'(500) días juntos' es lo que acostumbra a conocerse como el fenómeno de la temporada, coletilla que suele etiquetar a unos pocos films anuales cuyo común denominador, más allá de su verdadera calidad, suele radicar en su etiqueta de film independiente.
Y es que, como ya hemos advertido en más de una ocasión por estos lares, el cine indie hace tiempo que ha pasado de ser una necesidad a convertirse en una moda que está llegando a marcar tendencias, afirmación que queda sobradamente constatada por la gran cantidad de películas de majors que vienen enmascaradas bajo dicho cliché, como es el caso de la película del director de videoclips Mark Webb, cuyo presupuesto ronda la nada desdeñable cantidad de 7'5 millones de dólares.
Por suerte, en ocasiones las expectativas suelen cumplirse, y éste es sin duda el caso de '(500) días juntos', una agria comedia de (des)amor cuya estética y formalismos forzadamente indies están a punto de defenestrar la película en más de una ocasión. A pesar de su falsedad estilística, con su alinealidad narrativa, sus efectos visuales herederos del Michel Gondry más mainstream y su banda sonora de futuribles hits, la película interpretada por Zooey Deschanel y Joseph Gordon-Levitt se nos muestra sorprendentemente sólida y eficaz, con una sutil hiel en su mensaje que el espectador degusta como consecuencia de la inevitable afinidad que éste siente con su protagonista masculino, al cual acompañamos a través del paraíso, el infierno y el purgatorio de ese estado anímico denominado amor.
De este modo, '(500) días juntos' retoma ese olvidado elemento dentro de la comedia romántica que es la narración desde el punto de vista masculino -o mejor dicho, el elemento femenino desde la perspectiva mascuilna- , y que tan buen resultado ha dado en películas como 'Cuando Harry encontró a Sally' o, en especial, 'Alta fidelidad'. Con una convincente interpretación, Joseph Gorden-Levitt condensa y tipifica en su personaje el rechazo sentimental y su dolorosa catarsis, acompañándonos, mediante su experiencia individual, a través de un genérico Hades por todos conocido en el que su director se distancia prudencialmente de los gags prototípicos del género, a la par que retrata varios puntos en las relaciones de pareja que suelen ser omitidos por las comedias al uso.
Asi pues, '(500) días juntos' resulta ser un producto fácilmente degustable, mucho más cáustico y serio de lo que en realidad pretende vender, y que a pesar de verse obligada a pagar los ineludibles aranceles del mainstream, se convierte en una de las mejores tragicomedias románticas de los últimos tiempos. O como mínimo del año.