Existe un lugar en Nueva York que ha visto pasar por su escenario a lo mejorcito de la comedia. Budd Friedman lo fundió en 1963 y por allí se escucharon los monólogos de ahora gigantes del humor como Jay Leno, Larry David, Billy Crystal, Bette Midler, Judd Apatow o Lily Tomlin. Ese sitio es The Improv, situado en West 44th Street, y ahora ya tiene su historia publicada en libro.
Firmado por Friedman, 'The Improv: Una historia oral del club de la comedia que revolucionó el monólogo' recoge entrevistas a muchos de los cómicos que pasaron por su micrófono y ahora son alguien en Hollywood para retratar la influencia de ese club en el mundo de la comedia. Pero no todas las historias son alegres.
En un artículo del Hollywood Reporter dedicado al libro se señala uno de los puntos más polémicos la obra: el momento en el que los humoristas Richard Lewis y Robert Wuhl acusan a Robin Williams de robarles chistes: "Algunos cómicos le odiaban por eso. Yo no era uno de ellos", comenta Lewis en la declaración que se puede leer en el libro. Según Lewis, Williams tenía una memoria prodigiosa, y parece que no recordaba solo lo que se le ocurría a él...
El homenaje de San Francisco a Robin Williams
En otras noticias más alegres relacionadas con Robin Williams, desde hace algo menos de un mes la ciudad de San Francisco ha querido rendir homenaje al actor, que inició su carrera allí, cambiando el nombre del prado Sharon Meadow, situado en el Golden Gate Park, por Robin Williams Meadow. Este prado es particularmente especial porque desde hace 37 años se celebra allí el Comedy Day, un evento enorme y gratuito lleno de cómicos, que según sus organizadores probablemente habría perecido de no ser por la ayuda de Robin Williams. Este tributo llega tres años después de que muriera.
10 curiosidades de Robin Williams
Pegado a la consola
Robin Williams era un completo apasionado de los videojuegos, un hobby que siempre recalcó como uno de los más importantes de su vida. Por si acaso quedara alguna duda al respecto, el actor lo dejó bien claro cuando llamó a su hija Zelda, mismo nombre que uno de los personajes más importante de la inolvidable 'The Legend of Zelda', una de las sagas favoritas de Williams. La imagen que ilustra este texto, pura ternura, cierra el maravilloso círculo.
Rey de la taquilla
Los últimos años de su carrera, salvando la saga de 'Noche en el museo', no estuvieron relacionados, ni mucho menos, con el éxito en taquilla. Sin embargo, durante las décadas de los ochenta, y muy especialmente, de los noventa, Robin Williams era, con diferencia, un actor sinónimo de espectaculares recaudaciones.
En este sentido, conviene destacar su logro histórico de haber protagonizado dos películas que consiguieron alcanzar la cifra de los 100 millones de dólares en una misma semana. Las elegidas fueron: 'Jumanji', y 'Una jaula de grillos', propuestas que no pueden ser más diferentes entre ellas pero que demuestran el cariño y la confianza que los espectadores tenían hacia Williams.
SuperWilliams
Robin Williams contaba con la amistad de muchísimos nombres ilustres de la industria que siempre demostraron una admiración total y apasionado hacia el actor. Entre ellos, destaca uno con especial intensidad: Christopher Reeve, el mejor Superman cinematográfico de la historia. Una relación que comenzó durante sus primeros años en la escuela de interpretación y que se mantuvo llena de cariño mutuo hasta los últimos días de Reeve. Una etapa muy dura para el actor en la que fue clave la presencia y sentido de humor de Williams.
De hecho, el propio Reeve confesó en una de sus últimas entrevistas que, después del terrible accidente que le dejó tetrapléjico, la primera persona que consiguió hacerle reír fue Williams, quien le visitó en el hospital disfrazado de médico y hablando con un hilarante acento ruso. Una amistad ejemplar a prueba de dramas.
Pronósticos equivocados
Los compañeros de Robin Williams en el Instituto Redwood, ubicado en California, tuvieron el honor de compartir horas y horas de clase con un genio absoluto pero, desde luego, no pueden sentirse tan afortunados en lo que respecta a su capacidad de ver el futuro. Y es que, durante el último año que compartieron con Williams, le escogieron mediante una votación como la persona más divertida de clase....y la que tenía menos posibilidades de tener éxito. Imaginamos sus caras varios años después. Unos poemas.
