Para entender el valor que tienen las diez ganadoras del Goya a Mejor Película de la última década solamente hay que recordar aquellas cintas que no lograron hacerse con el preciado galardón. Y es que, más allá de las triunfadoras de cada edición, maravillosas en la práctica totalidad de los casos, merece la pena echar un vistazo a las propuestas que rozaron la victoria, logrando así una visión completa del altísimo nivel cinematográfico que se ha visto representado en los principales premios de nuestro cine.
Podéis empezar a contar joyas y, en el caso de no haber visto alguna de ellas, descubrirlas de inmediato. Ahí van: 'Blackthorn'; 'La piel que habito'; 'La voz dormida'; 'El artista y la modelo'; 'Grupo 7'; 'Lo imposible'; '15 años y un día'; 'Caníbal'; 'La gran familia española'; 'La herida'; 'El Niño'; 'Loreak'; 'Relatos salvajes'; 'Magical Girl'; 'A cambio de nada'; 'La novia'; 'Nadie quiere la noche'; 'Un día perfecto'; 'El hombre de las mil caras'; 'Julieta'; 'Que Dios nos perdone'; 'Un monstruo viene a verme'; 'El autor'; 'Verano 1993'; 'Handia'; 'Verónica'; 'Carmen y Lola'; 'El reino'; 'Entre dos aguas'; 'Todos lo saben'; 'Lo que arde'; 'Intemperie'; 'La trinchera infinita'; 'Mientras dure la guerra'; 'Sentimental'; 'Adú'; 'Ane'; y 'La boda de Rosa'. Casi nada.
Ante semejante competencia, y sin entrar en el siempre complicado y complejo debate de lo justo e injusto, no queda más que aplaudir con más rotundidad si cabe el mérito de estas diez películas que consiguieron elevar al cielo el ansiado cabezón, entrando así en la historia dorada de los Goya. Un conjunto de cintas profundamente distintas entre sí, otro punto a favor para la Academia, pero unidas por el talento a la hora de contar grandes historias de manera ejemplar. El listón para las próximas ediciones, visto lo visto, está más que alto. Y mejor así.
Las ganadoras del Goya a Mejor película de la última década, de peor a mejor
'No habrá paz para los malvados'
De acuerdo, 'No habrá paz para los malvados' tenía la interpretación definitiva de José Coronado, uno de los grandes intérpretes y estrella indiscutible de nuestro cine, una dirección maestra del siempre estimulante Enrique Urbizu y un plano final especialmente inolvidable. La cuestión es que, más allá de eso, lo que quedaba era un ejercicio de cine negro patrio con más intención que resultados y, vaya, un número de bostezos considerable. Está lejos, lejísimos, de ser una mala película, pero, para un servidor, aquí tenemos una ganadora del Goya no especialmente memorable.
'Blancanieves'
'Blancanieves' es un ejercicio de estilo, eso está claro, que funciona a las mil maravillas en el terreno de lo visual y lo interpretativo, maravillosas de inicio a fin Macarena García y Maribel Verdú, pero al que le falta una cantidad considerable de garra para alcanzar el corazón del público. Todo en ella sigue siendo hermoso de ver, se devora con los ojos y continúa hipnotizando con algunas escenas realmente logradas, pero su huella ha quedado bastante disipada con el paso del tiempo. Sin lugar a dudas, aquel era el año de 'Lo imposible'. Cuestión de gustos.
'Truman'
En la cosecha de grandes momentos y frases claves que ofrece 'Truman', hay una que resume por completo el espíritu, objetivo y triunfo de la película: "Nada de discursos de despedida". Tal cual. La magnífica cinta de Cesc Gay tenía todo para caer, no ya en los llantos que recorren cada adiós para siempre, sino en todos y cada uno de los charcos de lágrimas que se encuentran dentro de una propuesta de estas características.
Amigos de toda la vida que se reencuentran para despedirse por última vez, enfermedades terminales y conflictos personales/ familiares, es decir, todas las posibilidades del mundo para que el efectismo emotivo funcionara a la perfección. Pero no. 'Truman' conmueve, sí, pero de la manera más natural posible, con silencios más que con discursos, con miradas más que con golpes, con paseos más que con carreras por la estación, con amistad más que con dolor. Y con dos actores, Ricardo Darín y Javier Cámara, que se sitúan mucho más allá del elogio.
'Las niñas'
La última ganadora del Goya a Mejor película fue una de las pocas sorpresas agradables del año más raro de nuestra vida. Y es que, entre tanta sala cerrada y proyectos apagados, 'Las niñas' se convirtió en un pequeño y admirable fenómeno cinematográfico que nos alegró un poco el 2020 a base de cine honesto, sencillo, grande en sus detalles y precioso en su delicadeza. Una cinta que conmovió a varias generaciones de espectadores y espectadores que vieron en pantalla el reflejo exacto de la infancia, con todo el peso que eso conlleva. Una espléndida ganadora. Una notabilísima película.
'Campeones'
El público dictó sentencia de manera más que contundente: 'Campeones' es uno de los mayores éxitos comerciales de la historia del cine español. Y menuda alegría. Estamos ante una película que, sin perder el sello característico de Javier Fesser en ningún momento, tomó cierta distancia de los elementos más reconocibles del director para fijar su mirada en un grupo de seres humanos maravillosos, divertidos, entrañables y admirables.
