Aprovechamos la apertura de una nueva edición de la Mostra de Venecia para recordar una de las más populares ganadoras del León de Oro del festival. Hablamos de 'Brokeback Mountain', intenso drama romántico dirigido por Ang Lee que se convirtió en una de las más célebres (y trágicas) historias de amor del cine norteamericano en la pasada década y una de las primeras obras de temática abiertamente homosexual que lograba trascender los circuitos del cine independiente para llegar al gran público con una respuesta notable en taquilla (a pesar de los lamentables intentos de boicot y censura en ciertos lugares).
Pero digámoslo pronto, lo que hace especial e inolvidable a 'Brokeback Mountain' no es que los amantes protagonistas de su historia sean dos hombres (en concreto dos cuidadores de ganado de las montañas de Wyoming), sino la fuerza emocional de la tragedia amorosa que alberga el guion de Larry McMurtry y Diana Ossana (a partir de un relato corto de Annie Proulx) y la sensibilidad con la que Ang Lee narra la historia. No se trata tanto de revisionar el western como se dijo en su día (o de subvertir el mito del cowboy rudo), como de contar una historia de amor contra las convenciones en un terreno inexplorado.
Claro que 'Brokeback Mountain' será recordada como una historia de amor homosexual y que dicha particularidad es la marca diferencial del film con respecto a otros romances trágicos (pongamos como ejemplo otro film excelente con el que guarda no pocos paralelismos, como es 'Los puentes de Madison'). Pero es su acertada mezcla entre lo pasional y lo sensible a un ritmo pausado (que a algunos les resultará sin embargo excesivamente parsimonioso) lo que permite que las emociones dejen poso en el espectador y se vayan clavando profundamente en el alma de los que conecten con el drama. Todo al ritmo de la guitarra nostálgica de Gustavo Santaolalla y con un bucólico entorno (maravillosamente fotografiado) ejerciendo como un personaje más y un verdadero transmisor de emociones.
Amor prohibido
La historia es bien sabida: Ennis del Mar (Heath Ledger) y Jack Twist (Jake Gyllenhaal) se conocen durante un verano en las montañas de Wyoming, donde comparten la tarea de cuidar de un rebaño de ovejas. Allí surge la complicidad entre dos personalidades opuestas y un encuentro sexual fortuito desencadena algo mucho más intenso y que permanecerá en el tiempo. Ambos seguirán manteniendo encuentros secretos con el paso de los años, aunque mantengan sus propias vidas familiares (y "heterosexuales") por separado con sus mujeres e hijos, hasta que la situación se vuelve insostenible emocionalmente.
Ledger está inmenso como el torturado, introvertido y acomplejado Ennis del Mar (hay que ver la versión original para valorar su excelente trabajo vocal) y Gyllenhaal no se queda atrás como el vivaz, risueño e idealista Jack Twist. Juntos componen una memorable pareja de amantes condenados a la distancia y a la clandestinidad por un entorno opresivo que no acepta su relación (en el fondo no estamos tan lejos de las clásicas historias de amor anti-convencional de autores como E.M. Foster, de ahí que el elemento gay no parezca del todo decisivo en su éxito).
A pesar de lo improbable de la premisa, todo resulta creíble tal y como está narrado. La condena y frustración de los personajes se traslada al espectador, que es testigo de sus emociones, sus inquietudes y sus errores. En este sentido, cabe destacar positivamente que el film no sea maniqueo y tenga un momento para apiadarse del personaje de Alma (sobresaliente Michelle Williams), retratada aquí no como un obstáculo entre los dos amantes protagonistas, sino como una sufrida víctima colateral de la mentira en la que Ennis es forzado a vivir por ser incapaz de asumir su condición en una sociedad que excluye sus preferencias sexuales.
Y así, el metraje transcurre por un sinuoso sendero sentimental y los personajes envejecen entre furtivos encuentros y no pocos desencuentros emocionales. Y la tragedia planea sobre su historia hasta hacerse finalmente efectiva. No desvelaremos el desenlace, aunque sea ya un secreto a voces dada la relevancia adquirida por el film, pero 'Brokeback Mountain' nos descubrió que es posible emocionar hasta límites insospechados con el abrazo desesperado a una camisa que conserva el olor de lo inacabado, de lo que pudo ser y no fue. Un agridulce recuerdo eterno de una pasión frenada por los prejuicios. Un final simbólico y magnífico para una película valiente, sensible y conmovedora.