¡Cuidado SPOILERS!
*Este artículo contiene spoilers del capítulo 3 de 'The Last of Us'.
'The Last of Us' está llena de sorpresas. Neil Druckmann y Craig Mazin han presentado importantes cambios respecto al videojuego en los dos primeros episodios. El tercero, titulado 'Long Long Time', escrito por Mazin y dirigido magistralmente por Peter Hoar ('It's a Sin'), modifica absolutamente por completo la trama del superventas de PlayStation. El resultado es uno de los mejores capítulos de la serie, si no el mejor. Un necesario alto en el camino, antes de que las cosas se pongan peor, para recordarnos lo que de verdad importa.
El episodio comienza con Joel (Pedro Pascal) colocando piedras a la orilla del río en homenaje a Tess (Anna Torv). Cuando vuelve con Ellie (Bella Ramsey) se nota que sigue muy resentido con ella. Pero la niña, después de varios intentos para retomar la conversación, le recuerda que fueron ellos quienes aceptaron el trabajo - y con él los riesgos - y que ella no tiene la culpa de nada. Parece hacer mella porque Joel baja un poco de intensidad de camino a su próxima parada.
Esa parada es una gasolinera (clavadita, una vez más, a los escenarios diseñados por Naughty Dog). Tess y él la usaban para guardar su equipo en esta zona ya bastante lejos de Boston. Ellie vuelve a sacar esa curiosidad de una niña que está viendo muchas cosas por primera vez, como un avión estrellado en el campo pocas escenas después. "¡Pudiste volar!" le reprocha a Joel cuando este se queja de lo incómodos que eran. En la gasolinera se descubre como toda una experta en 'Mortal Kombat II', aunque nunca lo haya jugado. Mientras Joel busca su alijo, Ellie explora la parte de atrás de la tienda, donde encuentra una trampilla al sótano. Parece vacío, pero halla en una estantería un paquete de tampones. Un premio en esta coyuntura mucho más gordo que un lingote de oro. También encuentra a un acechador (como el del "beso" a Tess), la segunda fase de evolución de un infectado. En el videojuego aprovechan las esquinas y recovecos para esconderse y atacar cuando menos lo esperamos. Ponen muchísimo más de los nervios que los chasqueadores, dónde va a parar. Por suerte, este está bajo una enorme montaña de escombros y no puede moverse. Ellie le raja la frente para ver al hongo en su interior, y luego decide terminar con su agonía. Unas gotas de sangre caen, como queriendo recordarnos al ser humano que un día fue.
De nuevo en marcha, con la metralleta a buen recaudo en la gasolinera y Ellie sin convencer a Joel para que le dé una pistola, siguen su camino. Por el camino, Joel cuenta a la niña, y al espectador, la versión más extendida del origen de la crisis del Cordyceps. Como sabíamos, se cree que el punto de origen fue el molino de harina y cereal de Jakarta, Indonesia, el mayor del mundo. La harina, contaminada con el hongo, habría sido distribuida a un montón de fábricas de productos alimenticios de primera necesidad. En el mundo globalizado en el que vivimos, esa harina habría acabado en las estanterías de prácticamente todas las regiones del planeta. Fue la tormenta perfecta, porque con semejante distribución no fue posible detener los contagios. Así, esas "miguitas" que Mazin y Druckmann habían dejado en el piloto daban por fin su fruto: no fue casualidad que ni Joel ni Sarah (Nico Parker) esquivaran desayunar tortitas, comer galletas de los vecinos (que sí ingirieron, y ya sabemos qué ocurrió después) o una tarta de cumpleaños. "El lunes ya no quedaba nada" recuerda con pesar.
