"¿Pero por qué necesitas que los protagonistas sean gays? ¿No te puedes sentir identificado con una pareja heterosexual?". Estas preguntas cualquier miembro de la comunidad LGBT las habremos escuchado casi tantas veces como la de "¿por qué no hay un día del orgullo hetero?". Partamos de la base de que llevamos toda nuestra vida acostumbrados a lo que hay, y sentirnos lo más identificados posible con las parejas heterosexuales en las películas. Porque no había otra cosa. Porque sí, podemos hasta cierto punto hacer nuestras esas historias de amor. Pero hasta cierto punto. Pero en algún momento recurrimos al cine independiente donde sí se han contado historias con protagonistas LGBT, por el "cierto punto" que un personaje heterosexual simplemente no puede cubrir. Y esas películas nos han ayudado, por supuesto, pero ya era hora de que un gran estudio se diera cuenta de que también necesitamos películas para todos los públicos, pero con un personaje con el que podamos sentirnos 100% identificados. Por fin ha llegado ese día. Por fin ha llegado 'Con amor, Simon'.
20th Century Fox han sido los primeros en hacer algo que muchos pensábamos que nunca llegaría (sin duda, ha tardado demasiado en llegar). Una película teen completamente al uso, pero cuyo personaje es un chico gay. Las dos cosas son muy importantes para entender el hito ante el que nos encontramos. Pero pongámonos primero en situación. Greg Berlanti ('Dawson crece', 'Cinco hermanos') dirige la adaptación de la novela escrita por Becky Albertalli, centrada en un chico llamado Simon, que es gay, pero no ha salido del armario todavía. Un día, en el Tumblr del instituto en el que sus compañeros escriben sus mensajes públicos o cotilleos, escribe otro chaval que también es gay, pero no da su nombre real. Simon decide escribirle mails bajo un seudónimo, y empieza a fantasear con quién será. Pero la cosa se tuerce cuando un compañero de clase descubre los correos y empieza a chantajearle con publicarlos.
'Con amor, Simon' es muy importante por muchas razones. Pero, como he dicho, podría repartirlas en dos. La primera responde a la pregunta inicial de esta crítica. El personaje de Nick Robinson es gay, y solo por eso pasa en la película por situaciones que ningún adolescente heterosexual tendrá que pasar. Para empezar, el mero hecho de tener que afrontar el salir del armario. Hay gente que ha tenido la suerte de no tener que pasar por ello, pero los que sí tuvimos que sentar a nuestros padres, familiares o amigos y decirles que somos gays, o lesbianas, o bisexuales, etcétera, probablemente lo recordamos como uno de los momentos más intensos de nuestra vida. Situaciones hay miles, pero el "trauma" de tener que enfrentarse a lo que puedan pensar nuestros seres queridos, el sentirlo como que les estamos traicionando, el temer que nada vuelva a ser igual... es una situación que marca la vida de una persona. Que 'Con amor, Simon' la refleje con tanta honestidad, metiéndonos en la cabeza de Simon, es algo que puede ayudar a tantos chicos y chicas que estén en su misma situación que solo por eso ha merecido la pena haber esperado tanto. Y los que ya pasamos por ello nos hará conectar como nunca, como ninguna otra película de adolescentes ha podido. Y salir del armario es solo uno de los ejemplos que hacen a 'Con amor, Simon' una película que marcará a toda una generación. La historia llega a tocar muchos otros temas por los que ha podido pasar o esta pasando un joven homosexual: el bullying, las conversaciones incómodas con los mayores, sentimientos que no son correspondidos o que confunden a otro por no estar siendo completamente sincero... La lista de momentos en los que llegamos a conectar con Simon es muy larga.
