Los directores Pedro Almodóvar y Alejandro Amenábar, dos de las figuras cinematográficas más importantes de nuestro país, se reunirán el próximo viernes, día 21, a las 20:00h en la manifestación convocada a las puertas de la Embajada Rusa de Madrid, según cuenta El Mundo. El motivo de la manifestación es la denuncia de la situación que el colectivo LGTB está sufriendo en Chechenia, donde según informa el diario de la oposición Nóvaya Gazeta, se han levantado campos de concentración para humillar y torturar a homosexuales, en los que se han arrestado a más de 100 hombres.
Los dos reconocidos directores, abiertamente homosexuales, pedirán al Gobierno de España y al Parlamento Europeo que tome medidas contra estos supuestos crímenes, que atentan contra los Derechos Humanos. Almodóvar y Amenábar leerán en conjunto un manifiesto y varias cartas de víctimas que han logrado escapar de los abusos y persecuciones del Gobierno ruso.
La protesta, que ha sido iniciativa del publicista y antiguo diseñador de moda Juan Carlos Rodríguez Morante e impulsada con la ayuda del fotógrafo y DJ Pepino Marino, tiene como objetivo presionar para que se solicite un investigación internacional y se ofrezca asilo político en suelo europeo a las personas afectadas. Los manifestantes van a exigir que "se tomen medidas urgentes contra esta supuesta violación de lo Derechos Humanos". Para la protesta, se espera que se den cita otras personalidades de la cultura y la política de nuestro país.
Directores en plena forma
Pedro Almodóvar es un director con carácter propio y una cinematografía muy particular en la que se preocupa por reflejar la comunidad LGTBI y en la que tiene un trato de favor por los personajes femeninos. Su último gran éxito ha sido 'Julieta', que ha tenido numerosas nominaciones de diferentes premios internacionales y ahora, el director se prepara para ser el presidente del Jurado del próximo festival de Cannes, que tendrá lugar el 17 de mayo, en el que por cierto, no hay ni un solo título español.
Por otro lado, Amenábar estrenó en 2015 su último título, 'Regresión' y ahora se encuentra ultimando un guion del que no puede ofrecer muchos detalles pero que define como "importante" y que si todo va bien, comenzará a rodarse en 2017 y se estrenaría en 2018. El actor ha asegurado a El País que le encantaría hacer una comedia, pero que siempre "tiende a cosas más oscuras". ¿Veremos en el futuro alguna comedia del director chileno? De momento, tendremos que esperar para que tanto él como Almodóvar nos vuelvan a deleitar con una nueva película.
10 Almodóvar
'La ley del deseo'
Tras la incomprendida, y siempre dispuesta a ser rescatada, 'Matador', Pedro Almodóvar regresaba al terreno del thriller a través de uno de los triángulos amorosos más interesantes de su filmografía. A dos hermanos, interpretados con talento desbordante por Eusebio Poncela y Carmen Maura, se suma un apasionado Antonio Banderas, felizmente medido para el desbordante exceso que propone su personaje, dando forma a una historia repleta de secretos, engaños, sangre y pasado que hace daño, que escuece. Almodóvar, que filma aquí alguna de las mejores escenas de su carrera, deja el espacio suficiente para que sus criaturas se vayan encontrando y separando por el camino, dinamitando una película que, pese a algún desliz algo fantástico en su tramo final, mantiene siempre una notable compostura. Los mejores trabajos del director estaban por llegar pero, si hay que destacar una película de su primera etapa, esa es 'La ley del deseo'.
'Tacones lejanos'
'Tacones lejanos', por encima de todo, es Victoria Abril. Una actriz que nunca ha estado mejor que aquí, inolvidable en el papel de hija sufridora y dependiente, de recuerdos y abrazos, de una madre (re)convertida en fantasma viviente, con la cara y los gestos de una magnífica Marisa Paredes. Pero, insisto, Abril es el gran reclamo de un thriller al que, pese a pecar de tener un misterio algo previsible, consigue elevarse como un drama familiar de trágicas dimensiones. El sonido de una calle en plena mañana, una pistola como símbolo de despedida y una de las mejores confesiones que se han visto nunca en una pantalla, son algunos de los momentos magistrales que nos regala una película pensada desde el corazón y ejecutada desde las entrañas. Y con la mirada de Victoria Abril. Esa mirada.