El mercenario sugiere un cambio de rumbo porque sabe lo que hay a continuación, pero Ellie lidera, envalentonada por su encuentro con el infectado. Se encuentra una fosa común con una terrible historia: el ejército no podía introducir a todos los habitantes de las zonas rurales en las áreas de cuarentena, así que cuando dejaba de haber espacio sacrificaban a todo un convoy, estuvieran o no sanos porque "los muertos no se pueden infectar". La imagen da un salto a 2003 y se centra en ese grupo de personas que vivían en el pequeño pueblo de Lincoln y que no llegaron nunca a la zona de cuarentena. Pero es un engaño del director del capítulo, Peter Hoar. La atención no está en ellos, sino en quien les observa desde una pantalla.
Ese alguien es Bill (Nick Offerman), que espera pacientemente a que los soldados den por vacío el pueblo para poner en marcha el sueño húmedo de Ron Swanson, personaje de Offerman en 'Parks and Recreation'. Como "superviviente", como se definirá él más tarde, tiene un plan para pasar el resto de su vida protegido y con todos los lujos. Tiene el pueblo a su disposición, cuenta con recursos de las tiendas y centros comerciales, tiene el generador preparado y llega a poder servirse de gas natural de la central del pueblo. Una vez construida la valla y puestas las trampas para infectados o merodeadores, siente que ha ganado la partida. Este capítulo rompe con todos los demás en muchos sentidos, empezando por una mayor predominancia de la música. Bill no teme a la pandemia porque Bill se cree de sobra preparado.
Bill es un conspiranoico y las banderas de su búnker indican que oscila a la extrema derecha. Pero es una persona llena de contradicciones, como veremos (cuatro años después del brote) en cuanto caiga en una de sus trampas alguien que no es un infectado, ni tampoco un merodeador. Es un hombre llamado Frank (Murray Bartlett), que le pide que le de algo de comer para aguantar en su camino hacia Boston. Tras muchas dudas, Bill accede. Y no solo le da de comer: le prepara una comida digna de estrella Michelín. Frank empieza a ver que quizás ha prejuzgado a su anfitrión, y hace un movimiento arriesgado: con la excusa de tocar el piano, y acertar al elegir una canción suya (y no del repertorio de su madre), descubre su lado más sensible. Frank y Bill (Nick Offerman clava cada escena íntima de Bill) comparten su primer beso. En la cama, Frank le dice que no es ningún prostituto, que si apuesta por esto es para quedarse un poco más y ver qué pasa con ellos. Frank nunca se fue.
Y eso que el siguiente salto temporal de varios años nos lleva a una bronca importante. Frank quiere adecentar un poco la casa y algunas de las tiendas - para horror de Bill por si llaman la atención - porque "el amor se demuestra con la atención a los detalles pequeños". Hay otra razón en realidad: Frank quiere invitar a unos amigos, concretamente a una mujer con la que ha estado hablando por radio. Bill, paranoico, brota. Pero cede, como vemos en la comida que monta para Tess y un Joel que está tan incómodo como él. Pero de ahí surge una fructífera relación mercantil por la que ambos pueden conseguir cosas que los otros no tienen en sus respectivas residencias. Y compañía, al final todo se reduce a encontrarse un poco menos solos en ese mundo hostil que habitan. Hablando de hostilidad: Joel avisa a Bill que tarde o temprano aparecerán saqueadores que no serán tan tontos como los infectados y no caerán fácilmente en las trampas. No se equivocaba. 'The Last of Us' nos da una escena destinada a cubrir miles de Tumblrs, en la que Frank enseña a Bill que ha conseguido cultivar fresas en secreto y Bill casi se desmaya al probar una por primera vez en años. "No tenía miedo antes de que aparecieras", dice a su pareja.
El miedo se hace realidad una noche en la que son atacados por una banda que activa varias trampas y que no son capaces de cruzar la valla electrificada (mejorada probablemente por Bill y Joel), pero sí llegan a disparar a Bill. Frank le protege e intenta curar su herida. Bill le pide que llame a Joel porque no puede quedarse solo. Hoer nos vuelve a engañar con la cara de Bill a punto de dejar este mundo.
