasado, decide buscar a Shoko para pedirle disculpas y reconciliarse consigo.
Compromiso social ante el acoso escolar y el suicidio adolescente
Basada en el manga 'La forma de la voz', de Yoshitoki Ôima, que coescribe el guion junto con Reiko Yoshida. Estrenada en Japón pocas semanas después del terremoto 'Your Name', 'A Silent Voice' tiene una temática similar, problemas durante la adolescencia. Sin embargo, a diferencia del filme de Makoto Shinkai, el largometraje de Naoko Yamada está más cercano al cine costumbrista, alejado de elementos fantásticos y más en la línea de filmes como 'Nuestra hermana pequeña' de Hirokazu Kore-eda o 'El himno del corazón', dirigida por Tatsuyuki Nagai y escrita por Mari Okada, otra de las mujeres que son promesas dentro del mundo del anime.
Precisamente, con el filme escrito por Okada tiene más en común, acerca de la necesidad de haber una red de amigos ante problemas de adaptación y depresión. Porque el filme de Yamada tiene varias capas de lectura. La más evidente es sobre el acoso escolar, un problema de escala internacional en el que se aprovecha para mostrar los defectos propios del sistema educativo japonés, que no fomenta la asertividad, ni la comprensión ni de la víctima, ni de los victimarios, juzgando comportamientos y condenando a los agresores al puro ostracismo, sin posibilidad de reinserción. Aquí Yamada y las guionistas Yoshida y Ôima aprovechan para mostrar el lado más insensible de la propia sociedad japonesa, que no ofrece el perdón de redención del agresor, ignorando también los agravios sufridos por parte de la víctima.
Elegante y realizada con dedicación. Naoko Yamada, una cineasta a la que seguir de cerca
Pero, además de hacer un ejercicio de crítica social respecto al acoso escolar, la cineasta teje un filme que aborda otros problemas que afectan a los adolescentes japoneses, igual de importantes como la depresión y el suicidio. El filme ayuda a entender la complejidad del sufrimiento que padecen ambos protagonistas y apela a la amistad como principal ayuda. Muy acertado el que el filme toco por encima el tema amoroso, enfocándose en la necesidad de socializar, de tener una red de amigos en la que apoyarse. Ahí también se hace un breve enfoque los amigos que acompañan a Shoko y Shoya, logrando magníficos de coralidad, en la que el público disfrutará con este grupo de amigos que se apoya, que se acepta con sus virtudes y defectos.
A ello hay que añadirle una animación elegante y llena de personalidad. Cuidada hasta el mínimo detalle, Kyoto Animation se muestra como una factoría a la que seguir muy de cerca y que nada tiene que envidiar a Madhouse, Production I.G. o Studio Ghibli. Al igual que Naoko Yamada, que no solo se muestra como una de las mujeres que viene a buscar su hueco en la industria del anime, tristemente dominada por hombres, sino que se erige como una de los cineastas de la nueva generación que promete tomar el testigo que dejaron Hayao Miyazaki, Isao Takahata, Mamoru Oshii, Katsuhiro Otomo o Satoshi Kon, como sus contemporáneos Makoto Shinkai, Mamoru Hosoda, Keiichi Hara o Sunao Katabuchi. A ella se le unirá en breve Mari Okada, mostrando un nuevo enfoque femenino y feminista cuyos primeros frutos son ya obras maestras. Ya hay expectación en ver su próximo largometraje, 'Liz y el pájaro azul', que se estrenará en Japón el 21 de abril de este año y que será ya su cuarto largometraje como realizadora.
El único "pero" que tiene la película es su título en castellano, su distribuidora, Selecta Visión, ha decidido mantener su título en inglés, cuando se daba por hecho que tendría su título traducido en español, 'Una voz silenciosa', como ha sucedido en todos los países hispanoamericanos. Un título traducido, al ser un filme de carácter costumbrista, hubiera lucido mejor. Quizás en su edición en formato doméstico se traduzca, como sucedió con 'Los niños lobo (Wolf Children)' o en el caso de Karma con 'El secreto del libro de Kells'.
Pese a ello, 'A Silent Voice' es un ejemplo más del buen estado del cine de animación japonesa. En clave femenina, ya que se trata de un proyecto dirigido y escrito por mujeres, no le tiembla el pulso a la hora de abordar problemas de carácter social. Una película hecha desde los sentimientos, imposible no rendirse ante ella.
Nota: 8
Lo mejor: Su complejidad y compromiso por los problemas sociales. Su animación es también exquisita.
Lo peor: Al ser de animación, habrá cierto público que no la tomará en serio.