Yo también quiero mi película de John Hughes
Punto número dos: 'Con amor, Simon' es una película necesaria porque es una película de adolescentes. Y punto. Con esto voy a recordar el caso reciente de 'Call Me By Your Name'. En su momento la comunidad LGTB llegó a criticar que era una película utópica: Elio y Oliver vivían el verano perfecto sin acoso, sin SIDA, sin problemas. Ya he dicho que el cine indie cubrió hasta ahora ese hueco de representación, pero en la mayor parte de los casos lo hacía con dramas en los que la historia no solía tener un final feliz. Nosotros también queremos una historia con final feliz, o por lo menos alegre, pero sobre todo queremos una historia convencional. Queremos lo mismo que han tenido toda la vida los chicos y chicas heterosexuales, porque somos igual que ellos. Y la historia de Simon es una película teen de manual. Para empezar, nos encontramos con un joven americano al que no le falta de nada, que tiene una familia ideal, unos amigos estupendos, tiene la habitación que todos soñaríamos con tener, es culto y escucha muchísima música (por lo que la banda sonora es de las de rayar el Spotify, muy en la línea de 'Las ventajas de ser un marginado' o 'Por trece razones'). Su vida es de lo más normal, salvo por la montaña rusa de emociones y hormonas (como cualquier adolescente). Porque además de la propia historia cómo lidia Simon con su sexualidad, tenemos el gran misterio de quién es Blue, el chico al otro lado de los e-mails. A lo largo de la película, Simon va haciendo sus cábalas, y va imaginando quién podría ser de sus compañeros de clase. Ya solo eso, si somos un poco fans de este tipo de historias, nos tendrá enganchados toda la película. Porque también está contado con mucho mimo el cómo se va enamorando de un chico al que no puede poner cara. Greg Berlanti nos ha conseguido sacar las emociones muchas veces (con Dawson, con 'Everwood', 'con 'Cinco hermanos'...) y mantiene el pulso teen tan bien que da igual la edad que tengamos, y seamos o no gays, nos va a conseguir hacer suspirar. La película funciona fantásticamente en ese aspecto. Tiene mucho humor, tiene ritmo, tiene personajes carismáticos a los que se les coge cariño, y tiene mucha emoción. Como comedia romántica adolescente es fantástica. Es, de hecho, una actualización estupenda del cine de John Hughes.
Y el público LGTB necesitábamos eso. Necesitamos una película en la que no vayamos a morir de SIDA o nos acaben matando por "no ser normales". Nosotros también queremos una película en la que poder emocionarnos mientras tarareamos las canciones y reventamos las redes sociales con las frases de los personajes. Una película de adolescentes con sus fiestas, sus momentos incómodos con sus padres, sus rituales en el grupo de amigos y sus pasillos de instituto. Y que cuenten una historia de amor como las que he podido vivir yo. Y 'Con amor, Simon' cumple por fin ese hueco que nadie había querido llenar hasta ahora. Por supuesto que puedo sentirme identificado con uno de los protagonistas de 'El club de los cinco' o llorar con 'Bajo la misma estrella'. Por supuesto que John Hughes me ha marcado y que mi estado de WhatsApp es el "Somos infinitos" de 'Las ventajas de ser un marginado'. Pero ninguna de ellas ha sabido representar tan bien lo que yo he sentido o por lo que yo he pasado como 'Con amor, Simon'. Y probablemente vaya a conseguir un estatus trascendental por ser la primera, pero ya solo por haber dado ese paso se lo merece completamente. La película cuenta con muchos tópicos, y es una historia que, si le quitas la parte LGTB, la hemos visto muchas veces. Pero no le puedes quitar la parte LGTB, esa esa la parte que la hace distinta, la que la hace importante, única.
Única porque, aunque en 2018 puede parecer que hemos conseguido un montón de cosas, seguimos encontrándonos a diario con discriminación, con insultos, con puertas cerradas, con gente que se niega a aceptar que todos somos iguales, y da exactamente igual a quien amemos, porque love is love is love. Y ningún estudio quiere perder dinero, ni enfrentarse a asociaciones ultraconservadoras o boicots si pueden evitarlo. 'Con amor, Simon' ha recaudado 40 millones de dólares en Estados Unidos con un presupuesto de 17 millones. En Fox no se han hecho ricos con ella, pero les ha dado beneficios. Sin embargo, han conseguido algo mucho más valioso. Para el público LGTB ha marcado una diferencia enorme, y deberían quedarse con eso. A pesar de los (seguros) intentos de boicot y los "esta película no es necesaria", yo les digo que si hubiera existido 'Con amor, Simon' cuando yo era adolescente, habría marcado una diferencia enorme. Me habría mostrado que hay gente que pasa por las mismas dudas que yo. Que la gente se lo puede tomar mejor o peor, pero que el mundo no se acaba, y que la sensación de libertad una vez pasado ese trago es indescriptible. Que no hay nada malo en ser gay, y que el amor es igual de importante y poderoso me guste quien me guste. Por suerte ahora sé que las generaciones actuales y venideras sí tendrán 'Con amor, Simon', y espero que dentro de poco sean muchas más. Porque todos buscamos sentirnos identificados en una película. Y los que habéis podido hacerlo al 100% toda la vida probablemente no podáis entender lo importante y especial que es sentirse identificado sin ese "hasta cierto punto".
Nota: 8
Lo mejor: Tiene la capacidad de marcar a una generación. Lo bien que funciona. Que además como película teen sea tan emocionante.
Lo peor: Que algunos solo la vean como "la típica película de adolescentes".