Ha sido un verano gracioso. Mientras medio mundo debatía sobre las elipsis de 'Juego de Tronos', otra serie que muy poca gente ha visto gastaba la mitad de su último episodio en planos fijos de personajes conduciendo por carreteras desérticas. En el final de 'Twin Peaks', Dale Cooper se pasa los minutos viajando, y viene la pregunta de siempre: ¿llega a alguna parte?
Podríamos enumerar los hechos, y de hecho vamos a hacerlo por encima, así que es obvio que a partir de aquí vienen spoilers. Después de seguir durante cuatro meses los pasos de los dos Coopers, el malo y el bueno llegan casi a la vez a la comisaría de Twin Peaks; en la primera de las dos últimas horas David Lynch y Mark Frost exponen numerosas respuestas y resoluciones que los más incrédulos no llegamos a esperar nunca.
La misteriosa chica asiática sin ojos ni capacidad de habla es en realidad la verdadera Diane (una teoría fan que se cumplió, al más puro estilo de 'Juego de Tronos'); dentro del Cooper malo estaba el espíritu de Bob, que intenta asestar su último golpe convertido en esfera maligna, pero se enfrenta al guante verde de Freddie, que tras unos cuantos golpes lo acaba haciendo añicos; entonces Cooper se despide de todos los presentes para entrar en otra dimensión, atravesando la puerta de su antigua habitación del hotel Great Northern. Eso sí, antes la cabeza flotante del agente del FBI, superpuesta sobre la escena principal, dirá una frase que nos recordará qué serie estamos viendo: "Estamos viviendo un sueño".
Sueño o no, Cooper viaja al ¿pasado? ("¿Es pasado o es futuro?", se pregunta el hombre manco, a lo que no tendremos respuesta) y ve las escenas de 'Twin Peaks: Fuego camina conmigo' en las que conocimos los últimos momentos con vida de Laura Palmer. Pero entonces algo ocurre: Laura se encuentra con Dale Cooper ("Yo te he visto en un sueño") y el agente le coge de la mano y se la lleva, salvándola del tormento que atravesaría minutos después y que acabaría con la adolescente asesinada más famosa de la historia de la televisión.
Es decir, Lynch y Frost deshacen todo lo andado (al menos durante unos momentos): se nos muestran las primeras imágenes que todo el mundo vio en el piloto de la serie, solo que esta vez el adorable Pete Martell no encuentra el cadáver de Laura en su mañana de pesca. Parece que el largo viaje de Cooper al final ha tenido sentido, alcanzando lo imposible: salvar a la pequeña Laura Palmer de su fatídico destino.
Pero ese sería el final de otra serie, no de 'Twin Peaks'. Aquí nada es tan fácil ni sencillo (ya lo avisó la propia Laura en el primer capítulo de la temporada: "Estoy muerta pero vivo"), y mientras Cooper atraviesa el bosque arrastrando de la mano a Laura sin mirarla (¿no te acuerdas de Orfeo, querido Coop?), suena un insecto (¿aquel escarabajo horroroso del ya inolvidable capítulo 8?) y Laura desaparece. Un grito ensordecedor y Dale se queda solo en el bosque.
Y acabamos de contar la penúltima hora de la serie, es decir, la más comprensible en términos narrativos. Lo que viene después es el doble salto mortal de 'Twin Peaks', la broma final de David Lynch y Mark Frost. Dale Cooper acude al rescate de Laura Palmer, atravesando un portal de electricidad siguiendo las instrucciones que recibió al principio de la temporada ("Recuerda 430. Richard y Linda. Dos pájaros de un tiro"), en un coche junto a Diane.
En ese otro mundo (¿o es el pasado, o el futuro?), mientras Cooper reserva la habitación de un motel de carretera, Diane se ve a lo lejos a sí misma y no se inmuta (¿?), y minutos después la pareja tendrá un intercambio sexual muy incómodo al más puro estilo Lynch. Al día siguiente, Cooper se despierta solo en la habitación, lee una carta de despedida de Diane, dirigida a un tal Richard y firmada como Linda, y cuando sale ni siquiera es el mismo motel, y Cooper no se sube al mismo vehículo que conducía en las escenas anteriores.
