Concederé el margen que dan las dudas. Joaquin Phoenix es uno de los mejores actores del mundo. ¿El mejor? Ya, pero dejemos espacio para los que no se muestren tan entusiastas. Intérprete que hace de la presencia y el carisma un arma indestructible, de los gestos faciales y de los movimientos corporales un instrumento más para concretar actuaciones basadas en hacer que parezca sencillo lo más complicado del mundo. Tipo raro, hombre irracional en el penúltimo Woody Allen, actor codiciado con pies de plomo y cabeza tan desquiciada como calculadora en la decisión, Phoenix es, desde hace quince años, uno de los valores seguros de Hollywood. No garantiza éxitos de taquilla pero sí que puedes apostar tu dinero a que la entrada que compres será un gasto que merece la pena. No hay nadie de la talla de Joaquin Phoenix. Y aquí tenemos cinco personajes que justifican toda una carrera a la que todavía le queda mucho por decir. Y por deslumbrar.
1'Gladiator': Ojos de serpiente
Pocos podían pensar que la década de los 2000 se inauguraría con la resurrección del péplum. De nuevo, y sin previo aviso, llegaba a la cartelera una película de romanos, gladiadores jugándose la vida en la arena, traiciones en las más altas esferas y dedos hacia abajo que indicaban malas noticias. La taquilla se volvió loca, los críticas también y hasta los Oscar se dejaron contagiar por 'Gladiator', un trabajo que, puestos a sacar gente de sus tumbas, sirvió para volver a dar vida a la carrera de Ridley Scott. Una historia de venganza épica hasta decir basta, un protagonista antológico, Máximo, un actor en el mejor momento de su carrera, Russel Crowe, y un director que mostraba algunas de sus mejores virtudes. Una combinación perfecta a la que se sumaba una presencia en pantalla que deslumbró a propios y extraños. Cómodo, ese villano con mirada de serpiente, ese ser humano despreciable capaz de todo por conseguir poder, tenía el rostro de un actor desconocido llamado Joaquin Phoenix. No, no era ni mucho menos su primera película, pero nunca antes había conseguido transmitir tantísimas cosas con los mínimos elementos. Plantando cara a un Crowe que parecía intratable en aquel comienzo de década, Phoenix conseguía lo que parecía imposible, adueñarse de cada una de las escenas en las que aparecía, mantener atado en corto al fantasma del exceso y la sobreactuación que siempre planea sobre un personaje de estas características. Su interpretación fue uno de los elementos más aplaudidos de una película que si bien no encontró continuidad en su reivindicación del género, sí que se convirtió en influencia directa para muchos trabajos similares. Todos los factores ayudaron para que su vigencia siga intacta. Y un inolvidable Joaquin Phoenix es uno de los más evidentes.
2'En la cuerda floja': Apostando sobre seguro
A los biopics los carga el diablo, eso lo tenemos todos claro, pero no siempre caen en su propia trampa. En 2005, el director James Mangold se atrevía a contar la historia de un artista tan complejo y apasionante como Johnny Cash en 'En la cuerda floja', aún hoy su mejor película. Como ocurre casi siempre, un porcentaje considerable del triunfo o fracaso de este tipo de proyecto se basa en la interpretación de su protagonista, en el actor/actriz que se atreva a dar vida a un rostro, una voz, unos movimientos y una personalidad ya conocida, sin margen para la sorpresa, con poco espacio para el riesgo y con muchas posibilidades para caer en la parodia o imitación más facilona. Cuando se anunció que Joaquin Phoenix sería el responsable de semejante tarea, todos respiramos. Es lo que tiene apostar sobre seguro. A pesar de que los premios terminaron cayendo del lado de su acompañante, una notable Reese Witherspoon, el trabajo que realizó el actor suponía un paso más hacia una consagración inminente, la certeza que daba la razón a aquellos que intuían que, a su carisma feroz, su carácter endiablado y su imponente presencia en pantalla, se podía sumar una tristeza desoladora, una capacidad para transmitir el sufrimiento más atroz, una precisión milimétrica para fundirse con el personaje, una grandeza basada en los detalles más mínimos. 'En la cuerda floja' sigue siendo, a día de hoy, uno de los biopics más ejemplares de la pasada década gracias a muchas cosas, un ritmo que se alejaba de las irregularidades comunes en el género, una banda sonora que, evidentemente, funcionaba a las mil maravillas, una dirección sin grandes despliegues pero siempre correcta y, por encima de todo, un protagonista que engrandecía la propuesta con cada canción, con cada mirada. Johnny Cash aparecía ante nuestros ojos. El aplauso rendido a Phoenix, venía después, cuando eras consciente de la demostración de talento a la que acababas de asistir.