Un genio tan genial
La relación entre Disney y Robin Williams pasó del amor al odio en cuestión de meses. La primera etapa, idílica, estuvo marcada por el apabullante, inolvidable trabajo que realizó el actor con su interpretación del genio de 'Aladdin', uno de los personajes más memorables de la historia del estudio de Mickey y compañía. Una labor de doblaje inigualable para la que Williams grabó más de 16 horas de diálogo que, en la mayoría de ellas, eran pura y dura improvisación.
Sin embargo, después del tremendo éxito de la película, Disney comenzó a usar la voz del actor con objetivos mucho más comerciales que artísticos, algo que le enfadó de manera considerable. Afortunadamente, el estudio reculó y le regaló a Williams un cuadro pintado por Picasso valorado en cerca de un millón de dólares. Hay maneras peores de pedir perdón.
La lista de Robin
El rodaje de 'La lista de Schindler' fue un momento especialmente delicado, trascendental y emocionante para Steven Spielberg. No podía ser de otra manera. Un conjunto de sensaciones que se traspasaron a millones de espectadores que, meses después, asistieron conmovidos desde sus butacas a una de las grandes obras maestras de la historia del cine.
Lo que muchos no saben es que Robin Williams jugó un papel importante a lo largo del proceso de preparación de la película, ya que llamaba día tras día a Spielberg y a muchos de sus actores para hacerles reír, y de esa forma, levantar unos ánimos tocados por la historia a la que estaban dando forma en esos momentos. Un trabajo psicológico maravilloso y ejemplar por parte del actor.
Los inicios de la leyenda
Antes de convertirse en una de las grandes superestrellas de la industria de Hollywood, y una de las más queridas y aplaudidas por público y crítica, Robin Williams comenzó su carrera profesional trabajando como artista callejero. Para ser más específicos, el actor realizaba actuaciones como mimo en la salida del Metropolitan Museum of Art de la ciudad de Nueva York, ganando el dinero necesario para poder sobrevivir en esos duros inicios. Estamos seguros de que, ya entonces, Williams ofrecia un espectáculo digno de aplauso.
Favorito
A priori, es fácil imaginar las infinitas dudas que debían generarse en el cerebro de Robin Williams a la hora de escoger el personaje más querido de toda su filmografía. Hay tantos y tan variados que las opciones se disparan por completo. Sin embargo, el actor lo tenía claro, si tenía que quedarse solamente con uno, el elegido era Oliver Sachs, su personaje en la conmovedora 'Despertares'.
Las razones las explicó el mismo Williams durante una entrevista: "Interpretar a Sachs fur un regalo porque pude conocerle y explorar el cerebro humano desde dentro. Oliver escribe sobre el comportamiento humano de forma subjetiva y eso fue lo que provocó mi fascinación por el comportamiento humano".
La generosidad de Robin
Más allá de su inmenso talento como actor, Robin Williams realizaba un trabajo ejemplar en su vida personal a través de distintas iniciativas de carácter solidario. Entre ellas, destacan su apoyo a la organización Comic Relief, a la que donó importantes cantidades económicas a lo largo de su carrera, y con la Fundación Livestrong, dedicada a la atención de personas con cáncer. Además, el actor también colaboró con la fundación de su amigo Christopher Reeve y con el hospital de investigación infantil St. Jude. La generosidad de un gigante.
Volando en Nunca Jamás
Aunque ya hemos comentado anteriormente que el personaje favorito de su carrera corresponde a 'Despertares', Robin Williams guardaba un especial cariño al rodaje de 'Hook', una de las películas más infravaloradas de su trayectoria. En concreto, el actor recordaba emocionado la escena en la que volaba de nuevo por primera vez tras su regreso al país de Nunca Jamás.
Eso sí, Williams confesó que, pese a su felicidad absoluta, se sentía un poco mal por los niños que le acompañaban en el rodaje ya que, palabras del actor, "tenían que sostener mi trasero. En esa época no existían muchos dispositivos mecánicos, así que unos chicos tenían que aguantarme con un sistema de poleas". El resultado, en cualquier caso, sigue siendo una maravilla.