Tras una trifulca en un restaurante (llamado Judy's, el nombre de la criatura maligna que parece estar detrás de todo lo ocurrido en la serie y que nunca llegaremos a saber qué es), Cooper encuentra la casa que al parecer estaba buscando, y en ella vive Laura Palmer, pasados los años. Solo que no tiene ni idea de quién es Laura Palmer, se llama Carrie Page y ha asesinado a un hombre en su salón. Así que ella encantada de escaparse con este agente del FBI, que ahora mismo no tiene nada mejor que hacer.
Juntos llegan al final de su viaje, al final de 'Twin Peaks', es decir: vuelven a Twin Peaks. Lo único que quiere Cooper es llevar a Laura a casa, aunque no sabemos muy bien por qué: ¿es para que se reconcilie con su madre, o para que se enfrente al mal que su madre alberga dentro? Tampoco obtendremos respuesta, porque en la casa de los Palmer no vive Sarah, sino una tal Alice Tremond, que dice haber comprado la casa a una señora Chalfont. Los dos nombres, por cierto, pertenecen a un personaje que vimos en la serie original y 'Twin Peaks: Fuego camina conmigo' y que parecía ser un espíritu de la Habitación Roja.
Cooper se da por vencido, y tanto él como Laura/Carrie se alejan de la casa, pero entonces el agente se da la vuelta, pregunta "¿Qué año es?", y Laura escucha una voz que grita su nombre. Otro grito ensordecedor, las luces de la casa de Laura Palmer se apagan para siempre, corte a negro.
Con un final así, ha pasado lo inevitable: los medios especializados le han dado vueltas y más vueltas. En Vulture han publicado tres reseñas a falta de una, The Hollywood Reporter se lamenta de la falta de coherencia de la serie de Lynch, Deadline recuerda en una entrevista con Kyle MacLachlan que no hay continuación a la vista. Este es el fin, y vaya forma de acabar.
Fracaso o revolución
Es curioso que una serie con datos tan pobres de audiencia y tan poco buzz en redes sociales genere tantos artículos como lo ha hecho 'Twin Peaks', con análisis semanales en Vanity Fair USA y artículos recopilando las preguntas y respuestas que iban surgiendo a lo largo de las semanas. No es algo nuevo, ha pasado lo mismo con series minoritarias como 'The Leftovers' y 'Girls'. A veces los periodistas y críticos de cine y televisión nos negamos a dejar morir algo que consideramos que debería ser culturalmente relevante, aunque nadie parezca estar de acuerdo con nosotros.
Pero tengo dos cosas claras con este regreso de la serie más revolucionaria de los 90. La primera: 'Twin Peaks: The Return' se convertirá en la típica joya de culto, adorada en los círculos más seriéfilos, entre estudiantes de lo audiovisual y periodistas especializados, y despreciada al principio por la mayoría (que se unirá más tarde a la fiesta, unos porque de verdad aprecian lo que David Lynch ha hecho y otros porque "es guay" decir que la tercera temporada de 'Twin Peaks' en realidad sí molaba).
La otra: que si hubiera sido seguida por el gran público, ese que debate semana a semana los giros de 'The Walking Dead' y 'Juego de Tronos', el que se traga todo 'Narcos' de una sentada, la revuelta cultural que habría provocado este final dejaría a los detractores de 'Perdidos' en pañales. Contenedores ardiendo, cócteles molotov, boicots a la industria de los donuts y el café. David Lynch en la horca.
Por suerte o por desgracia, la hemos visto pocos, y el debate sobre por qué ha fracaso tan estrepitosamente (o si ha sido siquiera un fracaso en términos comerciales, pues Showtime se niega a admitirlo) será uno de los más interesantes del año: ¿fue culpa del marketing, del hastío de la nostalgia, de la época estival, de los 18 episodios? ¿Quería ver la gente una nueva temporada de 'Twin Peaks' para empezar?
El sueño de David Lynch
Entre los pocos que sí la han seguido, algunos han tenido una reacción que era de esperar: la del cinismo. Aseguran no haber entendido nada, de hecho se vanaglorian de ello y se ponen así por encima de David Lynch. Chochea. No me trago sus pajas mentales.
Pero la cuestión es que a David Lynch le da igual que no hayas entendido nada. No era su intención desde un principio. Este es el hombre que lleva décadas diciendo que si fuera por él nunca habríamos sabido quién mató a Laura Palmer. El señor cuyo cine se ha ido alejando más de la norma narrativa y estética, profundizando en sus manías y obsesiones. Un loco que dirigió 'Mulholland Drive' e 'Inland Empire', y Showtime va y le da dinero y libertad. Solo podía salir de dos maneras: fracaso o revolución cultural. ¿Cuál de las dos ha conseguido?