Pero Bill sigue vivo, y en el siguiente salto temporal está mucho mejor que Frank, que ha acabado en silla de ruedas con una enfermedad degenerativa. Bill sigue a su lado, cuidándolo y preocupándose por él. Pero Frank ya no puede ni pintar. Un día, Bill se levanta y Frank le espera en la silla de ruedas. Lleva toda la noche haciendo el esfuerzo para subirse él solo, pero es un día especial. Ha decidido que es su último día y lo tiene todo planeado: se van a acercar a la tienda del pueblo, va a elegir trajes para los dos, se van a casar, van a cenar y luego va a tragarse un montón de pastillas para morir en sus términos. Ni la enfermedad, ni los infectados, ni los saqueadores decidirán su final. En el videojuego, Frank también toma la decisión de acabar con su vida antes de que lo haga el hongo que le ha infectado, pero todo es mucho menos poético.
Un Bill devastado accede, qué va a hacer. El día de ensueño termina con la misma comida que Bill preparó a Frank el día que se conocieron. Bill trae dos copas y una nueva botella de vino. Lo sirve, y vierte en la copa de Frank una gran cantidad de pastillas machacadas. Todo con muchísimo cariño, como un ritual. Frank se lo bebe de un trago, y Bill hace lo mismo con su copa. Frank se queda perplejo, pero pronto se da cuenta de que su pareja ha hecho lo mismo porque la botella de vino también estaba cargada con pastillas diluidas. "Para matar un caballo" dice Bill, que le explica que no está haciendo esto como un suicidio poético. Está satisfecho con su vida y Frank "era su propósito" para continuar. Frank le dice que no está de acuerdo, pero admite que el gesto es "increíblemente romántico". Bill lleva a Frank a la habitación. Bill salvó a Frank, pero en muchos sentidos Frank también salvó a Bill dándole una vida plena, otorgando un sentido a su existencia. De eso trata todo al final, no estamos aquí para sobrevivir, sino para vivir.
Joel y Ellie llegan a la casa y él sospecha que algo no va bien cuando ve que las flores de Frank están secas. La casa está abierta y nadie responde. Ellie encuentra una carta de Bill y Joel sabe que están los dos muertos. En la carta le indica cómo acceder al búnker y le da permiso para coger todo lo necesario. También le deja una importante lección: "Yo odiaba el mundo, pero me equivoqué. Había una persona que merecía la pena salvar, y lo hice. Haz lo mismo. Personas como nosotros somos necesarios. Protege a...". Ellie no se atreve a decir el nombre de Tess en alto, así que deja que Joel se desahogue. De vuelta, Joel decide (después de volver a comprobar cómo está la herida de Ellie porque sigue desconfiando del "milagro") que quizás sí merece la pena proteger a esta niña.
Joel sienta las bases de su relación de cara al viaje en busca de Tommy (Gabriel Luna), que espera que pueda dirigirlos a los Luciérnagas: no se habla de Tess (ni del pasado) y Ellie hará todo lo que le diga Joel sin rechistar. Ellie accede, pero muy poco después faltará a su palabra haciéndose con la pistola de Frank (¡y papel higiénico! Una ficción postapocalíptica que piensa en las cosas importantes). Aunque pueda no parecerlo, este capítulo tan aparentemente transversal ha hecho avanzar muchísimo la relación de los protagonistas. Les ha sacado del hoyo en el que estaban tras la muerte de Tess y les ha acercado un poco más gracias al camino recorrido y una carta que da donde más duele. Incluso han dado más datos del origen de la crisis, aunque no fuese con un flashback estilizado como los de los dos primeros episodios. Joel prepara el coche y, tras darse una necesaria ducha (realmente Bill se pasó el juego) y ponerse la ropa que lucen en el videojuego, ponen rumbo al oeste, con una Ellie emocionada por su primer viaje en coche (ni siquiera sabe lo que es un cinturón). La joven encuentra un casete y la pone. Suena 'Long Long Time' de Linda Ronstadt. Es el título del episodio. Y la canción de Bill y Frank. Y desde ya, otro clásico convertido en un nuevo himno gracias a la televisión. El último plano del capítulo es la ventana abierta de la habitación de los dos hombres, que es un guiño a la pantalla del título del videojuego.
