El triunfo en taquilla de 'Verónica' no solo es una buena noticia para los responsables de la última película de Paco Plaza, sino que sirve además como muestra de que el cine de terror, y por extensión, el fantástico, está viviendo en estos últimos años una era dorada. A nivel internacional, no hay lista de las películas mejor consideradas por la crítica que no contenga algún título de género ('La forma del agua' de Guillermo del Toro se ha hecho con el León de Oro en Venecia, por ejemplo). Y el caso de 'Verónica' va encaminado a convertirse en lo mejor que ha dado el cine español en este 2017. ¿El por qué? Porque más allá de un film de terror con adolescente poseída y una monja ciega de por medio es una película que refleja a la perfección la España de principios de los noventa. Terror costumbrista, podría llamarse. Surgida del cruce entre elementos cotidianos que podrá conocer el espectador a la primera de cambio y uno de los sucesos paranormales que estremecieron al país en dicha época.
El caso no es otro que el de Estefanía Gutiérrez Lázaro, una joven de Vallecas que falleció en extrañas de circunstancias en el verano de 1991. Contaron sus allegados que la joven había estado jugando con la ouija con la intención de contactar con el novio de una amiga, fallecido en un accidente de moto. A partir de entonces llegaron los extraños comportamientos entre los que había convulsiones parecidas a ataques epilépticos y alucinaciones, hasta que el mes de agosto ingresó en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde murió sin por supuesta asfixia pulmonar.
Poco más de un año después, durante la madrugada del 27 de noviembre de 1992, la Policía Nacional se personaba en el domicilio de la familia después de que estos alertasen de que una serie de fenómenos extraños, los cuales pudieron corroborar los agentes allí presentes, tal y como el Inspector Jefe José Pedro Negri puso por escrito en el pertinente informe, donde se leía: "[la casa] se encontraba en situación de misterio y rareza, que estando sentados en compañía de toda la familia, pudieron oír como una puerta de un armario perfectamente cerrada, cosa que comprobaron después, se abrió de forma súbita y totalmente antinatural". En el informe, el único documento policial español en el que se detallan fenómenos sobrenaturales, también se describe la aparición de "una mancha de color marrón consistente" identificada como "babas", además de ruidos inexplicables en la terraza y la aparición de un crucifijo roto.
Poco antes, el 14 de octubre de 1992, el caso había llegado a ser protagonista de las noticias de Antena 3, espacio presentado por aquel entonces por Olga Viza, quien daba paso al video diciendo "Nosotros estuvimos en la casa y asistimos al momento en el que la médium entra en trance y es, supuestamente, poseída por los espíritus". En el reportaje en cuestión, el autoproclamado cazafantasmas Tristanbraker debía lidiar con una vidente en supuesto estado de posesión. Sí, exacto: un noticiario serio hablando de un caso paranormal, algo impensable hoy en día y se convertiría en el hazmerreír de la profesión.
El Caso Vallecas pasó a ser uno de los más importantes de la historia paranormal del país, habiendo sido investigado por multitud de especialistas en parapsicología, culminando en 2012 con una entrevista de Iker Jimenez a José Pedro Negri para 'Cuarto Milenio'. Podríamos estar hablando del caso paranormal más famoso si no fuera por el de las Caras de Bélmez, aquel que en 1971 convirtió la pequeña localidad jienense de Bélmez de la Moraleda en un lugar de peregrinación para los amantes de lo paranormal debido a las apariciones de unos supuestos rostros que surgieron entre el cemento del suelo de la cocina de María Gómez Cámara.
Si tenemos en cuenta que, por lo que al cine de terror se refiere, las historias con trasfondo real y basadas en hechos verídicos han vendido siempre, es raro que dentro de nuestra propia industria no se haya optado por explotar los elementos sobrenaturales que han llevado nuestro propio sello y han logrado calar en la cultura popular. Mientras que en los países anglosajones se encargaban de llevar a la pantalla el espeluznante caso de Amityville, exorcismos inspirados en la realidad como los de Emily Rose o en aquel en el que se basó levemente 'El exorcista' de William Friedkin, dentro de nuestras fronteras el terror pasó por copiar la fórmula de la Hammer durante el periodo del fantaterror y, podríamos decir, que los títulos genuinamente de terror con esencia española no llegaron hasta finales del siglo veinte, con la irrupción de Álex de la Iglesia y Jaume Balagueró en escena.
Hay que hacer un poco de introspección dentro de la historia del género para dar con algunos de los ejemplos de películas que, tomando como referencias elementos del folclore popular (refiriéndonos en todo caso a aquellos de corte paranormal), vinieron a plasmar en pantalla un imaginario que era nuestro y que no tomábamos prestado de lo que nos venía de fuera. En 1952, Arturo Ruiz Castillo presentaba 'La Laguna Negra', drama rural que bien podríamos clasificar como un Spanish Gothic basado en la leyenda que Antonio Machado presentaba en 'La Leyenda de Alvargonzález', romance incluido en 'Campos de Castilla' publicado en 1912. Poniendo como marco geográfico la Laguna Negra de Urbión, situada en la provincia de Soria, los versos narraban el parricidio llevado a cabo por hermanos rotos por la avaricia y ansiosos por recibir su herencia. El lugar, fuente de mitos y habladurías en torno a los misterios que alberga y al extraño ambiente que los viajeros decían respirar, es representado por Ruiz Castillo como emplazamiento puramente genuino en lo que a la España fantástica se refiere.