En su momento, 'Twin Peaks' fue ambas cosas. David Lynch (y Frost, el eterno olvidado, segundo de abordo y probablemente la cabeza pensante para el genio instintivo que es Lynch) cambió la televisión haciendo algo que no era televisión. Y a la vez sí lo era: los géneros de la soap opera, el misterio seriado, la sit-com, como si los estuviéramos soñando. Una mezcla y vuelta de tuerca de los arquetipos. A la gente le fascinó, le enganchó, le aburrió y le enfadó, porque el narrador y el espectador no buscaban lo mismo.
Los espectadores que hemos decidido dejarnos llevar 27 años después, y que en teoría sabíamos a lo que nos enfrentábamos, nos hemos llevado una sorpresa. Semana tras semana, Lynch lograba de alguna manera hacer lo inesperado: cuando queríamos nostalgia, nos daba nuevos personajes; cuando creíamos que íbamos entendiendo la historia, media hora de explosiones nucleares y vómitos cósmicos; cuando estábamos enganchados a los tejemanejes de los personajes, un señor barría el suelo durante diez minutos. Incluso el final ha sobrepasado cualquier expectativa, hasta las de los que, como yo, no esperábamos tener respuestas a los misterios. Una escena de cierre que lo deja todo abierto y puñados de tramas sin resolver. En pleno shock, algunos se niegan a aceptar que 'Twin Peaks' haya acabado así.
Pero ¿deberíamos enfadarnos con David Lynch? Algunos dirán que estamos en nuestro derecho, que una historia tiene que cumplir con ciertos mínimos de narrativa, de coherencia. Yo por otra parte pienso dos cosas.
Para empezar: David Lynch no nos debe nada. No se rige por las normas que supuestamente sigue toda ficción, y esto es algo que si no teníamos claro con el resto de su filmografía, quedó patente en las primeras horas de 'Twin Peaks: The Return'. Como realizador, Lynch no se ajusta a la nueva televisión, la de los épicos efectos especiales y estilosos recursos técnicos como planos secuencia. Se ha preocupado mucho más por el diseño sonoro, llenando de viento, electricidad y música una serie con un cuidado y un detallismo que pocas veces se oye no solo en televisión, sino en gran parte del cine.
De hecho, deberíamos estar agradecidos. 'Twin Peaks: The Return' ha sido un viaje emocional y sensorial. Un estado de ánimo al que volver cada semana, y si no oponías resistencia, era un placer: los árboles, el café, la ingenuidad de Dougie, los misterios sobrenaturales, la violencia incontrolable que se extiende como una enfermedad y se esconde en los bares, la sordera de Gordon Cole (la interpretación de Lynch ha sido además la brújula de la temporada, como lo fue en su momento Kyle Maclachlan), las actuaciones musicales en el Bang Bang, los mafiosos bonachones y sus harenes de conejitas serviciales, la agente Tammy y "que te follen, Tammy".
No recurriremos al cliché de "la serie de personajes", pero tenemos otros a mano. No es el destino lo que cuenta, sino el viaje. Pero ya que estamos tan jodidamente obsesionados con el destino, Lynch ha querido darnos un último golpe, para que aprendamos. La nostalgia es una droga, un vicio envenenado. Y como Laura Palmer, nunca podremos volver a casa.
Al final, lo importante de 'Twin Peaks' no es que haya resuelto o no sus misterios, ni siquiera que todas sus tramas y escenas hayan tenido sentido (no, no lo han tenido, y hay agujeros de guion, pistas falsas y asuntos sin cierre por aquí y por allá). Lo importante, lo más valioso, es la capacidad incontestable de Lynch para crear momentos tan poderosos, inolvidables como aquel enano bailando y hablando al revés. Ese talento para apelar al subconsciente y colarse en la cultura popular con escenas que no han faltado en esta tercera temporada: el mendigo que buscaba un mechero, aplastar cráneos y empezar su propio programa de radio; el niño poseído en medio de un atasco; cualquier momento con Naomi Watts y Laura Dern, el sueño de Monica Bellucci...
