Normalmente cuando escribo una crítica no suele importar para nada el lazo que yo tenga con una película, porque rara vez lo hay previamente. Sin embargo, 'Harry Potter y las reliquias de la muerte: Parte 2' no es una simple película para mí. Yo, como muchos otros, soy de la generación que creció junto al "niño que sobrevivió".
Aún recuerdo cuando era bastante más pequeño que me regalaron el primer libro de una saga nada conocida que estaba siendo un éxito fuera de nuestro país. Se llamaba 'Harry Potter y la piedra filosofal' y fue el primero de muchos que hicieron que me fuera tardísimo a dormir, que devorara páginas como un poseso, que estuviera expectante a que saliera el siguiente y el día anterior no pudiera de los nervios. J.K. Rowling había conseguido que yo también cruzara el andén 9 y 3/4 y viajara a Hogwarts con la misma alegría que cualquiera de sus personajes.
De pronto un simple libro se transformó en una moda, en colas interminables en las librerías, en chavales que no habían cogido un libro en su vida abducidos por las aventuras del joven mago. Con cada libro que salía Harry era un poco más mayor, y nosotros también. Sin darnos cuenta íbamos cruzando nuestra adolescencia rodeados de varitas, conjuros y seres mágicos.
De la mediocridad a la lo excepcional
Y de pronto llegaron las películas. Los fans nos agolpamos a las puertas del cine para ver a nuestro personaje favorito en carne y hueso gracias a un pequeñísimo Daniel Radcliffe. Las palabras iban a cobrar vida gracias a la magia del cine. Pero lo que me encontré no fue lo que estaba buscando. Como seguidor de la saga esperaba una fiel recreación del libro, y me encontré con algo totalmente distinto, un movimiento de marketing sin el alma que tenía cada una de las novelas, un compendio inconexo de los mejores momentos de cada libro.
Así fue prácticamente con cada una de las entregas de la saga, con sus altos y sus bajos, pero decepción era la palabra. No es fácil llevar un libro al cine, menos si ese libro ha creado un lazo tan fuerte con sus lectores. Demasiadas cosas inventadas, interpretaciones demasiado forzadas, y el problema de llevar mucho tiempo imaginándote un universo que a veces no concordaba con el que tenías delante.
Hasta que llegaron 'Las reliquias de la muerte: Parte 1' en el que por fin tomaron la decisión acertada de partir en dos el último libro y así ofrecer una buena adaptación de la novela, con cada escena clave de lo que para mi, y muchos, fue el fin de una larga historia que siempre será especial.
Por fin me acerqué a ver 'Las reliquias de la muerte: Parte 2' con renovado interés, con muchas ganas de verla, a pesar de que, como cuando cerré el último libro, me sentía abrumado por la sensación. Y lo que me he encontrado ha sido de nuevo un absoluto gran homenaje destinado a todos los que somos seguidores de la saga.
La magia de las palabras
Volvemos a acompañar a Harry, en esta ocasión por última vez, a buscar los horrorcruxes que destruyan por fin a Lord Voldemort, es decir, al excepcional Ralph Fiennes. Los que hayamos leído el libro veremos una muy buena adaptación sin retoques de la novela, con todos sus altos y sus bajos. Por fin se hace justicia con la literatura de Rowling.
Comenzando por la escena que cerró la primera parte, prácticamente no se nota el corte pero, aunque por sí sola pueda resultar una cinta de acción y magia relativamente entretenida para los profanos, la película se ha hecho expresamente para contentar a los fans, y alguien externo no entenderá lo que significa 'Las reliquias de la muerte: Parte 2'. Eso sí, los seguidores verán sus escenas favoritas recreadas con mucho cariño hacia los personajes.Esperábamos una batalla final épica, y la vamos a encontrar. Miles de cosas suceden a nuestro alrededor con grandes efectos especiales al más puro estilo Peter Jackson, en el que Hogwarts es lo que peor parado sale. Quizás dejar demasiada acción al principio hace que el ritmo sea bastante extremo, pasando de la adrenalina al relax de golpe y porrazo. Lo bueno es que parece que Yates siempre tiene algo guardado en la manga para recuperar el ritmo.
A partir de la mitad de la cinta nos encontraremos con las que son quizás las escenas con mayor carga emotiva de la saga, y es aquí donde aflorarán nuestros sentimientos de pottéricos empedernidos cuando nos demos cuenta de que una lagrimilla se nos ha escapado casi sin querer.
El brillo de los secundarios
No será por las actuaciones que, salvo el gran Alan Rickman (al que le hacen un auténtico homenaje) y quizás Matthew Lewis, obviamente han mejorado desde el principio de la saga pero aún les falta bastante por aprender. Mientras que Daniel Radcliffe y Rupert Grint mantienen sin variar absolutamente la personalidad de sus personajes, mientras que a Emma Watson hace tiempo que se le nota que está bastante cansada de estar en Hogwarts.
Eso no empaña una película protagonizada por la magia en la que precisamente es eso la que, como escudo sobre el castillo, la protege de llegar a decepcionarnos. La banda sonora magistral ayuda mucho a crear esa burbuja que nos aparta durante 130 minutos del mundo muggle. Tan sencilla de gustar es que lo que nos haya gustado de la novela lo hará de la película, y lo que no seguirá sin hacerlo.
[SPOILER] A pesar de que yo me esperara otro final, es preferencia de cada uno. Sin embargo, el desvelar demasiado pronto lo que esconde la snitch me sigue pareciendo que rompe un cliffhanger que podría haber sido mucho más devastador. También sigue resultado bastante "parcheado" el epílogo, aunque en la cinta consiga emocionarnos sabiendo que el expreso de Hogwarts no volverá a recorrer las vías. [FIN DE SPOILER]
Un 3D demasiado oscuro
En la polémica decisión de si comprar o no la entrada en 3D una vez más tengo que recomendar el cine tradicional, por razones de peso. 'Las reliquias de la muerte: Parte 2' vuelve a ser una conversión, así que no será nunca como si hubieran usado las cámaras adecuadas desde un principio. Y sobre todo porque la película transcurre prácticamente de noche, por lo que las gafas nos supondrán que tendremos una imagen muy oscura y no la disfrutaremos tanto como deberíamos.
Seamos francos, nadie que no haya seguido la saga de Harry Potter va a ver la que encima es una segunda entrega de una misma película. Eso lo sabe David Yates, y por eso ha hecho la película como la ha hecho. Se ha dado cuenta de que tenía entre manos la conclusión no sólo de una importante franquicia cinematográfica sino que para muchos de sus espectadores era el fin de una etapa que para algunos nos dura más de diez años.
La magia nunca termina
No nos ha defraudado y encontraremos el fin que buscábamos, ni más, ni menos. El director cuenta con la ventaja de que ya iremos bastante "tocados" por saber que afrontamos, una vez más, el final. Pero es lo bueno que tienen tanto el cine como los libros. Abres por la primera página, y la magia vuelve a surgir. A los que pertenecemos a la generación Potter esto supone un nuevo homenaje al joven mago y todo su universo. Saldremos de la sala con tristeza, pero saldremos con ganas de avivar de nuevo esa magia que tanto nos ha acompañado. Yo ya tengo 'La piedra filosofal' esperándome en casa. Es hora de volver a empezar.