¿Qué es un clásico? Para muchos es aquella obra que supera la prueba del tiempo, conservando su calidad y valor como referente. O como dice la RAE, aquello "que se tiene como digno de imitación en cualquier arte o ciencia". Según esta descripción, 'Crueles intenciones' no debería ser un clásico, ya que "digna" es lo último que viene a la mente para describirla. Pero no obstante lo es.
'Crueles intenciones' es una adaptación moderna de 'Las amistades peligrosas', una vuelta de tuerca sexy y juvenil a la novela de Pierre Choderlos de Laclos que se ambientaba en el Upper East Side de Nueva York y reflejaba la creciente obsesión del cine por la vida de los jóvenes ricos de la alta sociedad a finales del siglo pasado. La película se estrenó en 1999 con éxito entre el público joven, que acudía a los cines a ver al nuevo (y efímero) star system de Hollywood, formado por ídolos teen del momento como Sarah Michelle Gellar ('Buffy, cazavampiros'), Ryan Phillippe ('Sé lo que hicisteis el último verano'), Reese Witherspoon ('Pleasantville'), Selma Blair ('Ya no puedo esperar'), Joshua Jackson ('Dawson crece') o Tara Reid ('American Pie'). De todos ellos, Witherspoon fue quien tuvo más suerte, convirtiéndose poco después en una de las actrices mejor pagadas del cine.
A pesar de estar llena de clichés y malas interpretaciones (o precisamente por eso), 'Crueles intenciones' es una película muy magnética y endiabladamente entretenida, y aunque también se haya quedado algo desfasada, conserva su valor como documento de la época y película clave de la Generación Y. Sus intérpretes estaban en todas las portadas, su excelente banda sonora recogía el sonido del momento, y por aquel entonces era una película de visionado obligado para cualquier adolescente. Si eso no es suficiente para considerarla un clásico (aunque sea un "clásico trash") no sé qué lo es. 'Crueles intenciones' generó una secuela directa a vídeo y recientemente un reboot televisivo, donde que Gellar retoma su personaje en el film y para el que vuelve su director, Roger Kumble.
Escenas para el recuerdo
Lo que más caló con la audiencia de 'Crueles intenciones' fue lo atrevida que era para ser supuestamente una película juvenil. Drogas, sexo (pseudo-incestuoso), chantaje, depravación... La película era decididamente subida de tono y políticamente incorrecta, y en este sentido hay muchas escenas que se quedaron grabadas en la retina de los que la vimos a edades impresionables (los adolescentes de antes no éramos tan espabilados, ya lo sabéis). Para demostrar que 'Crueles intenciones' es un clásico de los 90, recopilamos sus 7 momentos más impactantes. Seguro que os acordáis de ellos perfectamente.
7 momentos que hacen de 'Crueles intenciones' un clásico
El crucifijo
La pérfida Kathryn Merteuil, interpretada por Sarah Michelle Gellar ('Buffy, cazavampiros'), iba de mosquita muerta y cristiana modélica, pero dentro de su enorme crucifijo escondía cocaína que esnifaba cuando tenía la ocasión. Cuando vemos la escena en la que Kathryn nos muestra el compartimento secreto sabemos que no estamos viendo una inocente película para adolescentes cualquiera. Además, es el comienzo de lo que será una divertida y épicamente mala interpretación por parte de Gellar.
La apuesta
Esta es una de las escenas más importantes de la película. En ella, los hermanastros Kathryn y Sebastian (que es el nombre más "Upper East Side" que existe), aburridos de sus lujosas vidas y siempre dispuestos a jugar con las de los demás, hacen la apuesta que impulsará la historia: Si Sebastian consigue acostarse con la puritana Annette (Reese Witherspoon), su hermanastra le dará "algo con lo que has estado obsesionado desde que nuestros padres se casaron... En inglés: Te follaré hasta que te explote la cabeza". Otras frases de Kathryn para enmarcar en esta escena: "Soy la única persona que no puedes tener y te mata" y la célebre "Podrás meterla donde quieras". En una escena análoga más adelante, Gellar sigue soltando perlas: "¡QUIERO FOLLAR!" es su gran momento de Oscar.
El beso
Sin lugar a dudas el momento más comentado y más recordado de la película es el beso entre Sarah Michelle Gellar y Selma Blair. Cecile (Blair) no ha besado nunca a nadie y Kathryn se ofrece para que practique. Primero un casto roce de labios, y después un "masaje de lenguas" en toda regla. Este beso, uno de los más icónicos del cine de los últimos veinte años, fue parodiado en un gag de 'No es otra estúpida película americana' y durante los MTV Movie Awards (donde Alyson Hannigan y Jaime King eran las que se daban el lote), y en ambos casos se exageró lo más memorable de la escena: el hilillo de baba entre Gellar y Blair después de su pasional morreo.
El culo de Ryan Phillippe
Otro de los momentos más comentados de la película es el desnudo trasero de Ryan Phillippe, que dos años antes ya había causado sensación con su escena de ducha en 'Sé lo que hicisteis el último verano'. En esta ocasión, Phillippe enseñaba más carne. En la escena en cuestión, Sebastian invitaba a Annette a bañarse con ella en la piscina (por cierto, Phillippe y Witherspoon se casaban en la vida real poco después). Ella se marcha a ponerse el bañador, y Sebastian espera a ponerse el suyo el tiempo suficiente para que Annette pueda disfrutar de su desnuda anatomía. Una anatomía que dio mucho que hablar en las revistas y los foros de Internet.
El cunilingus
Cualquier escena con Selma Blair es digna de mencionar, ya que su personaje es el más excesivo y caricaturesco de la película (es básicamente una adolescente que se comporta como una niña mimada de 3 años) y el que nos deja los momentos más locos (por ejemplo cuando se abre de piernas haciendo el pino en la cara de su profesor de violonchelo). Pero el momento clave de Cecile es cuando Sebastian le ofrece darle "un beso", en lo que es claramente un retorcido y pervertido guiño a Peter Pan, pero lo que en realidad le da es... un cunilingus. A partir de descubrir el sexo en esta escena, Cecile se desatará por completo.
El encuentro en el baño
Durante toda la película, Kathryn y Annette no coinciden ni una sola vez. La primera está al tanto de todos los movimientos de la segunda, pero Annette no descubre su personalidad villanesca hasta la trágica recta final de la película. El encuentro de ambas en los baños de la escuela de élite en el primer día de clase es toda una lección de tensión climática. Viéndolas a las dos frente al espejo sabes que Kathryn está a punto de recibir su merecido castigo.
El final
La banda sonora de 'Crueles intenciones' es sencillamente una de las mejores de la época. Skunk Anansie, Aimee Mann, Blur o Placebo son algunos de los artistas que suenan a lo largo de la película. Pero si hay una escena musical destacable en ella es el desenlace con "Bitter Sweet Symphony" de The Verve, canción que sonaba en todas partes pero siempre será asociada a esta película. En la secuencia en cuestión Kathryn obtiene su justicia poética al descubrir que todos en la escuela han recibido una copia del diario de Sebastian, donde este relata las fechorías de su hermanastra (una trama que inspiraría indudablemente a 'Chicas malas' años después). La cara de derrota de Kathryn al ser desenmascarada, unida al archi-conocido tema, es uno de esos momentos cinematográficos para la posteridad.