Encontrar la luz
La historia de Bill y Frank es tremendamente diferente en el videojuego. Cuando Joel y Ellie llegan al pueblo de Bill, lleno de trampas, éste sigue vivo y digamos que no hace muy buenas migas con Ellie. Está resentido con Frank, su "socio" en castellano ("partner", palabra que usa en inglés, tiene un doble sentido mucho más claro). Frank se ha marchado porque se sentía atrapado en el pueblo. Poco después nos encontraremos con el cadáver de Frank, que había sido mordido y había decidido acabar con su vida antes de que el hongo tomara posesión de su voluntad. Ha dejado una nota llena de rencor en la que recrimina a Bill su cobardía y le asegura que "le odiaba". Bill se muestra afectado, despotrica un poco más pero hay que hacer frente a nuevas amenazas antes de seguir dando vueltas al tema. Bill sobrevive cuando Joel y Ellie continúan su camino.
Pero 'The Last of Us', la serie, no es el videojuego. Al no requerir las excesivas dosis de violencia que necesita el juego para hacernos partícipes de la historia, la serie requiere que forjemos esas conexiones con los personajes de otra manera. Con Joel y Ellie las estamos construyendo a lo largo de todo el viaje. Con personajes como Bill y Frank tienen que ser más concretas porque solo son un alto en el camino, y ese alto tiene que significar algo. En este caso, ahora que Joel ha vuelto a perder a alguien importante como era Tess había que recordarle que existen las personas que merecen ser salvadas, como dice Bill en su carta.
'The Last of Us' es una historia con un importante componente LGBTQ+. Personajes muy protagonistas de la historia no son heterosexuales, y Bill fue el primero con el que en Naughty Dog probaron a meter la patita, algo enorme siendo un título de ese tamaño y avalado por la propia Sony. No lo trataban de una forma muy explícita como sí harían poco tiempo después con otros miembros del elenco, aunque el hecho de que eran pareja está confirmado por el propio estudio. La historia de Bill y Frank era el punto de partida perfecto para introducir nuevos matices en este universo, sobre todo recordarnos por lo que estamos luchando. Por lo que merece la pena recorrer medio Estados Unidos y enfrentarse a muchos peligros solo con una remotísima posibilidad de encontrar una cura. Hay gente buena en este mundo. Hay bondad, hay generosidad, hay belleza, hay amistad, hay amor. Hay gente que por la que merece la pena arriesgarse.
Desde el principio, la serie nos ha dejado claro que no quiere ser un calco del videojuego. Primero, porque son dos medios distintos, con recursos narrativos diferentes. La serie puede usar otras técnicas para hacernos un nudo en la garganta. No requiere de tanta violencia para sumergirnos en la crudeza de la situación. Y segundo, porque para ver el videojuego solo tenemos que jugarlo. Craig Mazin, acompañado por el autor de la historia del juego, no lo olvidemos, supo ver en Bill y Frank un potencial increíble para elevar la trama, para crear escenas tan icónicas como las que da el videojuego, para incluir nuevas emociones y para grabarnos a fuego a los personajes. Para introducir la delicadeza, el arte, la música, sonidos y olores, primeras veces, frustraciones, el miedo a perder, el premio al arriesgar. En el peor escenario posible. Los Bill y Frank de 'The Last of Us' de HBO son infinitamente mejores que los del videojuego. No solo son otro ejemplo de diversidad representada de manera natural. Son esos personajes cuya historia seguiremos recordando mucho después de que termine la serie. Son la luz que recordaremos cuando nos vuelva a envolver la oscuridad.
'The Last of Us' estrenará el capítulo 4 en HBO Max el lunes 6 de febrero.