"Somos como el soñador que sueña y vive dentro del sueño". Las palabras que la actriz italiana le dijo en un sueño a Gordon Cole resuenan más allá del final de la temporada. Como Cooper cuando nos recuerda que "vivimos dentro de un sueño". "¿Pero quién es el soñador?" ¿Habrá visto David Lynch el final de 'Los Serrano'? Otra pregunta sin respuesta.
10 curiosidades de 'Twin Peaks'
Título
¿Hubiera sido lo mismo 'Twin Peaks' con otro título? Nunca lo sabremos, pero la idea inicial era que la serie de Lynch se llamara 'Northwest Passage'. De hecho, el episodio piloto se llama así, pero al final la serie se quedó con 'Twin Peaks'.
Fans
Durante su emisión, 'Twin Peaks' contó con fans muy famosos, lo que dio lugar a curiosas anécdotas. Algunos de sus seguidores más llamativos son la Reina de Inglaterra, Quentin Tarantino, Steven Spielberg o Mijaíl Gorbachov, presidente de la Unión Soviética en el momento de emisión de la serie, que le pidió a George Bush padre que hablara con alguien para conseguir saber quién mató a Laura Palmer. Desde la Casa Blanca llamaron a David Lynch para preguntarle, pero se negó a desvelarlo.
Boicot
No siempre la competencia es leal, y uno de los ejemplos más sangrantes en el mundo televisivo se produjo alrededor de 'Twin Peaks'. La cadena alemana SAT1 supo que su rival RTL iba a emitir la serie. Como en Estados Unidos ya se conocía la identidad del asesino, SAT1 la anunció en toda Alemania para que RTL consiguiera una audiencia pésima. Misión cumplida, desde luego.
Patrón
El famoso suelo de la escena del sueño del agente Cooper (Kyle Maclachlan) no era nuevo. Ya se vio en 'Cabeza borradora', la ópera prima de Lynch. Además, el mismo patrón se repetía en otros elementos de la serie, como el traje del detective Truman (Michael Ontkean).
La mujer del leño
Otro de los elementos surrealistas de la serie es la mujer del leño, que, como su propio nombre indica, va siempre con un tronco allá donde va. Catherine Coulson, fallecida en 2015, conservó el leño durante años, pero en 2013 escribió en su cuenta de Facebook que "lo mantenía en una localización segura y húmeda, pero desapareció misteriosamente la pasada semana".
Romance fallido
En los primeros capítulos de 'Twin Peaks' quedaba claro que la relación entre el agente Cooper y Audrey Horne (Sherilyn Fenn) era muy especial. De hecho, la idea era que terminara en romance, pero Maclachlan tenía una relación en ese momento con Lara Flynn Boyle, Donna en 'Twin Peaks'. Al parecer a Flynn Boyle no le hacía mucha gracia que ocurriera esta trama, así que Maclachlan rechazó que ocurriera eso.
Spin-off
Muchas series han contado con rumores a su alrededor que especulaban con la posibilidad de que se realizara un spin-off. 'Twin Peaks' es una de ellas y la idea era centrarlo en Audrey Horne y de cómo viajaría a Hollywood para intentar hacerse un hueco en la industria de la interpretación. No salió adelante, pero fue la idea inicial que le permitió a Lynch hacer posteriormente 'Mulholland Drive'.
Bob
Se trata de uno de los asesinos más memorables de la ficción, Bob, una especie de demonio que se introduce en otros cuerpos para cometer atrocidades. Frank Silva era quien lo encarnaba, pero esto fue pura casualidad. Silva era en aquel momento un decorador en la serie y apareció en una escena reflejado en un espejo, y ahí vio Lynch su potencial como asesino. El propio Lynch describió este suceso como un "feliz accidente", pues le permitió encontrar a la persona perfecta que encarnara el espíritu maligno de Bob.
Bowie
El actor pero sobre todo cantante David Bowie apareció en 'Fuego camina conmigo', la película precuela estrenada en 1992. Además, el personaje que interpretaba, el agente Philiip Jeffries, iba a reaparecer en la tercera temporada, que se estrenará en 2017, por lo que la presencia de David Bowie estaba asegurada. Su fallecimiento, el pasado enero, truncó esa posibilidad.
"Te veré en 25 años"
En un asombroso ejercicio de premonición en la escena del sueño del agente Cooper, Laura Palmer le dice "te veré otra vez en 25 años". Ha dado en el clavo, han pasado 25 años de ese último capítulo de la serie y la tercera temporada ya está en camino.