Ellos son el corazón de una propuesta repleta de carcajadas, ternura y mensajes necesarios para una sociedad que, afortunadamente, se ha volcado con ella. Imposible no salir hinchado de pura felicidad con 'Campeones', uno de esos trabajos que te fijan una sonrisa en la cara de la manera más natural y honesta posible. Algo muy parecido a un regalo. Y la Academia, claro, rendida a sus pies. Incluso aunque eso provocara la más que discutible derrota de la excelente 'El Reino'.
'Vivir es fácil con los ojos cerrados'
Basada en una historia real tan inspiradora como conmovedora, eterno Juan Carrión, 'Vivir es fácil con los ojos cerrados' es uno de esos maravillosos ejemplos que demuestran que, a veces, menos es más. Un maravilloso guion, una dirección sutil, un ritmo sin fisuras ni grandes aspavientos y, sobre todo, un reparto en pleno estado de forma, con mención especial para el impactante descubrimiento de Natalia de Molina y un Javier Cámara sublime, la película de David Trueba arrasó en los Goyas logrando seis estatuillas con la misma sencillez con la que te agarraba el corazón y no te lo soltaba a lo largo de sus deliciosos 108 minutos. Cine tan pequeño y humilde como memorable.
'La librería'
Al igual que ocurre con la práctica totalidad de la filmografía de Isabel Coixet, 'La librería' logró tras su estreno tanto críticas profundamente negativas como voces defensoras que surgieron dispuestas a reivindicar desde el primer momento sus virtudes artísticas. Un cara o cruz que terminó de estallar tras su contundente victoria en los premios Goya, alzándose con 3 de los galardones más importantes de la noche: Película, Dirección y Guion adaptado. Y lo cierto es que, por encima del ruido, pocas objeciones se pueden poner teniendo en cuenta que estamos ante una de las propuestas más redondas e inspiradas de la cineasta.
Respaldada por un reparto repleto de grandísimos talentos como Emily Mortimer, Patricia Clarkson o Bill Nighy, palabras mayores, 'La librería' es una encantadora película que alcanza sorprendentes cotas de emoción desde un clasicismo aprovechado siempre con elegancia, talento y delicadeza. Una obra sencilla y acogedora como el mejor de los libros. Una pequeña gran joya.
'Tarde para la ira'
'Tarde para la ira' llegó para quedarse en nuestras retinas, para convertir sus palabras y silencios en eco que se instala en nuestra garganta y no nos abandona, para enseñarnos el olor de la venganza y el dolor. La primera película como director de Raúl Arévalo, aunque parezca mentira su condición de debutante a la vista del control y talento mostrado para dirigir con pulso de hierro, está repleta de virtudes, de ideas bien planteadas y mejor ejecutadas, de personajes reales, que duelen, que marca, que te acompañan en la distancia.
Justa ganadora de 4 Goyas en una de las mejores ediciones del último siglo, todo en ella fluye con la facilidad que solamente demuestran los grandes trabajos, los clásicos contemporáneos. Seguimos esperando con impaciencia los próximos trabajos de Arévalo para usar el término 'obra maestra', pero quede constancia de que, aquí y ahora, ya se podría citar sin miedo al exceso
'La isla mínima'
En España también tenemos una amplia variedad de buddy movies que consiguen respetar y trasladar el género hasta adaptarlo a un código cinematográfico en el que el costumbrismo y el tópico consiguen fundirse con ganas y sin demasiadas reticencias. Uno de los últimos grandes ejemplos lo tenemos en 'La isla mínima'. Dos policías con personalidades totalmente opuestas y la necesidad de llevarse bien y entenderse lo mejor posible para conseguir descifrar las claves de un caso de esos que ponen los pelos de punta. ¿El resultado? Un prodigio cinematográfico en toda regla. Uno de esos casos en los que todo funciona a la perfección, desde unos títulos iniciales arrebatadores, de una belleza abrumadora, hasta el último portazo. Fin de la historia. O principio.
Al frente, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez con dos portentosas interpretaciones a la altura de la dirección de Alberto Rodríguez, brillante, sin fisuras, de un control del detalle y una pasión fascinante. Un trabajo de personalidad tan arrolladora que conquistó a crítica, público y, sobre todo, Academia. Ganó 10 Goyas. Pocos fueron.
'Dolor y gloria'
Para muchos, entre los que me incluyo, 'Dolor y gloria' constituye el logro artístico definitivo de Pedro Almodóvar, el cineasta más importante de la historia de nuestro cine. Una obra maestra repleta de poesía y emoción, perfección en la puesta en escena, control absoluto del (mejor) lenguaje cinematográfico y una capacidad tremendamente especial para cautivar desde el detalle, el silencio y las conversaciones de mirada.
Con un reparto fantástico en el que destaca un inconmensurable Antonio Banderas, 'Dolor y gloria' es una de las mejores películas de la carrera del cineasta manchego, con amplia diferencia del resto, y la triunfadora más destacada de la última década de los Goya. Imprescindible.