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CRÍTICA

'Las leyes de la termodinámica': Ni la ciencia salva al romanticismo tóxico

Tras inaugurar la reciente edición del Festival de Málaga, el cuarto largometraje dirigido por Mateo Gil ('Abre los ojos'), una comedia romántica envuelta en falso documental, llega a los cines este 20 de abril.

Por Javier Pérez Martín 20 de Abril 2018 | 11:38

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Lo que tienen las comedias románticas es que o bien te entregas a ellas, como cuando estás enamorado y te da igual decir frases cursis e incluso te las crees, o la relación entre tú y la película no va a cuajar. Este es un problema que puede verse desde dos ópticas, como en varias de las escenas más inspiradas e interesantes de 'Las leyes de la termodinámica', el cuarto largometraje dirigido por Mateo Gil, el guionista compañero de Amenábar en 'Abre los ojos' y 'Mar adentro'. O bien la propuesta está haciendo aguas constantemente o bien tú como espectador estás decidiendo (o creyendo que decides, que diría el determinista protagonista de esta historia) no apreciar las bondades de lo que tienes ante los ojos. La realidad objetiva, si es que eso existe, probablemente está en un término medio entre ambos extremos.

'Las leyes de la termodinámica'

Lo que más hay que agradecerle a Gil es que tenga una propuesta muy clara que envuelve esta comedia bastante genérica sobre las relaciones heterosexuales en algo que no hemos visto antes. Es un híbrido entre falso documental divulgativo y ficción romántica, que intenta explicar las dinámicas y sentimientos de parejas que están empezando comparándolas con fenómenos de física cuántica. Como si estuvieras viendo la genial serie 'Cosmos' y a la vez una sit-com un poco viejuna.

'Las leyes de la termodinámica' se centra en Manel (Vito Sanz), un doctorando en física cuántica que empieza una relación con Elena (Berta Vázquez), una modelo y actriz en auge. Él es un tipo normalito tirando a feúcho que la conquista, a ella que es "una estrella alrededor de la cual giran los planetas" (esto es, los pretendientes, ya sean deseados o no), a base de explicarle teorías científicas que ella no entiende muy bien pero le suenan muy interesantes.

Mientras tanto, Pablo (Chino Darín), publicista y amigo de Manel, mantiene una de sus muchas relaciones casuales con Eva (Vicky Luengo), una abogada que se va a pillar loca e irremediablemente por ese rompecorazones argentino. Dos relaciones, dos parejas, cuyas idas y venidas intentarán ser explicadas mediante leyes y fenómenos físicos.

'Las leyes de la termodinámica'

No siempre funciona, hay muchos momentos en los que el espectador medio se encontrará como esa imagen viral de la mujer que hace cálculos en vano, y habría que preguntar a los expertos en física si realmente la comparación tiene sentido durante la mayor parte del metraje.

Pero sí hay algunos momentos muy divertidos e interesantes. Quizá el más destacable, que se encuentra en el primer acto y hace un buen trabajo asentando el tono y el planteamiento de la película, es la escena en la que los cuatro personajes chocan entre ellos, literalmente, poniendo en marcha los acontecimientos de la película. El juego de narraciones, puntos de vista, saltos temporales y rotulación, entre la publicidad y el reportaje, consigue que lo que se podría haber quedado en olvidable y risible licencia de guion se convierta en un rato muy entretenido y refrescante.

Ciencia y romanticismo tóxico

¡Cuidado! Spoilers a partir de aquí

'Las leyes de la termodinámica'

Ese juego de puntos de vista también aporta, en algunas ocasiones, un añadido. No es nuevo, ni siquiera en el terreno de la comedia romántica (hace ya 10 años que lo hacía la televisión con 'Cómo conocí a vuestra madre'), pero lleva a 'Las leyes de la termodinámica' a su momento más interesante y a la vez su oportunidad perdida más dolorosa.

Acercándose al final, el "héroe" y narrador de esta historia, Manel, se enfrenta a su mayor prueba: intentar entender por qué su relación no ha funcionado. Mientras él corre tras su amada Elena, volvemos a momentos que ya vimos, pero ahora se nos muestran sin el filtro que le puso su propio cronista. Manel ha espantado a Elena a base de constantes inseguridades, increpaciones y manipulaciones, solo que nosotros, como el propio Manel, no pudimos verlo así, inmersos en el empeño de explicar la realidad humana con fenómenos científicos.

Al final, lo que estaba pasando era mucho más simple: 'Las leyes de la termodinámica' sigue cayendo en los mismos tópicos y clichés de la llamada "guerra de géneros", que establece de forma determinista, como el propio Manel, diferencias entre los hombres y las mujeres que pertenecen a constructos sociales. Que los hombres, como Pablo, son irremediablemente promiscuos; que una chica guapa tiene que aguantar la atención depredadora de cualquier hombre que pase por su lado, y caerá rendida ante las explicaciones de ellos como un conejo cegado por los faros de un coche en la carretera. Que si una mujer aguanta las suficientes humillaciones acabará domando a su pareja.

'Las leyes de la termodinámica'

Hay algunos destellos que se escapan de este vetusto paradigma (Elena puede desear a un hombre guapo más allá de su relación y no es demonizada ni castigada por ello), pero en general Gil recae en el pecado de muchas otras comedias románticas, que no parecen poder escapar de los estereotipos dignos de las "matrimoniadas" para hacer la mayoría de sus chistes.

Y mientras tanto, vemos que Manel no fue nunca un héroe, sino más bien el villano de su propia historia. Él mismo destruyó su propia relación e intoxicó a la mujer a la que supuestamente quería mientras tanto. Pero no es lo suficientemente castigado por ello, ni tampoco se ocupa la película de humanizarlo lo suficiente. Al final ni siquiera se da cuenta de lo equivocado que estaba, y además vuelve al punto de partida, con una novia, "la chica menos guapa", que corre a sus brazos en cuanto se le presenta la oportunidad.

Ni ellos han aprendido nada sobre las relaciones, ni nosotros sobre física cuántica. ¿Para qué ha servido todo esto?

Nota: 5

Lo mejor: La propuesta híbrida entre comedia y documental, a veces funciona

Lo peor: El humor basado en la guerra de géneros huele a caducado

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