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CRÓNICA

Una bofetada eclipsa los Oscar 2022 de la diversidad y la emoción

En el año en el que ha ganado una película protagonizada por actores y actrices sordos, en la que ha ganado la primera actriz abiertamente LGTBQ y la tercera directora, solo se hablará del tortazo de Will Smith.

Por Jesús Agudo Más 28 de Marzo 2022 | 07:52
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Hace cinco años, los Oscar fueron la comidilla durante varios días a raíz de la confusión con el sobre de Mejor Película. Cinco años después se volverá a hablar durante varios días de los Oscar, pero esta vez será por un bofetón. Will Smith fue capaz de estropear el momento que llevaba años esperando en un minuto que convirtió a los Oscar 2022 en absoluto desconcierto. Y mira que hay cosas mucho más importantes de las que podríamos estar hablando, también relacionadas con los premios de la Academia.

El equipo de 'CODA' con los tres Oscars, incluido el de Mejor película

Podríamos hablar de las reuniones de los protagonistas de 'Pulp Fiction' (recreando el mítico baile), 'Juno' o 'El Padrino', que nos recordaron que el mayor activo que tienen los Oscar siguen siendo sus estrellas y su historia, y que en realidad los saben aprovechar bastante poco. Podríamos hablar de que Amy Schumer volvió a poner en valor el puesto de presentadora de la gala con chistes ingeniosos, con su punto ácido, capaces de levantar los ánimos más crispados con una buena carcajada. Podríamos hablar de las estupendas actuaciones de Beyoncé, Billie Eilish o Sebastián Yatra. De las reacciones de los invitados, mucho más relajadas y proclives a participar del show que las del año pasado. De la adorable Youn Yuh-Jung, siendo de nuevo la abuela de todos. De los espectaculares discursos de Ariana DeBose y Troy Kotsur dando voz a las minorías o de Jessica Chastain dedicando su agradecimiento a hablar del suicidio y condenar las leyes que nos separan.

Ariana DeBose, Troy Kotsur y Jessica Chastain con sus Oscars

Podríamos hablar también de lo que no ha funcionado tan bien, como esa caótica escaleta que fue capaz de hacer un especial de James Bond y, varios premios después, sacar a Rami Malek para presentar la canción de 'Sin tiempo para morir'. De un In Memoriam demasiado festivo en el que hubo fallecidos de primera clase y de tercera, con invitados para hablar de Betty White, Sidney Poitier o Ivan Reitman, pero no de los demás. Abogamos por homenajes concretos a nadie, que ya la gala fue más larga que la del año pasado. Por supuesto, podemos hablar de esos ocho premios que entregaron mientras los famosos seguían cruzando la alfombra roja, y que luego incrustaron troceados durante la ceremonia de manera confusa y anticlimática. Qué pena que no pudiéramos disfrutar del Oscar que se traen a España Alberto Mielgo y Leo Sánchez por 'El limpiaparabrisas' como se merecen. Podríamos hablar de que Regina Hall y Wanda Sykes no estuvieron a la altura cosificando a media platea. De que traer a leyendas como Liza Minnelli cuando no están en facultades crea el efecto contrario que buscan, por mucho que Lady Gaga hiciera un enorme trabajo para apoyarla.

El año de la esperanza y la inclusión

Por supuesto que no solo podríamos, sino que deberíamos hablar de todos los ganadores de este año, que han formado un palmarés diverso, que demuestra que la Academia de hoy empieza a reflejar el mundo de hoy con la primera actriz abiertamente LGTBQ (Ariana DeBose), el primer actor sordo (Troy Kotsur), la tercera cineasta en llevarse Mejor Dirección en toda la historia (Jane Campion). Y podemos hablar de 'CODA: Los sonidos del silencio', sin duda uno de los sprints más espectaculares de los últimos años. Sí, una película que no tiene la calidad técnica o artística para codearse con 'El Padrino', con 'Parásitos', con 'Titanic'. Pero sí que cuenta con algo que en el resto de nominadas escaseaba bastante: emoción. Con los años que llevamos, cómo nos va a sorprender que los académicos hayan querido aupar una película esperanzadora, adorable, accesible. Puede que no sea suficiente para justificar su estatuilla (aunque también ha hecho pleno con los tres premios a los que optaba). Puede que se la vea venir perfectamente, que sepa cómo sacarnos la lágrima y la sonrisa. Que tenga un apartado técnicos sin ningún brillo. Pero ha llegado al corazón de los académicos, y muy probablemente lo haga a partir de ya con el público que se acerque a verla ahora que la van a descubrir gracias a los Oscar. Y sobre todo da visibilidad a la comunidad sorda, a los CODA y al enorme porcentaje de población con alguna discapacidad que jamás pensarían que sus historias fueran a ganar Oscars. Para eso también sirven los premios.

Bradley Cooper con Will Smith en los Oscar 2022

Pero no. Vamos a acabar hablando de un chiste absolutamente desafortunado de Chris Rock por no haber escuchado la cantidad de veces que Jada Pinkett Smith ha hablado de su alopecia. Vamos a hablar de la reacción de Will Smith. De la bofetada. Del "saca a mi mujer de tu p*ta boca". De la confusión. Del "¿esto es un sketch?¿Está ocurriendo de verdad?". Del "and the Oscar goes to... Will Smith". Del actor subiendo con la cara desencajada, con lágrimas en los ojos. De su discurso, en el que se llegó a comparar con una figura tan polémica como fue Richard Williams, que ni su "biopic oficial" (con excesivo tiempo en la gala) fue capaz de limpiar. De proteger a su familia y a las actrices con quien trabaja. Del peso del estrellato y de cómo tiene que reír gracias que no le hacen ni pizca. Del consejo que le dio un Denzel Washington que no sabía dónde meterse. De que "por amor se hacen muchas locuras", la frase que terminó por condenar un momento que casi resulta más incómodo que la bofetada en sí. Will Smith ha luchado muchísimo por llegar hasta ese Oscar. Es una de las estrellas más grandes de la industria, capaz de hacer taquilla y de atraer al público. Y en un instante, ha reventado su momento, y con él también el momento de todos los que llenaron el Dolby Theatre tras dos años terribles. Ha reventado una gala que no iba a pasar a la historia por ser de las mejores, ni en ritmo, ni en contenido. Pero sí podía pasar a la historia por todo lo que suponen la mitad de los premios de la noche, y las palabras de muchos de los ganadores. Pero pasará a la historia por un bofetón. En el año de la emoción, de la inclusión, de la esperanza, volverá a ganar la violencia.