Jean-Louis Trintignant, un rostro clave en el cine europeo de las últimas décadas, no volverá a rodar una película. El actor, que acaba de estrenar en España 'Happy End' (el último trabajo de Michael Haneke), ha declarado que el cáncer de próstata que sufre se lo impide: "El cine se ha acabado para mí", ha sentenciado el protagonista de 'Tres colores: Rojo'.
Trintignant ha relatado al diario francés Digital Nice Matin que ha tenido que rechazar participar en la nueva película del realizador Bruno Dumont: "Me temo que no podría soportarlo físicamente". El actor que se llevase al premio en Cannes por su interpretación en 'Z' ha explicado que la enfermedad ha alterado completamente su vida: necesita asistencia personal continua, lleva un año sin salir de casa y está comenzando a perder la visión.
Cansado de vivir: "Llevo quince años muerto"
Sin embargo, sus declaraciones van más allá, y pueden interpretarse como un adiós a la vida. "No voy a luchar más", ha anunciado el intérprete, que asegura llevar "quince años muerto". Trintignant se refiere al asesinato de su hija Marie a manos del músico Bertrand Cantat. "Me ha afectado mucho, y es a lo que me refiero cuando digo que estoy muerto", ha confesado el ganador del Oso de Oro en Berlín por 'El hombre que miente'.
Trintignant, eso sí, se autodefine como un "gran pesimista". "Siempre veo el vaso medio vacío", ha reconocido. El actor de la estremecedora 'Amor' sigue sorprendido con su propio éxito: "No estoy hecho para un trabajo público, la fama no me interesa". Pese a su retiro y su pesimismo, es ya un actor indispensable para entender la evolución del cine europeo, del que no queremos que llegue el día de despedirle.
El cine de Michael Haneke, de peor a mejor
'Happy End'
Tras las soberbias 'La cinta blanca' y 'Amor', las expectativas ante el nuevo trabajo de Michael Haneke estaban absolutamente disparadas. Y con razón. La sensación general era la de estar ante un cineasta que, a la vista de sus últimas cintas, había adquirido una madurez, un control, una inteligencia y una mala baba a la hora de equilibrar y manejar su particular manera de contar historias que, de aquí en adelante, solamente nos tocaría sentarnos y disfrutar. Pero no. Y es que, con 'Happy end', nos encontramos ante la película más decepcionante del director.
Con su nueva propuesta, Haneke plantea una repetición casi constante de todas las motivaciones argumentales y narrativas que hemos visto a lo largo de su trayectoria, subrayando lo que antes era sutileza, descontrolado en su dosificación del humor (macabro) y la violencia, perdiendo por completo el ritmo de un conjunto de historias entrelazadas que, a la hora de la verdad, nos dejan igual que estábamos antes de que se apagaran las luces de la sala. No hay nada nuevo bajo el sol, lo cual no tendría porque ser necesariamente un problema, pero lo que queda a la vista es un ejercicio de egocentrismo cinematográfico que no va a ninguna parte. Habrá revancha, seguro, pero, maldita sea, que sabor de boca más agrio.
'El tiempo del lobo'
Un apocalipsis que no necesita, en la opinión de Michael Haneke, más contexto que un disparo inesperado que provoca vómitos, sangre, desconcierto y silencio. Insoportable silencio. Un mundo vacío de moral y ética, de esperanza e ilusión, sobre el que un grupo de personajes se mueve con incertidumbre y pesimismo, precaución y soledad. Insoportable soledad. 'El tiempo del lobo' es la película más cercana al espíritu del esencial Ingmar Bergman que haya entregado jamás Michael Haneke, pero, aquí llegan los problemas, también una de las más irregulares.
Quizá mirar la figura de un gigante cegara ligeramente a un director que nunca termina de encontrar la forma de que su historia alcance el vuelo poético y dramático deseado, cayendo de forma contundente en un aburrimiento considerable. Y da rabia, porque el escenario era el idóneo para que Haneke desplegara su indiscutible talento, pero todo se queda a medias. Pocos aullidos y demasiados bostezos.
'71 fragmentos de una cronología del azar'
Auténtico puzle cinematográfico, '71 fragmentos de una cronología del azar' cierra con notable talento lla famosa trilogía de la violencia en la sociedad moderna planteada por un Michael Haneke que ya mostraba ambición desde los primeros compases de su carrera.
