Nos cuentan que 'Marte' es el regreso por la puerta grande de Ridley Scott. Y uno se lo cree a medias. No queda otra después de tantos intentos, falsas promesas y decepciones mayúsculas. Condenado a unas rentas magníficas, el director de unas cuantas obras maestras y otros tantos desastres, convive en cada nuevo estreno con la batalla entre lo que se espera de él, lo que finalmente ofrece y lo que él quiere aportar a una carrera en la que se agradece la valentía tanto como se lamenta la pérdida de oportunidades. Capaz de todo, milimétrico en su concepción de cada una de sus películas, Scott ha fallado con contundencia en diversas ocasiones. Sus películas siempre se ven bien, tienen una forma estupenda pero les falta vida, emoción, empatía. Aquí tenemos los cinco ejemplos más sangrantes de su carrera, cinco trabajos que nos enseñan la peor cara de uno de esos cineastas imposibles de ubicar.
5'Prometheus': engaños y expectativas
En los primeros instantes de 'Prometheus' uno cree que, después de todo, el entusiasmo, los nervios y las expectativas depositadas en el regreso de Ridley Scott a la ciencia ficción, terreno al que pertenecen sus dos obras capitales, 'Blade Runner' y 'Alien. El octavo pasajero', se van a ver recompensadas, que sí, que esta vez Scott no va a fallar y va a entregar una película sobresaliente. Y todo fluye con interés, la atmósfera de la nave 'Prometheus' se nos muestra en todo su esplendor, reconocemos ese universo que nos aterró dos décadas atrás, intuimos que la fórmula funciona, que no se ha desgastado el poder de hipnosis de un director sin rumbo en los últimos años, que el genio no se había acabado, estaba escondido, esperando la oportunidad de volver a casa para deslumbrar una vez más. Y es entonces cuando, una vez presentados sus personajes y misión final, uno empieza a torcer el gesto. Cuidado, el caramelo puede estar envenenado. Scott, vas a volver a hacerlo. Una vez más.
No seamos injustos. El problema real de 'Prometheus' no es su director, todo lo contrario, Scott rueda con intensidad, mano firme, narrando con pulso maestro la historia, sin 'peros' que valgan, con la búsqueda eterna de la perfección, momentáneamente conseguida, y espíritu rejuvenecido, ayudado por la fotografía de Dariusz Wolski y la espléndida banda sonora de Marc Streitenfeld. El lastre, la bala que hiere el reencuentro del realizador inglés con su criatura más amada, es su guion. Damon Lindelof y John Spaihts aportan un libreto con tal cantidad de lagunas, incoherencias y estupideces que solamente sus rendidos homenajes al género y a su director consiguen salvarlo del desastre más absoluto. De más a menos, todo lo contrario que su vertiente de cine espectáculo, 'Prometheus', comienza como una rutilante demostración de genio en estado puro para terminar convertida en aventura de acción espacial de tres al cuarto, magistralmente plasmada en pantalla, sí, pero tópica y tramposa. Porque no se puede engañar al espectador, se puede jugar, interactuar, pero no puedes vender lo que no vas a ofrecer. Aquellos que esperaban la ansiada precuela de 'Alien', como si semejante obra maestra necesitara algún añadido más, no la van a encontrar.
Como cine de acción, 'Prometheus' es un indiscutible espectáculo en el que las palomitas se pueden atragantar en sus mejores momentos, aquellos que con su exceso, su jugueteo con el gore y el terror gótico, nos trasladan a los tiempos de la extrañada Sargento Ripley, homenajeada en la figura del personaje de Noomi Rapace, lo mejor del reparto junto al inconmensurable Michael Fassbender, actor total que se desmarca con otro recital gracias al personaje más complejo e interesante de la cinta, el androide Dave. Como cine reflexivo se queda en panfleto gratuito y desinflado. Como precuela de 'Alien', no existe. Como reivindicación de Ridley Scott, funciona, aún queda esperanza de que, con otra historia en sus manos, su semiperdido estatus de autor regrese en forma de aplauso unánime de crítica y público. Como esperada obra maestra, decepciona. 'Prometheus' es, ni más ni menos, una buena, simple y efectiva, película de ciencia ficción. Un caramelo repleto de preguntas sin respuestas destinadas a solucionarse en sucesivas entregas. El papel es precioso pero dentro hay poco más que un caramelo y, aunque no esté envenenado del todo, deja un sabor demasiado agridulce.