'La mala educación'
La polémica de las polémicas. Decir que 'La mala educación' es uno de los trabajos más injustamente tratados de la carrera de Almodóvar sería quedarse corto. Muy corto. Tras dos fenómenos sociales y artísticos de la talla de 'Todo sobre mi madre' y 'Hable con ella', el director se enfrentaba a una historia de traiciones, mentiras, saltos en el tiempo, traumas, perdición y heridas que jamás se pueden curar. Alejada de la sobriedad, anclada en el exceso, 'La mala educación' es Almodóvar al cien por cien, vestido con el traje de narrador de laberintos, espejos rotos y cárceles de carne y hueso. Personajes perdidos, rotos por dentro y por fuera, incapaces de deshacerse de máscaras que queman y que, al mismo tiempo, son la única salvación. Muchos se quedaron en el morbo más superficial, en el tópico y en los prejuicios, mientras que el resto disfrutamos de un trabajo mayúsculo, un thriller hipnótico con una sorpresa detrás de cada esquina.
'¡Átame!'
Almodóvar se encontraba en una situación tan privilegiada como peligrosa tras el bombazo de 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'. Después de aquella, ¿qué? Pues otra película deslumbrante. El secuestro de una famosa actriz, espectacular Victoria Abril, por un fanático que se acostó con ella en el pasado, un estupendo Antonio Banderas, le sirve al director manchego para trazar uno de esos thrillers románticos que, en sus manos, son pura dinamita en permanente riesgo de explosión. Una fina línea sobre la que Almodóvar vuelve a demostrar encontrarse más que cómodo, dando forma a una de sus películas más intensas, coloridas, vibrantes y excesivas. Con una de las escenas de sexo más contundentes jamás filmadas, '¡Átame!' es otro proyecto ambicioso y repleto de minas que se salda con victoria abultada. Cosas de genios.
'Hable con ella'
Hace unos años, Almodóvar confesaba en una entrevista con Iñaki Gabilondo que a la hora de enfrentarse a 'Hable con ella', sabía que se trataba de un material altamente combustible, muy delicado. No se equivocaba lo más mínimo. Al mismo tiempo, el director admite, de manera muy acertada, que es imposible, en pleno proceso creativo, plantearte constantemente la manera en la que algún espectador puede sentirse ante tu historia. Y esa libertad, ese tacto, esa elegancia, se dan cita en una película que, al igual que ocurrió con su predecesora 'Todo sobre mi madre', recibió respuestas entusiastas desde su llegada a las carteleras de medio mundo, así como multitud de premios. Sí, con Oscar consecutivo incluido, en esta ocasión a Mejor Guión Original. Un reconocimiento histórico para una película que se enfrentaba a sus múltiples riesgos a pecho descubierto, con pasión comedida y un personaje central, el Benigno interpretado por un maravilloso Javier Cámara, que sigue siendo uno de los grandes logros de su cine. La madurez del universo Almodóvar era un hecho.
'Los abrazos rotos'
Turno para la reivindicación apasionada. En este área, me podría poner valiente y mencionar 'Kika' o 'Matador' como las otras dos grandes incomprendidas de la carrera de Almodóvar, pero es que 'Los abrazos rotos' es otra cosa. Otra mucho más sobresaliente. Quizás por aparecer después del huracán 'Volver', por meterse de lleno en el melodrama más apasionado y trágico, pese a ese estupendo paréntesis cómico de 'La concejala antropófoga',o por alejarse de algunas de las temáticas más características de su cine, 'Los abrazos rotos' supuso un golpe en cuanto a crítica y taquillas para un Pedro Almodóvar que hacía del riesgo su sella de identidad.
Imposible situarle en un lugar exacto, siempre travieso, siempre inquieto, siempre con ganas de despedirse de su zona de confort para lanzarse de lleno al vacío, el director manchego dirigía con excelencia una historia solemne en la que el dolor y la incomprensión se daban la mano para guiar a un espectador del que requería toda su atención y complicidad. Una película que, pese a su aparente tono pausado, esconde torbellinos emocionales en cada una de sus escenas. Ojalá el tiempo la sitúe en el lugar que merece. El de las grandes películas de su director.