Planteada como un exigente ejercicio narrativo que parte de los desenlaces para reconstruir la conciencia de varios personajes, nos encontramos ante una cinta que, pese a rozar en alguna ocasión el ejercicio de estilo visual más facilón, consigue casi siempre levantar cabeza y mantenerse en pie de forma deslumbrante gracias a la evidente sabiduría narrativa que demuestra un cineasta que, por primera vez, consigue ir más allá del estruendo. Menos seca que sus dos predecesoras, pero igual de desoladora tras su desenlace, '71 fragmento de una cronología del azar' sigue siendo una cinta tan desconcertante como interesante, una propuesta que lleva al espectador hacia una siempre sana conversación posterior.
'El séptimo continente'
Después de firmar algunas interesantes películas para televisión, Michael Haneke da el salto al cine con 'El séptimo continente', una propuesta que, desde sus primeros minutos, nos muestra la personalidad de un cineasta destinado a ser un clásico contemporáneo. Una película que parte de unos hechos reales sobre una una familia de clase media que había terminado con su vida tras destruir todas sus posesiones sin un motivo aparente y que le sirve a Haneke de excusa perfecta para sacar a relucir su bisturí por primera vez.
Nadie se queda a salvo. No hay pantalla ni butaca que consiga evitar este derechazo inicial de una filmografía que, a partir de este notabilísimo debut, irá desmenuzando, cada vez con más detalle y sabiduría cinematográfica, el lado más oscuro del ser humano. Ritmo lento, grandes planos fijos, silencios bergmanianos y personajes que evolucionan hacia el abismo o que, quizá, parten desde ahí para, sencillamente, darse cuenta de su lugar en el mundo. Siempre nos quedará esa playa, refugio sobre el que descansan los hombros de este primer y desolador Haneke.
'Código desconocido'
'Código desconocido' funciona más como conjunto de escenas de indudable poder cinematográfico y carga moral que obliga al espectador a llevar a cabo una reflexión tan profunda como desoladora que como una película al uso. Y mejor así. Segunda cinta de peso real firmada por Michael Haneke tras 'Funny Games', este conjunto de historias que vuelan libres sobre un pantano de suciedad social y cercanía que escuece, vibra en la mente del espectador a través de un uso brillante de la tensión mantenida y una capacidad innata para generar uno de esos espejos que devuelve reflejos dolorosos.
Y es que, como sucede en algunas de sus obras maestras, a las que llegaremos enseguida, lo mejor que tiene 'Código desconocido' es su manera de mirar al espectador fijamente, de hablarle al oído y pronunciar las palabras exactas para que todo salte por los aires. Es cine de calles y metros, de portales y ventanas, de vecinos invisibles y excusas baratas. Es cine distinto, único, impredecible y mayúsculo.
'Funny Games'
Vale, si ya habías visto en 1997 la cinta original de Michael Haneke es más que posible que te sintieses estafado con este remake en el que el director, básicamente, repitió plano por plano su película. Pero, si te sentaste en tu butaca favorita dispuesto a disfrutar de la nueva película de terror y misterio protagonizada por Naomi Watts, podemos imaginar tu cara 111 minutos después de que comenzara el espectáculo. Describir 'Funny Games', en cualquiera de sus dos (idénticas) versiones, se antoja una tarea imposible. Esta obra profunda y descarnada, hipnótica y perfectamente calculada, sobre la maldad humana que no atiende a razones ni sentido común, está entre los trabajos más destacados de su director, es decir, palabras mayores.
'El vídeo de Benny'
Hay películas que se mueven desde su mismo comienzo con la parsimonia de un latigazo siempre a punto de producirse. No hay respiro, ni piedad, ni compasión. 'El vídeo de Benny' es una de ellas. Michael Haneke eleva el listón dejado por su primer y sorprendente largometraje, 'El séptimo continente', y firma la que, a todas luces, es la mejor entrega de su particular trilogía sobre la violencia en la sociedad moderna.
Complicada de ver y, sobre todo, digerir, nos encontramos ante una película de atmósfera casi irrespirable a la que cuesta encontrar más error que el de un ritmo lento y pausado que, sin embargo, termina teniendo todo el sentido posible, aumentando de manera casi imperceptible las pulsaciones de una historia que, en su tramo final, termina de explotar frente a nosotros. No hay juegos narrativos imposibles ni golpes de efecto, todo es seco y punzante como un cuchillo helado que se va clavando poco a poco. Una joya que, especialmente en su tramo final, adquiere trazos de excelencia. Dolorosa y rasgada excelencia.
