Abría el día en el Auditori una cinta de (¡al fin!) terror puro y duro. 'Gallow's Hill' (La colina del patíbulo) es una modesta producción norteamericana, rodada en Colombia con director barcelonés; eso sí, asentado en Los Ángeles y con una carrera integrada hasta ahora por subproductos de género destinados a formatos domésticos, como las secuelas de 'House on Haunted Hill' o 'Reflejos'. Con su nuevo film, Víctor García tiene al fin la posibilidad de rodar algo totalmente nuevo y, a priori, de mayor alcance. Con el crepusculiano Peter Facinelli como cabeza de reparto y dentro de sus limitaciones, la película es un entretenido carrusel de sustos y posesiones que alberga en su formulaíco guion, una idea resultona a la que se agarra el realizador para fabricar un producto previsible, tópico pero competente y con un destacable pulso narrativo en su segundo tramo.
Cuando el calendario de proyecciones de Sitges fue publicado, 'Big Bad Wolves' era un film más dentro de la programación, pero hace solo unos días, Quentin Tarantino revalorizó el film de Aharon Keshales y Navot Papushado hasta límites insospechados, al situarlo a la cabeza de su ranking de películas favoritas de este 2013. En efecto, este inquietante thriller psicológico israelí de peliaguda premisa, tiene la valentía de afrontar temas como la pedofilia y la tortura huyendo de la corrección política y con un humor negrísimo en los límites de la moralidad. La película atrapa, es opresiva, tensa y absorbente. Juega eficazmente al despiste con el espectador que duda a la hora de posicionarse junto a la víctima o los verdugos, pero falla con estrépito en un plano final que anula de un plumazo su trabajada (y estimulante) ambigüedad anterior. Aún así, un film de notable interés.
Dos décadas llevaba sin rodar el polifacético artista chileno Alejandro Jodorowsky y su regreso, a los 84 años de edad ha estado a la altura de las expectativas. Ayer, se proyectaba en Sitges el documental 'La duna' sobre un rodaje frustado del cineasta, y como parte de la sección oficial, su flamante nueva obra de ficción (o casi). 'La danza de la realidad' es una historia paternofilial que recoge retazos biográficos de la infancia del propio cineasta, para agregarle un entrañable tono de realismo mágico. Una película tan rica en inventiva que acaba entregada al exceso, tan generosa en pliegues, giros, recovecos e ideas, que acaba agotando. Un film que exige mucho a su espectador para entregarle a cambio, no una obra redonda, pero sí unica, llena de hallazgos e instantes de gran cine.
Vampirismo gafapasta
Otra de las películas más esperadas del certamen era 'Only lovers left alive' sugerente título para esta incursión en el cine de género de toda una institución del indie norteamericano como Jim Jarmush. La cinta, protagonizada por una espléndida (una vez más) Tilda Swinton, fantasea con la inmortalidad de artistas y otros personajes literarios y/o mitológicos (los protagonistas son Eva y Adán), a los que convierte en culturetas melancólicos, amantes de la literatura clásica y el rock and roll que vagan y divagan en curiosos escenarios como la moribunda Detroit o la exhuberante Tánger. Una idea muy loca que funciona en la práctica con notable contención, aunque su encanto resida en set-pieces concretas más que en un conjunto algo estirado y sin progresión narrativa alguna. La banda sonora es excelente.