Santiago Zannou regresa a la dirección para contar una historia que trata sobre boxeo y nazismo sin ser la típica pelea de boxeadores y nazis, porque 'Alacrán enamorado' es algo más, se trata de unos hombres (y una mujer) que no parecen tener futuro ni esperanza, pero que consiguen (algunos), salir adelante eliminando el odio y dando un giro a una vida que siempre se puede cambiar.
Julián (Álex González) es un joven de 27 años que sueña con ser boxeador profesional, por eso acude a un gimnasio con su amigo Luis (Miguel Ángel Silvestre). Allí provocan tensas situaciones derivadas de una ideología nazi que practican gracias al perverso Solís (Javier Bardem) y que causan la ira del dueño del establecimiento, Pedro, (Hovik Keuchkerian), y sobre todo del entrenador, Carlomonte, (Carlos Bardem).
El ambiente en el que vive Julián y su debilidad le han llevado a encontrar en el odio y la violencia una solución a sus males, y aunque la película no quiere justificar lo que siente, sí deja ver que la dramática situación familiar y su forma de ser le llevan a caer en las garras de los extremismos, pero hay una salida, y ahí está el boxeo.
Julián desea ser boxeador por encima de todo, y para ello peleará, luchará, se enfrentará si es necesario a los que creía sus amigos y cambiará su mundo gracias a Alyssa (Judith Diakhate), el contrapunto femenino de la trama, un personaje que aparece de la nada y que se convierte en un pilar de la historia a medida que avanza.
Javier Bardem vuelve a ser el malo
El reparto está muy bien elegido, pues hay dos actores en España que puedan interpretar con soltura y determinación a un joven boxeador, Álex González y Miguel Ángel Silvestre, y ambos están en el cartel de Santiago Zannou. Sin embargo el peso de ambos es diferente, pues mientras el primero es el protagonista, rol que interpreta correctamente, Silvestre se queda en un papel secundario del que se puede sentir muy orgulloso.
Carlos Bardem, Judith Diakhate y Hovik Keuchkerian también están muy correctos, cada uno en su papel y cada uno en su estilo, aunque el gran mérito es del hijo mayor de Pilar Bardem, que pese a ser el autor del libro en el que se basa la película y en haber nacido para ser Carlomonte, no contaba con el respaldo del productor en un primer momento.
Mención aparte merece Javier Bardem, que abandona las superproducciones y la meca del cine para rodar en España y en español, pues nadie mejor que el oscarizado actor para interpretar a Solís, el personaje más ruin y miserable de la película, Solis, un nazi que no duda en lavar el cerebro de jóvenes fácilmente manipulables para conseguir unos objetivos que son más puramente económicos.
Así se construye una cinta que está bien narrada, satisfactoriamente interpretada y con calidad desde el punto de vista técnico. Las historias están bien trazadas, aunque en ocasiones se pierde el interés por momentos, además, peca de previsible. Todo esto no evita que nos encontremos ante una cinta que consigue entretener y que hace pensar, sobre todo en la época en la que nos ha tocado vivir.
Como colofón final señalar que la impaciencia suele jugar malas pasadas a la mayoría de los espectadores de cine, que en cuanto la pantalla se funde a negro se levantan corriendo para salir de la sala. La película no termina ahí, así que vale la pena quedarse un poco más para ver una escena que sin duda hace esbozar una sonrisa y que corona 'Alacrán enamorado'.