Este fin de semana llega a nuestras carteleras 'The bucket list', como siempre, fielmente traducida por estos lares como 'Ahora o nunca'.
Dirigida por Rob Reiner y protagonizada por esos dos monstruos ya jurásicos de la interpretación que son Jack Nicholson y Morgan Freeman junto a Sean Hayes, Rob Morrow, Beverly Todd, Alfonso Freeman, Rowena King, Serena Reeder y Hugh B. Holub, la película cuenta la historia de dos enfermos terminales, uno de familia humilde y otro multimillonario, que deciden hacer realidad una lista con sus últimos deseos.
Ciertamente, los años dorados del cineasta Rob Reiner quedaron anclados entre finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando entre 1986 y 1992 dirigiera títulos como 'Cuenta conmigo', 'La princesa prometida', 'Cuando Harry encontró a Sally', 'Misery' y 'Algunos hombres buenos'. A partir de ese momento, su carrera ha ido en picado, y lo cierto es que tan sólo esos dos actores con mayúsculas que son Jack Nicholson y Morgan Freeman logran salvar de la quema su última película.
Concebida como un drama con trasfondo de comedia (o viceversa), 'Ahora o nunca' funciona única y exclusivamente por el buen quehacer de sus dos protagonistas, capaces de sacar petróleo de un guión obvio y de unas situaciones o risibles o forzadamente lacrimógenas. Y es que si Ahora o nunca estuviera protagonizada por otros dos actores, sin duda alguna estaríamos hablando de una película ñoña, simplona, cursi y bastante vulgar en lineas generales.
Veteranía ante las cámaras
Con un primer tercio de metraje en el que 'Ahora o nunca' nos pone en situación y en el que podemos disfrutar de ciertos conatos de bis dramática, pasamos a un grueso de película que se limita a una sucesión de gags totalmente predecibles aunque no por ello menos divertidos y a una suerte de documental de las Maravillas del Mundo, mientras los dos protagonistas ejercen unos roles ya consabidos por todos: Nicholson, el de pillo ricachón y egoísta, y Freeman, el de humilde y cabal, además de ser, cómo no, la voz del narrador.
Y, como es de esperar, cada cual aprenderá del otro. Eso es todo.
Por suerte, el guión pasa a pies juntillas por el mensaje teológico, sin pretender sermonearnos (al menos, no en exceso), pero no se libra de las situaciones de lágrima fácil. Por otro lado, cabe insistir en que la buena labor de sus protagonistas convierte a Ahora o nunca en una película agradable de ver, entretenida y con unas localizaciones excepcionales, logrando transmitir al espectador el buenrollismo latente a lo largo de todo su metraje.
Por contra, uno no puede dejar de lamentarse de que la unión de estos dos grandes actores no haya producido un producto de superior calidad y que, con un guión mínimamente original, la película hubiera dado muchísimo más de sí.
Película entretenida, para pasar el rato.