4'El Consejero': bostezos
Cada vez es más complicado llegar a una sala de cine con la mente en blanco, sin opinión previa y, en el caso de 'El Consejero', aún más. Por los nombres que aparecen frente y tras las cámaras (y guion), estábamos ante una de las películas llamadas a marcar el año cinematográfico que va terminando. Lo que, en el papel, era un éxito seguro, se convirtió, con el paso de las críticas que iban apareciendo, en un desastre mayúsculo. Al final, queda sentarse en la butaca y esperar que todo el mundo estuviera equivocado, que el naufragio no fuera para tanto y la esperanza de que tanto apellido ilustre pudiera salvar los muebles. Dos horas después, la sentencia es firme, pocas veces tantos buenos factores habían dado un resultado tan decepcionante.
No es lo mismo escribir un libro que escribir un guion y ese es el principal error de una película convencida todo el tiempo de su grandeza y profundidad. Lo que en papel podría funcionar con poder y contundencia queda convertido en un conjunto de discursos pedantes y pseudofilosóficos, recargados, hinchados hasta la extenuación. Todos pretenden sumar intensidad a una película que, para su director, es otra cosa totalmente diferente. A estas alturas duele, pero no sorprende, que un director como Ridley Scott no sea capaz de entenderse con alguien como Cormac McCarthy, escritor prodigioso pero guionista bastante perdido en sí mismo, regodeándose en sentencias, que no diálogos, tan poderosas como gratuitas. Porque lo que se cuenta en 'El Consejero', más allá de una (muy) sencilla trama de narcotráfico, no es más que una reflexión sobre el poder del miedo, la maldad en el ser humano, impostada o real, la decadencia de una sociedad capaz de todo por nada, la soledad y la venganza, ensalzar el rostro del cazador frente a la inocencia del engañado. Con todo, lo que queda al final es el vacío más absoluto, los monólogos más forzados, la incomprensión latente y una complejidad innecesaria.
Su reparto formado por, ojo, Michael Fassbender, Penélope Cruz, Javier Bardem, Cameron Díaz (protagonista de una de las escenas sexuales más absurdas que recuerdo) y Brad Pitt, se convierte en el punto más fuerte de la propuesta. Todos notables en unos personajes en la permanente línea que separa lo ridículo de lo interesante, pero incapaces de mantener el interés en una trama enrevesada, desordenada, incoherente hasta la extenuación. Y, lo peor, con todo, es su prepotencia. Porque, al final, solamente hay una cosa peor que ser una mala película y es ser una mala película y creerte buena. Buenísima. Y no. Claro que hay escenas potentes, claro que está todo bien rodado pero eso es muy poco bagaje para una película que lo tenía todo para funcionar. Y ahí está el error. Sus responsables entraron en la sala convencidos de tener entre sus manos una obra maestra, un thriller diferente, un discurso memorable y, tan embobados estaban, que no se dieron cuenta de que lo que realmente estaban ofreciendo era un bostezo.
3'Exodus: Dioses y reyes': ángel y diablo
En este articulo hablamos de cinco decepciones, cinco películas que terminaron con nuestros deseos por los suelos, que no conectaron con nosotros, que derribaron las expectativas depositadas en el talento e intuición de cineastas en los que creíamos. El tiempo verbal es optativo. Sin embargo, en cualquiera de los cinco párrafos en los que explico las razones por las que esa meta común nunca se llegó a alcanzar, podría usar la misma fórmula, encontrar las mismas respuestas. Una buena historia, un exceso de prepotencia, una factura visual deslumbrante y un resultado carente de cualquier atisbo de vida o emoción. ¿Es diferente 'Exodus: Dioses y reyes' No, en absoluto. Y la historia venía más que dada. Moisés. Plagas. Mar Rojo. Un festín de opciones y posibilidades para un Scott que se agarraba a una tabla que le aseguraba espectáculo, drama con mayúsculas y La Historia Más Grande Jamás Contada. Todo mayúsculo sobre el papel, todo aburrido en pantalla.
