Ni la lluvia ni la jornada electoral evitaron una altísima afluencia de público a las proyecciones del tercer día del Festival de Cine de Gijón, que resultó cinematográficamente estimulante.
En sección oficial a concurso se pudieron ver dos películas tan distintas como atractivas. En primer lugar, la francesa 'Declaración de guerra' de Valérie Donzelli, preseleccionada para competir por el Oscar a la mejor película extranjera representando al país galo. La premisa es para echar a correr: una joven pareja de clase media con cuyo bebé desarrolla un tumor cerebral. Pero el desarrollo huye hábilmente del tremendismo y el morbo, para narrar una emocionante historia de amor que resiste ante los elementos más terribles, con ajustadas dosis de humor liberador y algún toque amable de surrealismo que, sin frivolizar el drama, le dan al espectador el respiro adecuado para no sentirse asfixiado por lo que cuenta.
Como hemos dicho, no se trata en este caso de retratar la odisea médica de los pacientes al estilo de 'La decisión de Anne' o 'Camino' por poner dos ejemplos recientes de films con el cáncer infantil como premisa, pues 'Declaración de guerra' se centra en la historia de la pareja protagonista y lo que emociona es cómo nos cuenta la entereza, aplomo y complicidad con la que van encajando las dificultades ante el drama que se les echa encima. Cuando uno conoce que la protagonista, directora y guionista del film está narrando en el film su propia historia vital, conmociona doblemente. Obtuvo un notable éxito en su país y ya tiene distribución en España por parte de Golem. El Teatro Jovellanos la despidió con una ovación cerrada y ya suena para estar el palmarés.
De menor impacto emocional, pero no exenta de cierta crudeza, en este caso barnizada de un hiriente humor negro, llegó la esperada película de Todd Solondz. Objeto de homenaje en el certamen asturiano hace unos años y autor de obras tan corrosivas como 'Happiness', Solondz aparece más comedido y depurado en 'Dark Horse' pero continua sacando ases de la manga en forma de gags en los que el espectador duda si reírse u ofenderse, junto a momento dramáticos en los que se solapan la burla y la compasión por los personajes.
Es la historia de un treinatañero que aún vive en el hogar familiar, llevando una vida gris y emocionalmente vacía, hasta que se encapricha en una boda de una chica atractiva pero problemática... A pesar de que el conjunto no parece narrar nada especialmente relevante, no pueden dejar de destacarse virtudes concretas, como el delirante uso de la música, un par de gags oníricos para nota y un reparto magnífico con Christopher Walken, Selma Blair o Mia Farrow, sorprendentemente entregados al universo freak del director.
Cine del este
Fuera de la competición oficial, además del encuentro con la cineasta experimental Marie Loisier, hay que destacar una pequeña joya de cine europeo del este, que a pesar de sus nobles virtudes tendrá difícil encontrar distribución en nuestro país. Se trata de la road movie 'Avé', opera prima del búlgaro Konstantin Bojanov y narra la historia de dos personajes que se encuentran haciendo autostop hacia Rusia: una adolescente huída de casa con el objetivo de reencontrarse con su hermano drogadcito y un joven que busca acudir al funeral de su mejor amigo. Durante el trayecto surgirá, claro, el amor entre ellos. El film compensa lo previsible de su desarrollo, con algunos pasajes de una delicadeza notable, especialmente en las escenas más íntimas, aunque funciona mejor mientras los personajes están en el trayecto que cuando alcanzan su destino.