Las mujeres han ocupando durante mucho tiempo el papel de musas y los personajes secundarios, pero eso se va a acabar. Así lo ha hecho saber la presidenta del jurado de Cannes, Cate Blanchett, junto a la la premiada directora Agnès Varda y a otras influyentes mujeres del mundo del cine que se unieron para exigir un aumento de la representación de la mujer tanto en el festival de Cannes como en la propia industria cinematográfica.
Todas ellas posaron junto a las escaleras en un acto simbólico que representaba a las 82 mujeres directoras que han podido ver sus películas en Cannes durante los 71 años del festival, una asombrosa cifra frente a los 1688 directores masculinos que han podido hacerlo. "Las escaleras de la industria deben ser accesibles a todos. Vamos a ascender" grita el lema de la iniciativa que propusieron, llamada 5050x2020 que plantea llegar a un 50% de representación femenina en el festival para 2020. Y el momento no pudo ser más acertado ya que aprovecharon el estreno de 'Girls Of The Sun' de la directora Eva Husson para manifestarse, una de las tres únicas películas de mujeres directoras que participan este año.
Blanchett y Varda hicieron un discurso en el que recalcaron la necesidad de un cine inclusivo que demuestre con datos que las mujeres no son la minoría que se empeñan en hacernos parecer. "Como mujeres, todas nos enfrentamos a nuestros propios desafíos, pero estamos juntos en estas escaleras hoy como un símbolo de nuestra determinación y compromiso con el progreso" declararon en el manifiesto que puedes leer integramente en la página de la iniciativa 5050x2020.
Cannes hace oídos sordos
Esta no es la primera llamada de atención que se hace en el festival. El año pasado fue Jessica Chastain la que comentó lo avergonzante y perturbadora que era la poca representación femenina en las películas y propuso al director del festival, Thierry Frémaux, mejorar las cifras para 2018. La llamada de atención no parece haber surtido efecto y las películas anunciadas para el festival de este año siguen sin reflejar ningún cambio ni avance. "La realidad es que, mientras que la mitad de la población mundial está formada por mujeres, hay muchas menos que sean directoras de cine" dice el director del festival para The Hollywood Reporter ante las múltiples críticas recibidas. Mientras tanto, estudios como el del CIMA demuestran que las mujeres de la industria cinematográfica se encuentran aún con un techo de cristal que las impide ocupar lugares de poder o relevancia dentro de la industria. Hasta que no se entienda eso el festival continuará con la vieja tradición que critican estas 82 mujeres, que fueron acompañadas por la canción 'Pretty Woman' que decidió poner el DJ de la alfombra roja mientras se disponían a entrar al recinto.
Los mejores papeles de Cate Blanchett
'El curioso caso de Benjamin Button'
El tiempo como excusa para firmar una de las historias de amor más surrealistas, geniales, poéticas y especiales vistas en el cine a lo largo de la pasada década. Así lo planteó (y consiguió) un inspiradísimo, como de costumbre, David Fincher que, en esta ocasión, se volvía a asociar con la mejor versión posible de un Brad Pitt que pocas veces ha estado mejor para ofrecer una clase magistral de cine tierno y delicado con 'El curioso caso de Benjamin Button', preciosa reflexión acerca de la eterna relación entre el paso del tiempo y las relaciones humanas.
Una proeza visual y narrativa que contaba también con la inestimable ayuda de una Cate Blanchett hipnótica capaz de reflejar en sus ojos todos los calendarios perdidos durante mil y un viajes de ida y vuelta. Heridas y cicatrices de un amor imposible que, junto a sus puntuales destellos de romanticismo inolvidable, convertían la interpretación de la actriz en otro auténtico regalo.
'El aviador'
El primer Oscar de Cate Blanchett llegó tras meterse en la piel de la mismísima Katharine Hepburn en 'El aviador', una de esas películas de Martin Scorsese que cuentan con tantos aliados como detractores. Ambiciosa, épica y realmente fastuosa, estamos ante una propuesta que miraba la vida de Howard Hughes con la perspectiva del cine clásico total, obsesionado con el exceso y el delirio colectivo.
