En los últimos días las redes se han hecho eco de una polémica surgida de un artículo de la revista Slate, firmado por Dana Stevens, en el que se tilda, además de "peor película de Pixar", de sexista y homófoba a 'Lava', el corto sobre la historia de amor entre dos volcanes que antecedía a 'Del revés (Inside Out)' en su proyección en los cines. Para entender mejor de dónde surge la discusión, leamos este fragmento del texto de la autora:
"Este show de terror de siete minutos de duración cuenta una espeluznante historia de amor desde mayo a diciembre, en donde la diferencia de edad podría medirse literalmente en eras geológicas. (...) Todo en lo que podía pensar al ver que el héroe, un fornido y solitario volcán, finalmente logra su sueño heteronormativo con una zorra recién nacida (todavía delgada y sexy) era: ¿nadie involucrado en esta, sin duda intensiva, labor de producción se dio cuenta de que todo esto se puede leer como una historia de "asaltacunas", o al menos, como recordatorio de que en Hollywood, hasta las formaciones geológicas están sujetas a las exigencias de género y talla?"
Las respuestas no se han hecho esperar y en general, más allá de las habituales descalificaciones o mensajes de apoyo sin argumentar, la posición opuesta (que explica con detalle por ejemplo Peter DiDonato en la web Movieplot) se resume en: No hay intención de doctrina, elegir una pareja heterosexual de determinado aspecto físico no niega otros modelos de pareja u otros aspectos físicos. Es solo una historia de amor entre dos volcanes.
Un punto medio (más o menos)
En debates sobre género y -fobias no valen medias tintas: la tibieza solo oculta la falta de valor para involucrarse en un problema que sí, sigue más que vigente y sí, también, que nos rodea a diario. En este caso ambas partes demuestran ciertas carencias, y llegan a frivolizar la cuestión. Quizás sería oportuno intentar dar un paso atrás y, como digo el gran Anton Ego en 'Ratatouille', aportar persectiva.
Stevens cae en su propia trampa al permitirse el juicio sobre la edad. Está absolutamente fuera de lugar esgrimir como argumento que a ambos volcanes los separan "eras". Más cuando simplifica el paso del tiempo -que Pixar, como siempre, narra a la perfección- y la sigue considerando a ella una "recién nacida" para hablar de "asaltacunas". Poniéndonos exigentes: si no comete una ilegalidad, ni la autora ni nosotros podemos calificar como poco adecuado ese romance. Además, se permite llamarla "zorra", que -aún pudiéndose entender cierta ironía- hace que su discurso pierda legitimidad.
Sí es lícito apuntar, y esto es una obviedad, la diferencia de forma: algunos justificarán que en esa oposición joven/viejo, se modelan ambos volcanes según el patrón de crecimiento geológico, que se asocian a un gran tamaño en el volcán-hombre y la delgadez en el volcán-mujer. Lo que es innegable es que subrayan un estereotipo. Y aquí es cuando DiDonato, y otras voces que responden a la crítica, se llevan las manos a la cabeza y exclaman: dibujar un estereotipo no es insultar a los que no pertenecen a él.
El problema, amigos, es que se siga perpetuando ese estereotipo. No, no niega lo demás, pero ¿por qué damos por hecho que en una caricaturización de una pareja, el dúo ha de ser heterosexual? Y es más, ¿por qué es ella la joven y delgada y él mayor? Sí, los diseños responden a líneas de dibujo que se asemejan a rasgos hawaianos, pero más allá de saltarse la impuesta blancura occidental en el cine, el resto de las elecciones responden al cliché.
¿Está mal representar una historia entre un hombre mayor y una mujer joven y delgada? No. Lo que hay que preguntarse es si Pixar no ha vuelto a perder la oportunidad de mostrar que otros modelos son igual de válidos para contar algo tan simple como el amor. Y de nuevo: como sociedad, ¿no deberíamos exigir a los que tienen poder de divulgación que no sigan insistiendo en determinados roles? Yo creo que sí.