'La piel que habito'
Antonio Banderas cierra la puerta de esa cárcel disfrazada de habitación. Se queda ensimismado observando una pantalla gigante desde la que Elena Anaya le observa con unos ojos que gritan secretos que solamente intuimos, que no somos capaces de comprender hasta que las cartas se vuelcan y muestran su verdadero rostro. No existe en 'La piel que habito' una escena que resuma de manera más explícita la clave de su existencia y, finalmente, éxito. El minimalismo de una escena que esconde tras la mirada del personaje de Anaya y la caricia furtiva de Banderas toda la grandilocuencia que puede albergar el torrente de sensaciones de dos personas observándose en silencio, hablando y juzgándose con los ojos.
Un trabajo repleto de escenas que se anclan sin excesiva dificultad en la cabeza, que transmite desasosiego, tensión e incomodidad, con el poder que solo tienen las grandes películas de crear debate, pasión y odio a partes iguales. Almodóvar desviste a su criatura, aquí llamada 'La piel que habito' con precisión y elegancia y, al mismo tiempo, la disfraza con una mínima expresión que esconde todo lo excesivo, confuso y salvaje que puebla la mente del ser humano ante el dolor. Esa mirada de Vera. La caricia del creador. Ambos monstruos, culpables y víctimas. La venganza del silencio que siempre precede a una tormenta.
'Todo sobre mi madre'
El segundo punto de inflexión en la carrera de Almodóvar, junto a 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', supuso, por encima de sus indiscutibles logros artísticos, la transformación definitiva del director en uno de los gigantes cineastas europeos. 'Todo sobre mi madre' es una de esas extrañas mezclas de comedia y drama en la que el manchego se mueve como nadie. Ayudado por un reparto deslumbrante, con Cecilia Roth y Marisa Paredes devorando escenas con una facilidad abrumadora, Almodóvar daba por inaugurado una tercera etapa en su carrera que nos traería sus trabajos más interesantes. Difícil, muy difícil, imaginar una manera mejor de dar la bienvenida que con un trabajo que arrasó en las taquillas de medio mundo y que consiguió levantar los premios más importantes del panorama cinematográfico, Oscar incluido. Imprescindible para entender el universo de su creador.
'Mujeres al borde de un ataque de nervios'
La Gran Comedia de un maestro del género. Los distintos detalles humorísticos que habían ido apareciendo a lo largo de sus primeros trabajos, especialmente en películas como 'Pepi, Luci, Boom y las chicas del montón' y 'Entre tinieblas', terminan explotando en esta joya repleta de diálogos inolvidables, personajes antológicos y un ritmo endiablado que hace que la alocada historia que plantea el director manchego se pase en un suspiro. Recibida con multitud de elogios y premios desde el mismo instante de su estreno, 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' es uno de esos raros ejemplos en los que todo, el reparto, el guion, la dirección, la música, el montaje...funciona a la perfección, sin fallo alguno. Imposible contener las carcajadas. Un trabajo que se mantiene fresco en el tiempo, siempre hilarante, siempre sublime. El tiempo, el único juez siempre certero, ha reafirmado su condición de clásico. Indiscutible.
'Volver'
Precedida por 'La mala educación', la película más polémica de su última etapa, 'Volver' no solamente sirvió para reconciliar a Almodóvar con algunos defensores de su cine que habían desconectado con él, sino que sumó nuevos adeptos a la parroquia. Si hay una película capaz de poner de acuerdo a admiradores y detractores, esa es 'Volver'. Inundada de una emoción y ternura que se puede sentir en cada una de sus escenas, la película más manchegas del manchego más universal es una obra maestra repleta de un genio incontestable.
Con una puesta en escena elegante y medida sin resultar forzada, con una naturalidad que mantiene la sonrisa del espectador omnipresente, unos diálogos inteligentes y divertidos en las mismas dosis y un reparto de actrices en estado de gracia, con una inolvidable Penélope Cruz a la cabeza, Almodóvar conseguía su trabajo más completo. La Mancha como rincón del corazón, los fantasmas como complemento a la existencia, la perdida como excusa para vivir con entusiasmo los días que nos quedan. El drama y la comedia en estado puro. En estado Almodóvar.