No es un buen comienzo abrir una trama bíblica con una batalla que parece un descarte de 'Gladiator', pero aún así, los primeros minutos de 'Exodus', otra vez, nos permiten imaginar un destino mejor para el resultado final. Hasta que Scott pone la película en punto muerto y, sencillamente, deja que todo siga su curso sin el mínimo margen para la sorpresa o la emoción. El reparto es un desastre en su totalidad, aunque Joel Edgerton llega a la cima del ridículo con su Ramsés, y sus 151 minuto (¡!) una losa que cae sobre la espalda de un trabajo que apenas puede respirar en su esencia de monumental descalabro. Incluso su atractivo principal, las plagas y el clímax de aguas abiertas, no cumplen más que con el aprobado justo. Momentos aislados que no consiguen, en absoluto, convertir a 'Exodus' en algo más que una película en piloto automático, una historia mal contada, ejecutada sin nervio, sin alma, sin el más mínimo sentido del género. Scott resucitó al péplum y acabó con el cine bíblico. Ángel y diablo.
2'Un buen año': vacaciones pagadas
Hay ocasiones en las que es preferible ser serio que divertido. Especialmente si no tienes ninguna gracia. Ridley Scott decidió probar suerte en la comedia 'clásica' (multiplicad las comillas) y le salió el tiro por la culata. 'Un buen año', su reencuentro con Russel Crowe seis años después de 'Gladiator', tiene perdón si lo entendemos como un pasatiempo ligero y sin mayor preocupación que la de hacer pasar un rato agradable al espectador. Y aún así tendríamos que hacer un extra de esfuerzo benevolente. Porque nada funciona en esta adaptación de la novela de Peter Mayle con la que ambos, director y actor, se pagaron unas vacaciones de ensueño en Provenza a las que invitaron a una Marion Cotillard totalmente perdida. Ni siquiera ella es capaz de levantar el ánimo de una historia obsesionada con transitar por todos los tópicos y lugares comunes, una decisión convertida en desastre especialmente en sus momentos 'slapstick'.
La preciosa banda sonora de Marc Streitenfeld mece los atardeceres, preciosos, mientras Crowe y Cotillard se enamoran de la manera más torpe jamás vista. Un tropiezo que comenzó a serlo en el mismo momento en el que sus responsables decidieron apostar por la vis cómica de un director y un actor que, sencillamente, no la tienen. Lo que queda es una película destinada a la sobremesa, caduca desde el mismo día de su estreno, olvidada con el paso del tiempo, ignorada en el catálogo de su director y considerada, con toda justicia, el punto más bajo de la relación Scott/Crowe. Buenas intenciones, todas las del mundo. Malos resultados, también.
1'El reino de los cielos': secuelas
Parece sencillo identificar la intención/obsesión de Ridley Scott por intentar repetir, cada cierto tiempo, el fenómeno 'Gladiator'. La fórmula está clara y el director no se cansa de intentar entregar el mismo plato sin cambiar demasiado los ingredientes. ¿Funciona? A veces. Pero no en 'El reino de los cielos'. Recibida con (sorprendentes) notables críticas, nos encontramos ante la película más pretenciosa, fallida y aburrida de la última etapa de Scott. Con lo que eso supone. En cualquier caso, empecemos por sus aciertos. Funciona muy bien visualmente. Ok, ahora vamos a sus errores. Orlando Bloom, protagonista con una interpretación tan lamentable que, exceptuando sus dos secuelas piratas, mató su carrera en Hollywood. El guion de William Monahan, incoherente, estructurado como un puzzle imposible en busca de grandes escenas de acción, inocente en el drama, absurdo en los diálogos, terrible en la manera en la que hila cada uno de sus giros. El trabajo de Scott, tan carente de personalidad y carisma que podría adjudicarse a cualquier otro director, especialmente a aquellos a los que ha influido directamente. Su ansiedad por ofrecer épica a toneladas sin dejar de lado la intensidad de los conflictos de cada uno de sus personajes, condiciona la naturalidad, la frescura, el sentido del ritmo. Todo está tan calculado que no da tiempo a respirar a una cinta estirada por encima de sus posibilidades.
Quedan escenas bien resueltas, batallas bien planteadas, dirigidas con nervio y sabiduría, pero no es más que la reiteración de algo que ya habíamos visto y que ya nos había contado la misma persona. 'El reino de los cielos' cae en su propia trampa, se derrumba frente a la sombra de una película que supo conectar con una generación en un momento muy puntual. El fenómeno brilló por su ausencia y lo que quedó fue un intento vacío y repleto de errores en su búsqueda por el éxito masivo. Un golpe más para un director perdido en sí mismo y en su legado. Scott quería su 'Gladiator II'. Nosotros nos tuvimos que conformar con un montón de nada. Pero muy épica, eso sí.