3'I'm still here': Reverso oscuro
Hay que tenerlos muy bien puestos. Perdonad la vulgaridad, pero el atrevimiento, la cara dura, el genio e ingenio, la valentía total que tuvo Phoenix en 2010 está más allá de lo que podamos explicar. Todo era una broma, sí, pero que se tomaba muy en serio su punto de partida, la retirada del actor cansado del Hollywood más rancio para intentar triunfar en el mundo del rap, y su destino, la crítica salvaje a la fama como concepto, finalidad y fuente de absurdos. Una idea que contó con la colaboración de Casey Affleck como director pero que permitió que Phoenix le tomara el pelo a (casi) todo el mundo gracias a una interpretación tan poderosa que solamente podía ser verdad. De lo contrario, como apuntaron algunos críticos en su momento, Brando sería un simple aprendiz. La exageración es siempre una posibilidad pero, con 'I'm still here', Phoenix ridiculizó todo un universo repleto de falsedad, hipocresía y vacío a través de una actuación que, más allá de lo icónico de su aspecto, sirve para medir los niveles de grandeza de un gigante que, más disfrazado que nunca, decidió desnudarse como nunca antes lo había hecho. Muchos creyeron que se había vuelto loco, que el mundo del cine perdía a un actor inigualable. Cuando se desveló el secreto, cuando el mago explicó el truco, casi todos se sintieron estafados. Con el tiempo, lo que queda de aquel experimento ridículo y asombroso a partes iguales, es un actor en permanente estado de gracia, un Phoenix pasándoselo pipa mientras se pierde en un personaje que no deja de ser el reverso oscuro de un paisaje que siempre ha intentado esquivar. ¿Exceso de locura? Casi todos los genios la tienen.
4'The Master': Recitales en el naufragio
La historia de dos bestias salvajes, de dos animales impulsivos, atormentados, títeres en manos de una idea o un trauma, profundamente doloridos, escondidos tras alcohol y discursos, terapias y torturas, golpes y soledad, resuena como un eco en medio del desierto. Uno no sabe de donde proviene la potencia de una obra como 'The Master' pero no ceja en su empeño de encontrarla. Sabe que está viendo algo magnífico y, al mismo tiempo, profundamente repulsivo. El Lancaster Todd que crea Philip Seymour Hoffman, un encantador de serpientes dominado por una cobra cerebral y aterradora (espectacular, otra vez, Amy Adams) no necesita más que su voz para penetrar en las mentes derrotadas tras la cobardía, la ingenuidad o la guerra que nunca termina. El Freddie Quell que crea Joaquin Phoenix, un perro salvaje, borracho, primigenio, impulsivo. refugiado en el sexo salvaje y enfermizo, refleja en su mirada la cárcel mental en la que se encuentra encerrado, la esperanza por buscar una solución, un reencuentro, una compañía en la butaca de al lado. Su relación, fraternal, tóxica, tierna, infantil, enferma, es el centro de una película que utiliza el origen de la Cienciología como mera excusa para profundizar en el cerebro de dos mentes destruidas, convertidas en restos de un naufragio emocional que jamás podrá superarse. Todo el mundo necesita agarrarse a algo para no caer, un paraguas para soportar la tormenta, una voz para aguantar el silencio. Dos actores. Dos recitales. Seymour Hoffman, gigante. Phoenix, palabras mayores. Su labor se convierte en uno de los tours de force interpretativos más impactantes que se recuerdan. Cuando la película, especialmente en su desarrollo, parece despistarse, su figura aparece para recuperarte, ponerte alerta, esperar cualquier cosa de un actor que ofrece la mejor interpretación de su carrera. O una de ellas.
5'Her': Theodore
Puestos a elegir, aunque cualquier camino que tome una crítica es aceptable en este caso, digamos que 'Her' triunfa en todas y cada una de sus vertientes, alcanzando su punto más alto en la descripción de los distintos estados emocionales, las distintas etapas psicológicas y sensitivas, de una historia de amor. La ilusión, el sexo, la decepción, la ternura, las dudas, todo, absolutamente todo, está contado con suma delicadeza, con genio constante, en un guion firmado y dirigido por el mejor Spike Jonze. Es a lo largo de la relación entre sus dos protagonistas, Theodore (humano) y Samantha (ordenador) donde la película descansa todo su imponente registro de mensajes transparentes para concluir su reflexión total sobre el papel del individuo en el futuro que está detrás de esa puerta que todos tenemos delante y a la que nos dirigimos sin descanso, pero también del papel del amor. Ayer, aquí, ahora y mañana. La necesidad de encontrar un lugar al que agarrarnos, un nuevo descubrimiento cuando todo se está resquebrajando. La importancia de escuchar una voz. La voz. Esa inolvidable voz de Scarlett Johansson. Por eso, cuando Theodore cae rendido ante los encantos de un sistema operativo, uno descarta automáticamente que la película vaya a regodearse sobre un punto de partida tan atípico, porque sufre esa misma sensación. Comprende la situación del protagonista, se enamora con él, se deja llevar. Y todo esto sería imposible sin el deslumbrante talento de Jonze, claro, pero también sin un rostro que nos guiara. Qué bien que sea Joaquin Phoenix el que cargue con esa responsabilidad. En su interpretación está la humildad, el encanto, la maestría que solamente se les puede atribuir a esos actores que, con poco, consigue transmitir todo. Sin artificios, sin dramatismos gratuitos, su Theodore es otra composición cinematográfica inolvidable para apuntar en su lista. La cima emotiva de una carrera que encuentra ahora en Woody Allen un nuevo socio. Los genios se buscan. Y Phoenix siempre anda alerta.