'Caché (Escondido)'
Observar y ser observado. Las miradas inquietas y perturbadoras. Los silencios insoportables y las palabras que sobrevuelan los cimientos de una vida cercana al naufragio colectivo. 'Caché (Escondido)' podría haber sido un thriller de manual con sus inevitables giros de guion y desenlace repleto de fuegos artificiales, pero, en manos de Michael Haneke, se convierte en una máquina de tensión indescifrable, que se respira, que se cuela entre los huesos y termina doliendo e hipnotizando en las mismas dosis.
Comandada por dos interpretaciones memorables por parte de Daniel Auteuil y, sobre todo, Juliette Binoche, 'Caché (Escondido)' prefiere siempre hacer equilibrio sobre un signo de interrogación que lanzarse de lleno al juego de las respuestas que dejan todo bien cerrado. Haneke maneja los tiempos, se divierte con sus personajes, controla el ritmo y golpea siempre en el momento preciso. Una propuesta fascinante desde el mismo desconcierto.
'Funny Games'
El trailer y la publicidad que se movió alrededor de 'Funny Games' dejaba entrever algo de lo que se ocultaba detrás de su impoluta fachada visual, pero ningún espectador estaba preparado plenamente para enfrentarse a un reto absoluto que te mira directamente a los ojos y te clava las uñas en el cuello.
No quieres mirar lo que está ocurriendo, algo que también le sucede a la cámara de Michael Haneke en muchas ocasiones, pero nada puede evitar que sientas en tu interior el auténtico terror que recorre cada esquina de esa casa reconvertida en infierno terrenal. Una reflexión casi filosófica sobre el sadismo que no se ciñe al promocionado género de terror. Lo revienta desde dentro. Algo muy cercano a la obra maestra.
'La pianista'
Dos nombres: Michael Haneke detrás de la cámara y del guion, adaptación de la novela de Elfriede Jelinek, e Isabelle Huppert, inmensa en cada uno de los minutos de este monumento. Dos personalidades capaces de convertir 'La pianista' en una propuesta que sobrepasa por completo lo puramente cinematográfico y se convierte en una experiencia total. Duele, quema, se resquebraja, se/te coloca en el mismo límite que separa el abismo de la pantalla. Una historia de la que es mejor saber lo mínimo y que, pese a no tratarse de un festival de sorpresas argumentales sin descanso, siempre guarda un as en la manga con el que desencajar la mandíbula.
Más que una película, un golpe seco en la misma boca del estómago que se acepta de muy buen grado gracias a su talla artística, su coherencia narrativa y su eco en el recuerdo. En definitiva, una de las cimas de su director y una de esas cintas que, una vez vistas o, mejor dicho, vividas a flor de piel, se quedan para siempre contigo.
'La cinta blanca'
Estamos ante la que podría ser, sin ningún tipo de problema, la cinta más accesible hasta la fecha de Michael Haneke. También la más sofisticada, elegante, contundente, impactante y redonda. 'La cinta blanca' es la violencia antes de la violencia, el germen de la maldad desde el trauma de una educación marcada a base de puños y amenazas, de injusticias y acusaciones, de demonios debajo de la cama y fantasmas dentro del armario.
Haneke entrega la mejor dirección de su carrera con una historia que, vestida de un maravilloso blanco y negro y con la ayuda inestimable de una puesta en escena muy cercana a la perfección, te agarra desde su brillante prólogo y no te suelta hasta uno de esos planos finales que llegan para quedarse. Obra maestra.
'Amor'
'Amor', la mejor película de la carrera de Michael Haneke, nos cuenta la historia de un matrimonio de ancianos, profesores de música retirados, que se ve afectado, atacado sin compasión, por una terrible enfermedad que les pondrá a prueba. Un argumento así, sueño prohibido e inconfesable de los directores amantes de la lágrima barata, se convierte en manos de su director y guionista en un tratado magistral sobre la vejez y la muerte, el paso del tiempo y la ternura, la desesperación y las debilidades.
En sus planos, sello inconfundible de su autor, navega el miedo absoluto de una vida que va llegando a su final a pasos agigantados, donde las miradas entre los amantes son las únicas que se mantienen firmes, a pesar de la terrible sensación de estar perdiendo la dignidad y la partida frente a un monstruo llamado muerte. Jean-Louis Trintignant y Emmanuele Riva regalan dos interpretaciones que no lo parecen. Ellos viven, sufren, reflexionan, asimilan, luchan, se resignan. No hay rastro de actor y actriz, no hay personajes. Ellos son ese matrimonio encerrado en un piso de París que traza un mapa tan certero, tan profundo, de caricias furtivas y recuerdos que, dos días antes, eran presente. Una película sencillamente perfecta.