Este fin de semana llegaba a todos los cines el desenlace de saga cinematográfica del joven mago más popular de la última década pero también se estrenaba en las salas españolas alguna que otra propuesta a seguir como la cinta 'Betty Anne Waters', protagonizada por la doblemente oscarizada Hilary Swank.
Basada en hechos reales, el filme muestra la abnegada lucha de una joven por probar la inocencia de su hermano, condenado a cadena perpetua al ser acusado de un asesinato que no ha cometido. Casada y con dos hijos, su tenacidad y perseverancia en su empeño de demostrar que se trata de un encarcelamiento injusto la lleva, al comprobar las deficiencias del sistema judicial y la nula eficacia de los juristas consultados, a estudiar por sí misma la carrera de derecho y convertirse en la abogada de su propio hermano a pesar de que en su camino se interponga su divorcio y el involuntario descuido, a pesar del tesón puesto en ello, del bienestar de sus hijos revelándose toda su disputa legal como un ejemplo de convicción, coraje, estoicismo y heroísmo fraternal.
Se aleja del telefilme
Lo primero a destacar de la película es que a pesar de que su argumento contenga todos los ingredientes típicos de producciones como las que emite Antena 3 en las tardes de sus fines de semana esta se aleja totalmente del tono sensiblero o almibarado de esa ya pequeña industria para encontrarnos con un producto creíble que apuesta por la contención emocional y que no busca la lágrima fácil.
La principal rémora de la cinta reside en una narración al uso, no muy alejada de cualquier otro drama que ocupe la cartelera, apoyada por una estructura de lo más convencional y demasiado esquematizada que ante la veracidad de la historia tropieza al resultar bastante predecible en su desarrollo. Cierto es, que por momentos se intenta agitar y permutar la monotonía de todo el conjunto introduciendo algún que otro flashback con la infancia de los protagonistas, pero es un movimiento que produce un resultado ciertamente fútil.
Las similitudes hacia títulos como 'Erin Brockovich', por así decirlo el estandarte del volumen de dramas de esta naturaleza, son bastante patentes. Si bien la realización en este caso de Tony Goldwyn es de bajo perfil respecto a la de Soderbergh en la película de Julia Roberts lo positivo es que en la cinta que nos ocupa no encontramos ni concesiones al espectáculo ni una exaltación barata de feminismo, exponiéndose los hechos de una manera sencilla y simple. Las penurias de la protagonista, ya de por sí considerables y percetibles por el espectador, no son exageradas de forma gratuita ni por supuesto nos encontramos con un hombre florero y un romance impertinente.Lo mejor, el reparto
Si hay un factor que impulsa notablemente la calidad del producto ese es sin duda el magnífico elenco. Hilary Swank nos deleita con una de esas lecciones interpretativas que desgraciadamente solo ofrece de forma puntual. La actriz encarna a una veraz Betty Anne con una fortaleza elogiable, lleva todo el peso de la trama y lo hace de forma excepcional, la película es ella, y sin su presencia a esta le costaría mucho sostenerse. Aunque tampoco es moco de pavo el trabajo del genial Sam Rockwell como el hermano injustamente condenado, meritoria su labor a la hora de crear un personaje muy completo en matices y comportamientos. Y no es de recibo olvidarse de las aportaciones de actrices de la talla de Melissa Leo, Minnie Driver o Juliette Lewis que rayan a buen nivel en papeles secundarios.
'Betty Anne Waters' se presenta como una interesante recomendación para el público habitual del cine de corte independiente y especialmente indicada para los amantes del drama judicial o los que disfrutan especialmente con unas interpretaciones muy por encima de la media. Si bien como ya comentamos acusa ciertos convencionalismos en su estilo nos encontramos con una historia potente e inspiradora que denuncia los errores en la estructura procesal estadounidense.