En mitad de esta vorágine de premios, flashes y oportunidades perdidas, un genio valenciano sigue asomando la cabeza desde su legado, desde "el otro lado". No es otro que Luís García Berlanga, patrimonio del cine patrio, alma máter de la comedia negra castellana y genio eterno de humor iconoclasta. Se dice que Berlanga cumple años varias veces durante los 365 días porque lo hace con el aniversario de cada una de sus películas, y en esa afirmación no falta un ápice de razón. Cuando la situación político-social viene mal dada, ahí aparecen los irredentos para subrayar aquello de "esto parece una película de Berlanga" con todas las de la Ley. Y otra cosa no, pero el director de símbolos como 'El verdugo' o '¡Bienvenido, Míster Marshall!' fue un maestro a la hora de retratar al españolito medio, a las grandes familias de padres trabajadores y madres superheroicas, al militar trasnochado y a su álter ego en la cama de un burdel o al torpón buen samaritano que lanza vítores contra sus represores.
Berlanga fue magia, sátira, lucidez y valentía en una de las épocas más oscuras de España. Quizá la que más. También lo fueron, en algunas ocasiones incluso con más talento, sus escuderos. Los Rafael Azcona, Juan Antonio Bardem o José Luis Colina confeccionaron un puñado de historias insuperables, hoy paradigma y canon en las escuelas de guión por su capacidad para analizar la situación de un país, sacarla a la palestra, darle una manita de sátira e ironía y devolvérsela a la masa social para que la digiera como pueda. 'La vaquilla' fue para muchos su última gran obra, su último gran truco de prestidigitador de la vida en España. En cierto modo, Berlanga nunca se cansó de hacer cine, nunca se abandonó, a pesar de obcecarse en terminar su carrera como director con un proyecto tan desalentador como 'París, Tombuctú'. No obstante, la que fue su última película, lejos de sus hermanas mayores, reflejó a la perfección el carácter que su creador mantuvo hasta la muerte: libertad, ruido y furia, almidonadas con elegancia, para reírse del mundo con sus vecinos.
Como te habrás dado cuenta, podríamos estar ensalzando la figura del mito durante frases, párrafos y artículos completos, así que dejémonos de adjetivos altisonantes y píldoras doradas y entremos de lleno en el legado de Berlanga. 'La vaquilla' abre el telón y, como merecen todos los grandes, da paso a las diez películas que mejor definen al icónico austro-húngaro de Valencia.
Las 10 películas que mejor definen a Berlanga
'La vaquilla'
El Franquismo impidió que Berlanga sacase a la luz el guión de 'La vaquilla'. Azcona y él construyeron una historia en torno a la Guerra Civil desde una perspectiva, como acostumbra, completamente cómica. Especialista en quitarle hierro a lo que desborda, Azcona nos habla del pasaje más rancio y vergonzante de nuestra Historia reciente a través de una disyuntiva macarrónica: un grupo de soldados republicanos se infiltran en las fiestas de un pueblo del bando nacional para robarles la vaquilla y asestarles un golpe moral, además de conseguir algo que comer.
Tantos años de espera en la recámara la convirtieron en la película más cara del cine español, con Berlanga, Azcona y Alfredo Landa a pleno rendimiento, como si no hubiera pasado nada, como si no ocurriese nada por volver allá donde no nos quisieron. Berlanga y Azcona dejan claro que en una guerra fraticida no puede haber ganadores, con una escalofriante escena final en la que la vaquilla termina muriendo en tierra de nadie, en medio de las trincheras de los dos bandos, siendo pasto de los buitres, en palabras posteriores del artista, católicos.
'¡Bienvenido, Míster Marshall!'
'¡Bienvenido, Míster Marshall!' es historia viva de nuestro cine. Berlanga destapó el tarro de las esencias junto a Bardem para transformar un musical en una de las comedias negras más brillantes de su filmografía. El Plan Marshall sobrevolando nuestras cabezas y el director valenciano, también con Miguel Mihura como segunda espada, dejando frases que las firmaría el mismísimo M. Rajoy. "Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar" le vino como anillo al dedo para ahondar en aquello de los vecinos y los alcaldes. Puro Berlanga.
'Los jueves, milagro'
Una vez más, la censura acabó con la barbaridad que podría haber sido 'Los jueves, milagro'. Se quedó en una gran película, pero no pasó a la Historia. Lo cierto es que Berlanga tenía pensada una verdadera bomba de relojería contra una de las instituciones que más le chirriaban, la iglesia católica española. Para ello ideó un guión en el que las fuerzas vivas de un pueblecito de provincias se inventan una "aparición", como la de Lourdes, para atraer turistas al pueblo y hacer caja. La masa social decide elegir a uno de entre todos ellos por su parecido con una talla de San Dimas que habita en la iglesia.
Y aquí viene el lío. Berlanga quería parodiar las apariciones preparando un clímax en el que únicamente el tonto del pueblo creyese la milonga. Sin embargo, la censura entró en escena y obligó al artista a rehacer el final con la inestimable ayuda de un cura. Finalmente, el clímax estuvo protagonizado por San Dimas y a Berlanga no se le ocurrió otra consideración mejor que proponer al cura de turno como co-guionistas. Lástima que leyeran el mensaje y le denegaran tamaño honor.
