Ya esta en marcha la 46ª edicion del Festival de cine de Sitges y en la intensa primera jornada, hemos podido asistir a una oferta variada y muy heterogénea aún dentro del fantástico y el suspense. A continuación una selección de lo más destacado que pudo verse ayer en las salas del certamen.
La inauguracion corrió a cargo de la efectiva 'Grand Piano' de Eugenio Mira, que tras las discutidas 'The birthday' y 'Agnosia', también presentadas en su día en el certamen catalán, ha logrado al fin una buena acogida con su tercer film como director. La película, producción española de reparto internacional que ha contado con apoyo financiero de dos grandes grupos como Antena 3 y la novata Telefonica films y con Rodrigo Cortes como productor, es una atractiva muestra de suspense claustrofóbico, en la que el norteamericano Elijah Wood se erige en un polanskiano quimérico inquilino acosado por un miedo escénico que se agrava por la presencia (¿o no?) de un hombre que lo amenaza desde la sombra del auditorio.
El guion es ingenioso y, salvo en ese aparatoso clímax, que llega cuando la música del recital ha dejado de sonar y el acosador ha revelado su identidad, engancha con elegancia y sutileza al espectador, al que transmite con eficacia la angustia del protagonista, muy correctamente interpretado por Wood. La direccion de Eugenio Mira, con homenajes confesos al cine de Brian de Palma y Hitchcock ('El hombre que sabia demasiado' es una referencia evidente), es briosa y elegante. El realizador imprime ritmo a una trama que corría el riesgo de dilatarse en exceso y no solo no llega nunca a estancarse, sino que crea un logrado crescendo de tensión con los limitados recursos que le proporciona el escenario único, agarrándose especialmente a la excelente banda sonora como elemento clave del film al funcionar como un personaje más, pues es a la vez parte de la trama y acertadísimo subrayado emocional. Sin duda una interesante propuesta que sirve de muy digno arranque al festival de este año.
Rarezas y vampiros
Ya en la sección oficial competitiva, se esperaba con expectación lo nuevo de Shane Carruth. El creador de la cult-movie 'Primer', contraataca con 'Upstream color', un film que no dejó indiferente en la platea del auditorio. Destinada a generar entusiasmo e indignación a partes iguales, se trata de una cinta tan agradecíblemente arriesgada como a juicio de quien esto escribe, fallida. Más allá de la absoluta marcianada que es su guion (mejor contar lo mínimo del mismo al potencial espectador), los problemas provienen de una narración en la que además de un caos anti-cronológico digno de un Terrence Malick medianamente justificado, falla estrepitosamente al hallarse el espectador absolutamente perdido en su inicio y sin embargo mucho mas informado que los personajes en el agotador tramo final del film, que se dilata en exceso, pasando repentinamente de críptico a sobre-explicativo. A pesar de todo, una obra genuina y valiente, imprescindible para los degustadores de rarezas de género.
Bastante más convencional es 'Byzantium' de Neil Jordan, aunque no tanto como podría temerse. El ecléctico responsable de títulos tan acertados y diferentes como 'Entrevista con el vampiro' o 'Juego de lágrimas', revisita el subgénero vampírico en clave dramática, lo suficientemente alejada de la reciente avalancha de prescindibles adaptaciones de novelas pseudogóticas juveniles como para mantener el interés del espectador adulto amante de la temática. La película es visualmente poderosa, juega con la baza de dos actrices potentes en los papeles protagonistas y un punto de partida atractivo que intercala el tiempo presente y una narración paralela en forma de flasback que revela progresivamente los secretos de los personajes. El mejorable equilibrio de ambos planos temporales y un tramo final innecesariamente efectista y (ahora sí), muy convencional, lastran un conjunto potente y atractivo, de ritmo pausado y calado emocional (e incluso filosófico) más allá de los mordiscos.