Pasado el ecuador del Festival de Cine de Autor de Barcelona, el equipo de 'Las altas presiones' llegó a la ciudad condal para presentar su muestra de cine insobornablemente independiente, una especie en peligro de extinción en nuestra maltrecha y mal llamada 'industria' cinematográfica, que sobrevive entre montones de productos hechos con plantilla genérica y una vocación comercial frecuentemente inútil, gracias a la audacia de un puñado de cineastas que ruedan con escasos medios e infinita libertad creativa unas obras alejadas de narrativas convencionales y vulgares escrituras de (mala) teleserie.
A modo de retrato generacional, la película de Ángel Santos nos sitúa frente al retorno de un joven que sobrepasa la treintena (Andrés Gertrudix) a su Pontevedra natal para grabar las localizaciones de una película, lo que propicia su reencuentro con viejos amigos que despertarán emociones soterradas. La eterna premisa del siempre agridulce retorno a los orígenes, le sirve a Santos como excusa para captar emociones que brotan del contraste en una etapa vital que se acerca al temido punto sin retorno y en el que esas conocidas nostalgias que atañen a lo no vivido afloran con especial facilidad.
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Fallido debut francés
Menos convincente resulta 'Vincent', debut en el largometraje de Thomas Salvador, cuyo título completo en francés se traduce de forma reveladora como 'Vincent no tiene escamas'. Como el lector puede intuir, Vincent es el protagonista de esta historia, un trabajador de la construcción que descubre que adquiere poderes sobrehumanos cuando entra en contacto con el agua. No debe la audiencia esperar un superhéroe al estilo Marvel, pero la indefinición del autor (que también interpreta al protagonista) la convierte en una prescindible rareza a medio camino entre la comedia costumbrista y el thriller sobrenatural que carece de una progresión dramática relevante.