El pasado octubre de 2021, en plena promoción de 'Sin tiempo para morir', la actriz Raeden Greer acusó al director de la película, Cary Fukunaga, de haberla despedido en su día de la serie 'True Detective' por negarse a rodar una secuencia en topless ya que no estaba especificado en su contrato, pero después iba hablando de la importancia de sus personajes femeninos en las entrevistas: "Fue degradante. Fue humillante y me hizo sentir muy mal. [...] Es como otra bofetada en la cara una y otra y otra vez. Sí, ha tenido una carrera ilustre (...), y ¿qué me pasó a mí? A nadie le importa", dijo ella. Ahora tres actrices más se han sumado a acusar a Fukunaga de tener una conducta sexual inapropiada con ellas, según recoge The Wrap.
Son Rachelle Vinberg ('Betty') y las gemelas Hannah y Cailin Loesch, que trabajaron a las órdenes del cineasta en 'Maniac'. Vinberg publicó el pasado 5 de mayo una serie de Stories en Instagram que ha dejado anclados aquí, en los que exponía a Fukunaga después de que este defendiese públicamente el derecho al aborto de las mujeres en Estados Unidos, alegando que "literalmente no le importan las mujeres, solo las traumatiza. He hablado con muchas chicas. Que te jodan Cary". Según Vinberg, Fukunaga es "peligroso y horrible" y "genuinamente piensa que es una buena persona, se miente a sí mismo", asegurando que la traumatizó hasta el punto de no querer vivir. "Pasé años teniéndole miedo. Este hombre es un manipulador y lo lleva haciendo años", escribe en una de las stories, para después explicar en vídeo que se conocieron cuando ella cumplió los 18 años y que durante toda su relación (de unos 3 años) la presentaba como su prima, sobrina o amiga. Se ha sentido en la obligación de acusarle ahora porque siente que tiene "la responsabilidad de representar a las mujeres" y anima a contar su historia a cualquiera que haya tenido experiencia similares con él.
Vinberg asegura que Fukunaga es incapaz de conectar con mujeres de su edad y solo se rodea de veinteañeras porque, según le dijo él mismo, "las mujeres se vuelven raritas a los 30" y que tatúa a las chicas como una forma de marcarlas. También dice que siempre busca mujeres vulnerables, que no tengan una buena red familiar, y que en ambientes profesionales se sabe que es un depredador, aunque nadie hace nada para defender a las mujeres por miedo. Le hacía preguntas sobre si se masturbaba o veía pornografía y sus fantasías y le hacía darle constantes masajes en la cabeza. Según Vinberg, la relación tardó años en volverse sexual, aunque tenían que mantenerlo en secreto para que no pareciese un depredador. Finalmente le acusa de falta de responsabilidad emocional y de haber intentado avisarle de que su comportamiento estaba mal para que de disculpase y corrigiese su actitud, pero él no le respondió a sus mensajes.
Las gemelas Loesch
A raíz de las acusaciones de Vinberg, Hannah y Cailin Loesch publicaron un texto narrando su propia experiencia con Fukunaga. Las hermanas cuentan que conocieron al director cuando tenían 20 años y que una noche las invitó a una fiesta donde acabaron inconscientes por primera vez en sus vidas, y se encontraron bailando con él muy pegadas a su cuerpo "entrando y saliendo de nuestros estados de lucidez, cayendo ocasionalmente al suelo en una neblina. Fue nuestro mejor amigo que estaba allí con nosotras quien se encargó de que no fuéramos a casa con él esa noche". En plena cuarentena, Fukunaga acabó pasando una noche en la casa familiar de los Loesch, donde les preguntó si eran vírgenes y qué pensaban de los tríos: "Cuando le dijimos que nunca participaríamos en uno, nos recordó que «los hacen en el porno constantemente» e incluso sugirió que el incesto está bien «si todas las partes están de acuerdo». Mencionó aquella noche que pasamos con él en la discoteca: «Vosotras dos acabaron realmente en mal estado, ¿creéis que ibais drogadas?» Le dijimos que las dos estábamos tomando Lexapro para la ansiedad, y que tal vez eso tenía algo que ver, aunque nunca nos hemos acercado a ese nivel de ebriedad ni antes, ni después de esa noche".
"No le veíamos como el autor equilibrado que habíamos conocido en el set hace años, sino como un alma vulnerable, tal vez incluso perdida, que solo buscaba conexión", continúan relatando. Cuando una de las gemelas rechazó un encuentro sexual y se enfrentaron a él para frenar sus insinuaciones, según ellas les hizo luz de gas, asegurándoles que esas ideas estaba solo en su cabeza, igual que en la de su ex, y haciendo que por el resto de su vida se cuestionen sus propios instintos: "Las palabras de Cary nos han hecho cuestionarnos, una y otra vez, si nuestros sentimientos son válidos y nuestros pensamientos están en línea con la realidad, y tememos que eso nunca desaparezca".
Para ellas, el abuso no fue físico, pero sí psicológico y de manipulación: "No fuimos violadas, despedidas de un trabajo ni obligadas a hacer nada físico en contra de nuestra voluntad. Entonces, ¿por qué duele tanto ahora ver a este hombre, del que nos alejamos voluntariamente, apuntalado como el honorable creador que aportó un «giro feminista» muy necesario a una franquicia cinematográfica icónica? [...] ¿Fue todo culpa nuestra? ¿O es suficiente la influencia de un hombre poderoso, mucho mayor y supuestamente más sabio, para quitarnos al menos parte de la culpa de encima?". Los representantes de Cary Fukunaga no han respondido a las peticiones de comentarios de los medios norteamericanos.