Pudiendo considerar a Europa como la cuna de los cuentos infantiles con los que han crecido las generaciones de niños desde tiempos inmemoriales, fue en el viejo continente donde se dio forma por escrito a los mismos. Dichas historias, siempre con un carácter moralista y contadas a modo de fábula, no serían lo mismo sin los autores que las pusieron por escrito. Ya en el siglo XVII, el veneciano Giambattista Basile y el parisino Charles Perrault dieron vida a 'Rapunzel', 'El Gato con Botas', 'La Cenicienta', 'Hansel y Gretel' o 'Pulgarcito' (entre muchos otros), labor que continuaron un siglo más tarde los hermanos Grimm.
Por todos es sabida la vertiente oscura que escondían muchas de aquellas historias fantásticas sobre brujas, hadas y doncellas reconvertidas a princesas, visión que con el paso de los siglos fue atenuándose hasta la dulcificación de las historias por parte de Disney. Sin embargo, ese trasfondo de muerte, conflictos de intereses, tragedia y horror sigue presente en muchos de los cuentos populares infantiles, algo que Lorraine Lévy ha plasmado sin haberse dado cuenta en su cuarto largometraje.
Basándose en 'Knock ou le Triomphe de le médecine' del novelista Jules Romanis, la cineasta francesa adapta el guion y dirige 'Knock', terriblemente llamada en nuestro país 'El doctor de la felicidad' (con la intención de arrastrar a las salas a aquellos espectadores fieles del cine mainstream francés), título que pese a venir enmarcado como una comedia dramática con vistas a ser una de las good feel movies del año, esconde una realidad mucho más oscura de lo que Lévy pretende dar a entender.
Con Omar Sy como principal reclamo para el público, el film pone como principal protagonista al actor que se presentó al mundo con 'Intocable' (aquel ejercicio de pornografía sentimental convertido en una de las sensaciones cinematográficas de 2011 y que tras su fachada de buenas intenciones y moralismo solo existía el vacío) en el papel de Knock, un estafador buscavidas que acabará viendo en la medicina un futuro con el que redimirse de sus pecados del pasado como maleante, convirtiéndose en el nuevo médico de Saint-Maurice con la única intención de seguir su propio método.
Y aquí es donde 'El doctor de la felicidad' converge con la vertiente oscura de los cuentos populares europeos que servían como presentación del texto, pues dicho "método" no es otro que el de lograr hacerse rico mediante la conversión en todos los habitantes de la zona en posibles clientes, pasándose el Juramento Hipócratico de la medicina por el arco del triunfo, un triunfo que solo se verá reflejado en su imparable ascenso como doctor del lugar al que nada le importa el interés de sus pacientes, a quien él mismo tan solo considera como parte de su clientela.
Levy construye así una historia que, lejos de estar ligada a las buenas acciones y a la estimulante vida de un pillo que solo busca ganarse bien la vida, bien podría tratarse del retrato de un sociópata que acabará manejando los hilos de la localidad a su propio antojo. Y ahí es donde radica el aspecto más interesante de 'El doctor de la felicidad': en todo el trasfondo maquiavélico que la directora disfraza de buena harmonía y sentimientos.
Saint-Maurice funciona como el enclave idóneo donde se desarrollará la acción, siendo Knock un protagonista dual, pues en el nos encontramos con el arquetipo del héroe (el que trae al lugar la -falsa- felicidad del título) y el villano (un estafador que embaucará a la población con la única intención de enriquecerse), contando con varios acólitos a su favor (la figura del farmacéutico) y algún que otro antagonista (para rizar más el rizo, el cura del pueblo) dispuesto a desenmascarar al personaje principal.
Mad doctor moralista
Como en todos cuentos, no podía faltar el pertinente mensaje moralista, el cual vendrá disfrazado como interés romántico y sobre el que pesará parte del castigo hacia la actitud antiética de Knock, esa suerte de mad doctor que Lorraine Lévy ha intentado colarnos como héroe con rasgos de una personalidad picaresca, pero que en realidad no ha sabido explotar todo el potencial que tenía con un personaje tan sumamente rico en matices, con el que Omar Sy poco más puede hacer.
Nota: 5
Lo mejor: Pese a que no estén bien explotados, todos los matices del personaje principal.
Lo peor: Demasiados secundarios que no aportan nada y la sensación de no saber qué es lo que realmente nos quiere contar Lévy.