Así, la película se movía siempre entre la fiebre y la locura, encontrando en la interpretación de Blanchett y de, ojo, un Leonardo DiCaprio espectacular, sus dos ases más claros. En el caso de la actriz, brillante desde su primera aparición, conviene detenerse en su manera de moverse y hablar, su capacidad para, sin ser excesivamente parecida en el aspecto físico, convertirse en toda una Hepburn. Asombrosa interpretación formada desde el detalle y el tributo.
'Veronica Guerin'
La historia real de Veronica Guerin, periodista dublinesa especialista en investigar casos relacionados con narcotráfico, tenía un potencial cinematográfico indiscutible. Drama, tensión, integridad profesional, giros inesperados y golpes de efecto emocionales que aseguraban una película, cuanto menos, notable. Desafortunadamente, la propuesta cayó en las manos de un Joel Schumacher que, tras entregar una cinta tan simpática y efectiva como 'Última llamada', decidió disfrazarse de director clásico con ansia de Oscar.
Y, claro, no le salió. Menos mal que Cate Blanchett aparece desde el principio para cargar sobre sus espaldas con una película que, sin ella, bajaría numerosos puntos de valor. La actriz, mucho más comedida aquí que en su otro papel como periodista en 'La verdad', se entrega por completo al personaje sin cruzar nunca el límite del exceso, manteniendo una calma, firmeza y seguridad total en su interpretación. Ella es la única culpable de que 'Veronica Guerin' funcione tanto que hasta pueda arrancarte un par de lágrimas.
'Charlotte Gray'
El mismo año en el que se estrenaba dentro del universo Tolkien con 'El Señor de los anillos: La comunidad del anillo', Cate Blanchett entregaba una de las interpretaciones más notables de su carrera en 'Charlotte Gray', adaptación de la novela de Sebastian Faulks firmada por Gillian Armstrong. Una película que, a pesar de mantener un tono narrativo demasiado deudor del original literario, se las apañaba para resultar interesante a lo largo de sus cerca de dos horas de duración.
Ayudaba de manera definitiva el talento de la actriz para meterse en la piel de esta mujer que, más allá de sus intereses románticos, ofrece toda una lección de dignidad y fuerza. El resto del reparto, por su parte, se deja devorar en cada plano por una Blanchett superlativa. Con razón.
'Diario de un escándalo'
No debe ser nada sencillo aguantar la mirada de una gigante como Judi Dench. Tampoco ejercer de contrincante en una lucha interpretativa con una de las mejores actrices de la historia. Excepto si eres Cate Blanchett. 'Diario de un escándalo', además de ser una de las mejores películas británicas de la pasada década, es un pulso extraordinario y fascinante entre dos leyendas, generación contra generación, maestría contra maestría. Y todos, claro, salimos ganando. Blanchett y Dench. Dench y Blanchett. Dos recitales de primera categoría que engrandecen aún más una película que conviene seguir celebrando como la joya que siempre fue.
'Elizabeth'
La película con la que cambió todo. No es que Cate Blanchett no hubiera demostrado ya su inmenso talento antes del estreno de 'Elizabeth', pero es indudable que este grandilocuente biopic dirigido por Shekhar Kapur la dio a conocer a un público mucho más amplio. Y a la industria de Hollywood, claro, quien la nominó al un Oscar a mejor actriz que debería haber ganado de calle. Lástima que, por alguna razón incomprensible, la academia decidió que aquella noche sería de 'Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado)'. Y no, Gwyneth Platrow no merecía más esa estatuilla que Cate.
En cualquier caso, premios aparte, lo que hace aquí Blanchett es, sencillamente, un regalo para cualquier amante de la interpretación. Del terror a la ambición, del drama a la codicia, de la incomprensión a la firmeza. Su personaje pasa por mil y un estados de ánimo y Blanchett, siempre de la mejor forma posible, transmite todo con la sencillez que caracteriza a las mejores.
'I'm Not There'
Bob Dylan como personaje y eje central y absoluto. Bob Dylan transformado en mujer, niño de color, forastero, arrogante, poeta y tempestad. Bob Dylan con el rostro de Richard Gere, Heath Ledger o una inolvidable Cate Blanchett. Todo esto y mucho más es 'I'm Not There', la pirueta deslumbrante con la que Todd Haynes se enfrentó al biopic musical más complejo y exigente de la única manera posible, traspasando los límites, reinventando el género y trazando un recorrido por los mil y un disfraces de uno de los artistas más influyente del siglo XX.
