Tras dirigir 'Pollock' en el año 2000, Ed Harris vuelve a situarse tras las cámaras con 'Appaloosa', película basada en la novela de homónima de Robert B. Parker y protagonizada por el propio Ed Harris, Viggo Mortensen, Renée Zellweger, Jeremy Irons, Timothy Spall, Lance Henriksen y Ariadna Gil entre otros.
Ambientada en 1882, en el territorio del antiguo oeste de Nuevo Méjico, la película cuenta la historia del policía federal Virgil Cole y de su asistente y socio Everett Hitch, quienes se han ganado una reputación como agentes de paz en las ciudades sin ley que van surgiendo en esta tierra indómita. En la pequeña comunidad minera de Appaloosa, un ranchero poderoso e implacable llamado Randall Bragg ha permitido que su banda de forajidos haga de las suyas en el pueblo. Tras el asesinato a sangre fría del policía federal de Appaloosa, Cole y Hitch son contratados para llevar al asesino ante la justicia.
Entre el costumbrismo y la comedia surrealista
Atípico western el que nos ofrece Ed Harris, aunque a pesar de ello mucho más interesante de lo que pudiera parecer en primera instancia.
'Appaloosa' se nos muestra como una verdadera rareza en este pequeño nuevo renacer de uno de los géneros más míticos del celuloide, que en los últimos años ha visto cómo títulos como 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford', 'El tren de las 3:10' o 'Enfrentados' lo devolvían a las salas comerciales. Y es que la película de Ed Harris tiene más de tragicomedia romántica que de western, divagando por cierto surrealismo argumental que un servidor no puede dejar de comparar, por momentos, con el del cine de Wes Anderson, por muy extraña que dicha afirmación pueda parecer.
La película de Ed Harris parece seguir los estándares básicos del western, especialmente en sus primeros pasajes, con el bosquejo clásico de un dúo protagonista sin patria ni otra ley que sea la suya propia, y un argumento prototípico en el género. Efectivamente, esaa voz en off eminentemente chandleriana que nos introduce en 'Appaloosa' nos hace creer que vamos a asistir a una película seca, cruda y árida como el propio escenario en el que se desarrolla, y así parece en su primer tramo de metraje, hasta que el personaje interpretado por Renée Zellweger entra en escena, dinamitando todo lo visto con anterioridad.
La lucha de poder mantenida entre el dúo protagónico y Randall Bragg y sus hombres por imponer su propia ley -en esencia deudora de clásicos como 'Solo ante el peligro' o incluso 'El hombre que mató a Liberty Valance', si bien su constante desmitificación del estereotipo de cowboy lo acerca más a 'Sin perdón' o 'Centauros del desierto'- queda supeditada por el conflicto de intereses nacido entre Virgin y Everett a raiz de una presencia femenina, la cual se erige como la única capaz de destabilizar su amistad y, por ende, debilitarlos como equipo.
A partir de ese momento, 'Appaloosa' adopta aires de tragicomedia con no pocas dosis de surrealismo o, como mínimo, de reacciones atípicas en el universo prototípico del género, como la galopante inseguridad del personaje de Ed Harris, la hilarante promiscuidad de Renée Zellweger, o los puntualmente maravillosos diálogos cotidianos de sus dos protagonistas, que humanizan a sus personajes sin llegar a desvirtuarlos y dinamizan en buena medida a la película, pero que, por contra, dinamitan la tensión argumental. El tramo final de 'Appaloosa' divaga entonces entre varios géneros, tratando de retomar sus primeros compases de manera infructuosa pero ofreciéndonos, por el contrario, un retrato poco menos que singular de un género acostumbrado a ir de la mano de la épica.
Pero lo cierto es que 'Appaloosa' tiene un verdadero protagonista en la sombra, y ese no es otro que el Everett Hitch interpretado por Viggo Mortensen, sin ddua lo mejor de la película, y cuya austeridad y distanciamiento lo convierten en el verdadero epicentro de 'Appaloosa', en un narrador protagonista con tendencias omniscientes que finalmente afronta su verdadero rol en el tramo final, sacrificándose, a su manera, por el bien de su compañero y amigo.
Una propuesta interesante, pero que sin duda descolocará a más de uno.
