La nueva película de Nicolas Winding Refn es un gran puzzle, casi perfecto, que funciona porque todas sus piezas son maravillosas, pero no porque estén colocadas de la forma más lógica. 'Drive' tiene en su poder a Ryan Gosling haciendo la interpretación de su carrera, una BSO magnífica, unos planos sobrecogedores y... una narrativa, que aún siendo correcta, descolocará a todo aquel que vea la cinta por primera vez.
El homenaje al cine criminal de los 80 se huele en cada fotograma. Esa música, plagada de sintetizadores; la estética cargada, inclinándose hacia lo "cool"; una trama que nos hace pensar en el Michael Mann de la época... 'Drive' es un homenaje, probablemente el mejor de todos los que han llegado a nuestras pantallas este año, pero tiene mucho de estilo propio: Winding Refn destila talento.
La carretera hipnotiza
El film abre con una secuencia inicial con la que tus ojos ya no podrán despegarse de la pantalla hasta que el metraje llegue a su fin. Sobriedad, silencios, control absoluto de los tiempos... desde el momento en que empieza 'Drive' todo está calculado al milímetro, es puro cine. Hechos que no se pueden representar con palabras, sino con imágenes.
En base a esto los diálogos son escasos. No hacen falta, la filosofía es que es mejor mostrar que explicar. Así se construye el protagonista, un personaje sin nombre que parece sacado de un western de Sergio Leone. Poco hablador, seguro de sí mismo, aparentemente tranquilo. Son sus actos lo que lo definen, no lo que pueda decir. Ryan Gosling lo borda.
Porque el actor no solo sostiene la película, que argumentalmente tiene todo su peso en los hombros del personaje principal, sino que consigue elevarla considerablemente. El conductor es distante, reservado, contenido. Y lo sabes únicamente porque Gosling así lo dice con sus gestos.
'Drive' narra la historia de este especialista de Hollywood en conducción. En ocasiones acepta trabajos en los que usa su coche para ayudar a escapar de atracos a delincuentes que han efectuado un golpe. Es su forma de relajarse, de canalizar la ira.
La fábula del escorpión
En cierto momento, el conductor se acerca a su vecina: una estupenda Carey Mulligan, dando lugar a escenas tan tiernas como geniales. Poco después de eso la película da el gran salto, en el cual sin transición parece colar casi un cambio de género. Es entonces cuando parece que al puzzle le faltan piezas, pero nada más lejos de la realidad. Con la inserción de esta trama, la cual es el punto menos destacable de la película (no es demasiado original), Gosling desata su lado más violento.
No cambia el personaje, sino las circunstancias, ese es el gran acierto de 'Drive'. El protagonista es complicado. Es una persona que intenta controlarse, pero como en la fábula del escorpión, éste se encuentra preso de su propia violencia. A su lado, los secundarios están mucho peor dibujados, los malos de la película son muy simples, pero tampoco es que la cinta de Winding Refn quiera darles más profundidad de la necesaria.
Bryan Cranston, televisivo y magistral actor, sí tiene un personaje mucho más interesante. Compañero y "amigo" de Gosling, hace una buena interpretación aunque sin demasiada presencia en el metraje. Albert Brooks también destaca en un papel que le viene como anillo al dedo, por mucho que su personaje no sea lo más.
Alucinante
Esa palabra resume 'Drive'. Es una cinta para enamorarte de su dirección de Oscar, de las impecables actuaciones de sus intérpretes, de su música, de su historia de amor, de las escenas que, en definitiva, te dejan alucinado. Una nueva resurrección de este género tan maltratado.
No es el film perfecto, pero sí es el broche idóneo para 2011. Una de las mejores películas de este año que tenemos casi acabado. Nicolas Winding Refn nos invita a su espectáculo, y lo mejor que podemos hacer es subirnos a su coche y disfrutar del viaje, porque Ryan Gosling también está dentro, y cualquier admiración a lo que nos puede enseñar se queda corta.