Una película no basta para descifrar el fascinante enigma que siempre ha sido Dylan, pero la propuesta de Haynes sigue siendo una de las opciones más valiosas para seguir intentándolo. Y nunca nos cansaremos de regresar a un trabajo, el de Blanchett, absolutamente asombroso. Magnético. Fascinante. La 'Like a Rolling Stone' de las interpretaciones.
'Carol'
Basada en la novela de Patricia Highsmith, la 'Carol' de Todd Haynes se apoya en la calma para desatar tormentas sin descanso, siempre tras un cristal, tras la lluvia, tras los coches, tras el espejo propio y ajeno. El contexto, unos años 50 plasmados en pantalla de manera magistral, es la jungla en la que dos animales heridos se van encontrando para, desde el misterio, descubrirse desnudas y sin más armas que la brutalidad emocional. Todo en 'Carol' quema, asfixia, abruma. Haynes, cuya dirección es excelsa desde todos los puntos de vista, cuenta esta historia de amor entre dos mujeres con una delicadeza que conmueve. No hay ni un plano fuera de lugar, que sobre o aporte más de la cuenta, todo está en su sitio, resplandeciente, vibrante, soberbio.
Los movimientos de cámara se suceden como versos sueltos que terminan encontrando siempre su espacio. Una lección de cine en toda regla a la que hay que sumar dos recitales interpretativos inolvidables. Porque si Haynes sirve el menú cinco estrellas en bandeja de oro, Cate Blanchett y Rooney Mara aportan el mejor caviar. Dos actrices entregadas a sus personajes, dos creaciones emocionantes y desoladoras que mantienen a la película flotando sobre las butacas. Blanchett, sensual hasta decir basta, contenida como una gigante a la que nadie puede plantar cara y frente a la que es imposible no caer rendido. Mara, frágil e hipnótica. Dos interpretaciones asombrosas, de esas que se quedan en la memoria para siempre. Y esa maldita mirada final comandando todo.
'Blue Jasmine'
Evitando comparaciones, no ya con su etapa (más) gloriosa, sino con sus últimas películas, 'Blue Jasmine' nos traía a un Woody Allen diferente y, a la vez, perfectamente reconocible. Diferente porque la actualidad, rabiosa e implacable, estaba más presente que nunca. El contexto económico y social en el que nos encontrábamos inmersos en 2013, se colaba en la trama como punto de partida y permitía una reflexión profunda sobre el modo en el que nos afectó como sociedad. A todos. Las falsas apariencias, los mundos ficticios en el que muchos se han empeñado en instalarse, las maletas sin abrir, siempre a la espera de regresar a un lugar de ensueño que, seguramente, jamás existió.
Olvidamos los grises y nos centramos en el blanco y negro, obviando las consecuencias. Pisar el cielo sin plantearnos la más que probable caída a los infiernos. Todo contado, expresado, sufrido de una manera magistral por Cate Blanchett, que ofrecía un absoluto recital de matices, miradas, silencios y monólogos para el recuerdo en la que es, por un lado, la mejor interpretación de su carrera y, por otro, una demostración más de la capacidad de Woody Allen para escribir personajes femeninos memorables. A la altura de una Annie Hall, sin lugar a dudas. Oscar, el segundo para la actriz, incluido.
'Manifesto'
La cinta alemana dirigida en 2015 por Julian Rosefeldt, 'Manifesto', supone todo un reto para el espectador dividido, claramente, en dos vertientes bien diferencias, la forma y el rostro. Por un lado, el aspecto visual de la cinta es absolutamente fascinante, plasmando en imágenes la esencia misma de un conjunto de palabras reflexivas, profundas y reivindicativas, de una forma tanto interna como externa, que, en su salto del papel a la pantalla, podrían haber perdido todo el rumbo. Sin embargo, la película consigue ser mucho más que un conjunto de preciosas escenas individuales hasta convertirse en un todo gracias a Cate Blanchett.
Hasta doce son los personajes interpretados por una actriz en permanente estado de gracia, capaz de aportar alma y emociones, contundencia y debilidad, fiebre y frío a cada uno de ellos, dependiendo siempre de la mirada que proponga el texto que deba recitar. Es un trabajo excepcional a nivel cuantitativo y cualitativo con el que Blanchett, de manera casi definitiva, accede directamente al trono frente a la mirada atenta y entregada del resto de compañeras de generación.