'Todos a la cárcel'
Aunque todo el mundo se acuerda de 'La vaquilla' como última gran película, lo cierto es que se le debe mucho al trabajo de Berlanga en 'Todos a la cárcel'. En mitad de la época más convulsa de la corrupción política -sin tener en cuenta la actual- y con los Juegos Olímpicos de Barcelona 92' como telón de fondo, el cineasta se las arregla para ejecutar un ejercicio muy similar a 'La escopeta nacional' pero más agresivo, mordaz y excesivo. La lucidez de este análisis sobre las miserias de España le valió dos premios Goya, a Mejor Director y a Mejor Película. Su último coletazo fue consabido en el imaginario colectivo.
'El verdugo'
Azcona y Berlanga, mano a mano para firmar una de las mejores películas de la Historia del cine español. La paleta se ha ennegrecido y la pareja que mejor ha entendido a la España del Siglo XX no deja títere con cabeza. La negrura de la España franquista encuentra su mejor crónica en una comedia en la que cada carcajada es como un punzón que se clava lento. Así era nuestro país y así nos lo relataban Berlanga y Azcona. Junto al claroscuro de Goya y el esperpento de Valle-Inclán, la tríada perfecta para explicar España. Jamás olvidaremos al gran Pepe Isbert.
'Plácido'
¿Que cuántas obras maestras han firmado Azcona y Berlanga? Ni ellos lo saben, pero 'Plácido' es, sin lugar a dudas, una de ellas. Los dos cráneos más privilegiados de nuestro cine se ríen de la caridad cristiana urdida por el régimen franquista bajo el lema "ponga un pobre a su mesa", y expone la hipocresía de la burguesía al tratar de limpiar sus conciencias. Las tribulaciones del pobre Plácido por pagar la letra de su moto-carro en Nochebuena son un devastador retrato de la España costumbrista de la época. 'Plácido' fue una de las películas con las que Berlanga obtuvo mayor reconocimiento internacional, llegando a estar nominada al Oscar como Mejor Película de Habla No Inglesa.
'Patrimonio nacional'
"Muerto el perro se acabó la rabia" no es un dicho que Berlanga aplicase a su obra, la verdad. Más bien todo lo contrario, pues en cuanto el dictador dobló la servilleta, el director valenciano aumentó considerablemente sus niveles de acidez y dejan perlitas muy finas en 'Patrimonio nacional'. No obstante, su mirada estaba dirigida a la naciente democracia y a la Transición, infectadas por el fantasma del tardofranquismo.
Sus protagonistas, en otro tiempo burgueses y ahora regresados del exilio, pretenden recuperar sus anacrónicos privilegios en una España que ya no estaba para tonterías. Berlanga, una vez más, aplica su mirada satírica y mordaz para sacar las vergüenzas de la patria.
'Esa pareja feliz'
El debut de la leyenda. Su puesta a punto comenzó con 'Esa pareja feliz', compartiendo guión con Bardem y set con un jovencísimo Fernando Fernán Gómez. Sólo con eso, debería ser considerada pieza fundamental del cine español. Para lanzar sus dardos contra el estilo cinematográfico de la posguerra, Berlanga cogió prestadas varias cositas del neorrealismo italiano y lo mezcló con el encanto castellano y los primeros esbozos de la crítica social que, años después, desarrollaría hasta niveles indefectibles.
'La escopeta nacional'
Tras rodar dos de las mejores películas de su carrera, Berlanga vivió una especie de travesía por el desierto, pero en 1978, nuevamente con Azcona como co-guionista. Regresó sobre sus pasos con 'La escopeta nacional', una sátira brutal que inauguró la última etapa de su carrera, abandonando la alargada sombra del franquismo. Protagonizada por José Luís López Vazquez y José Sazatornil, la película está confeccionada a brochazo gordo y humor escatológico.
Aun así, esta crítica de la última etapa de los años del franquismo, basada en las cacerías del dictador, es una comedia subversiva y fresca en la que vuelven a sacar el bisturí para diseccionar con tino a nuestra sociedad de entonces. Lo que encuentran vuelve a ser puro esperpento, ofreciendo un amplio catálogo de mezquindades y vilezas. Berlanga vuelve a demostrar su increíble ojo con el elenco actoral, presentando a Luis Escobar a una edad en la que es más normal jubilarse y darse al vermú y la vida de verdad. Genio y figura.
'Calabuch'
La más desconocida de sus grandes obras maestras, 'Calabuch' es todo un prodigio. La historia se desarrolla en un pueblo utópico y costumbrista, alejado de la realidad, que podría servir de antecedente al de 'Amanece que no es poco' o incluso al Cicely de 'Doctor en Alaska'. Para un hombre normalmente asociado al vitriolo y a los claroscuros que ofrece el humor al borde de la catarsis, 'Calabuch' es como un remanso de paz, un lugar idílico en el que perderse y terminar los días. Puede que sea la película más bonita de su filmografía. Quién sabe.