Tras el análisis de 'Alien, el octavo pasajero', nos adentramos en la estimable segunda entrega de la saga, 'Aliens: el regreso', dirigida en 1986 (siete años después) por un entonces ya muy prometedor director conocido como James Cameron. Una película que toma derroteros diferentes a la propuesta fundacional de Ridley Scott al apostar por el entretenimiento frente al aspecto artístico.
Un James Cameron en plena forma
'Aliens' es respetuosa con el legado recibido, reubica el universo alrededor de la criatura y hasta se atreve a explorar en su naturaleza, pero si la primera entrega se caracterizaba por una "perspectiva intelectual", lo que la situaría en el contexto comercial actual más cercana a la ciencia ficción indie (algo que también le ocurre a 'Blade Runner'), Cameron la lleva a su terreno, explotando tanto sus habilidades como una coyuntura en la cual las preferencias del público se rendían al blockbuster que abanderaban Steven Spielberg y sus discípulos.
El director alardea de sus señas de identidad: un poderoso villano con el añadido de la fascinación por la criatura, un equipo que debe hacer frente a una amenaza en una situación límite, los mejores y más espectaculares efectos, el clímax alargado, la subtrama amorosa, un reparto plagado de habituales y, sobre todo, una protagonista femenina fuerte y decidida, una heroína valiente y moderna que desafía a la autoridad.
Una de las principales motivaciones que llevaron a Cameron a aceptar 'Aliens' probablemente sea el personaje de la teniente Ripley, muy cercana a las contundentes mujeres por las que siente tanta predilección; inevitable la comparación con su fémina más icónica, una Sarah Connor que había surgido entre el público dos años antes con el estreno de 'Terminator'. El director puede incidir así en ese amor materno filial con tanto gancho por el que también se ha interesado: con una hija ya fallecida, Ripley necesitará cubrir sus necesidades afectivas con una huérfana víctima del apetito alienígena.
Palomitera en el mejor sentido del término
'Aliens: el regreso' nos ubica 56 años después de los hechos ocurridos en la primera película. Ripley, única superviviente del Nostromo, es rescatada y presenta una historia que no es creída por los ejecutivos de la compañía. Repudiada y tachada de loca, una cadena de sucesos sospechosamente similares reclamarán su presencia como asesora de un grupo de marines. Lo que nos espera, es un auténtico festín repleto de entretenimiento, pues pasamos de la amenaza que conlleva un alien a toda una colección de ellos tras profundizar en el concepto de reproducción: hay una gran reina alien que los gobierna y pone huevos sin parar. Y para hacer frente a la amenaza dispondrán de las armas más gigantescas e increíbles; ahí podría radicar una de las causas del "fracaso" de su continuación, 'Alien 3', donde solo había una criatura (y aparentemente menos peligrosa) a la que se enfrentaban sin ningún armamento.
En cuanto a la estética, se baja un poco el tono oscuro y claustrofóbico, aunque se vean trazas de esa fascinación por las profundidades que caracterizaría posteriormente a James Cameron. De todos modos, la apariencia es más cercana a su título anterior, 'Terminator', que a 'Alien, el octavo pasajero' y se recupera esa influencia que ya tuvo en aquella 'La guerra de las galaxias', con unas últimas escenas que recuerdan mucho al final de 'El imperio contrataca'. El resultado, un conjunto que recuerda a la novela de Robert Heinlein "Brigadas del espacio", algo de lo que se aprovechó su posterior adaptación cinematográfica, 'Starship Troopers'.
Incluso suponiendo un cambio de intenciones, 'Aliens: el regreso' se integra con la película que hizo anteriormente Ridley Scott, aportando dos visiones tan distintas como complementarias, con una Sigourney Weaver superlativa (fue nominada al Oscar a mejor actriz, todo un hito en el campo de la ciencia ficción) que engrandece un personaje más y mejor trabajado que dejará la cita "Aléjate de ella, puerca (Get away from her, you bitch)" dentro de la historia de la ciencia ficción.