Siguiendo la estela de las leyendas, en 1971 Amando de Ossorio rendía su particular homenaje a 'La noche de los muertos vivientes' de George A. Romero con 'La noche del terror ciego', primer título de una tetralogía que tomaba como principal inspiración la de los caballeros Templarios de 'El Monte de las Ánimas' de Bécquer. Dado su exotismo, la película de convertía en objeto de culto por el mero hecho de hibridar un elemento puramente español con el cine de serie B en línea con el exploit surgido a partir del triunfo de la ópera prima de Romero.
Quedaba claro que los elementos propios de nuestra cultura popular podían ser un filón a explotar, y eso lo empezaremos a ver gracias a los ya citados Balagueró y De la Iglesia. El primero, representando una Barcelona oscura en la que las sectas de 'Los sin nombre' y 'Darkness' campan a sus anchas. El segundo, llevando la venida del Anticristo a la Gran Vía madrileña en la Navidad de 1995 en 'El día de la bestia'. Tendrán que pasar dos años para que el caso paranormal español por antonomasia se vea representado en el cine.
Gracias a Maria Barranco, el cineasta mallorquín Agustí Villaronga dirige en 1997 '99.9', título que toma como inspiración las Caras de Bélmez para acabar derivando en una obra de corte opresivo y malsano, con la brujería como trasfondo y una Terele Pávez magnánima, como representación de un arquetipo de la bruja relacionado con lo rural y, por ende, lo ancestral.
Hay que dejar claro que el argumento del film no viene a contarnos la historia de los rostros que surgieron en la casa de aquella mujer, sino que toma ese elemento como nexo entre el espectador y la ficción, una suerte de easter egg que está presente de forma anecdótica más que otra cosa.
Con la llegada del nuevo siglo, al otro lado del charco James Wan logra encontrar una nueva gallina de los huevos de oro que explotar: los casos "reales" del matrimonio Warren. Ed y Lorraine. Lorraine y Ed. El matrimonio de parapsicólogos más famoso de todos los tiempos. Los Iker Jiménez y Carmen Porter americanos (con la diferencia de que él es demonólogo y ella vidente). Antes del 'Expediente Warren' de 2013, ya había habido algunas adaptaciones de casos que ellos habían llevado a cabo. En 1991, una tv-movie llamada 'The Haunted' llevaba a la pantalla el caso de la casa poseída de los Smurl, un lugar que los Warren llegaron a proclamar habitado por un demonio que convirtió la vida de la familia en un infierno entre 1974 y 1989. Años más tarde, en 2009, 'Exorcismo en Connecticut' se basaba en un caso que habían investigado en 1986, el de la casa de los Snedeker, una antigua funeraria atormentada por la energía negativa derivada de los terribles actos de necromancia y necrofilia que allí se habían llevado a cabo años atrás.
El brutal éxito del primer 'The Conjuring', que se inspiraba en el asedio de la familia Perron por parte del espíritu de Batsheba Sherman, una bruja que había maldito la tierra antes de ser colgada en el siglo XIX, propició el inicio de una franquicia en la que ya hemos podido ver diferentes adaptaciones de casos famosos: desde el de la muñeca Annabelle al poltergeist de Enfield, pasando incluso por el de Amityville. ¿Ha sido esta especie de warrenmanía lo que ha propiciado el origen (y éxito) de 'Verónica'? Pues seguramente.
Teniendo en cuenta lo que a nuestra industria le gusta repetir esquemas, no es extraño que lo último de Paco Plaza llegue en un momento en el que esperamos con las nuevas desventuras de la muñeca maldita en 'Annabelle: Creation'. Pasó en los sesenta con la Hammer y el fantaterror. Se repitió en los ochenta cuando algunos cineastas españoles quisieron copiar la fórmula de los slashers estadounidenses. Y volvió a pasar a finales de los noventa con el resurgimiento de este subgénero, haciendo pasar por neoslashers a la sombra de 'Scream. Vigila quién llama' títulos tan guilty pleasure como 'School killer' o 'Tuno negro'. Sea como fuere, a principios de 2016 arrancaba la pre-producción de 'El expediente', el título con el que en un primer momento se bautizó a 'Verónica' y que toma como principal inspiración el Caso Vallecas.
En ella, Sandra Escacena se convierte en la protagonista, tomando como referente a la Estefanía Gutiérrez Lázaro cuya fotografía llegó a ser protagonista en los telediarios de los noventa. Ana Torrent se pone en la piel de su sufrida madre, una viuda esclava de su trabajo que debe tirar hacia adelante con sus cuatro hijos. La mayor de todos, Verónica, convertirá su propia existencia en una pesadilla después de utilizar la ouija durante un eclipse. Todo el conjunto de elementos puramente cotidianos que Paco Plaza logra plasmar en esta, su sexta película, la convierten en uno de los mayores ejemplos de terror que ha dado el cine español en años, sin nada que envidiar a la obra de cineastas que están en la vanguardia del horror como James Wan o Mike Flanagan, a quien Plaza se asemeja en su representación de aquello venido del otro lado. Y por si aún quedaba algún ápice de duda sobre la autenticidad de 'Verónica', Héroes del Silencio se convierte en la banda sonora que hará conectar a varias generaciones con una historia cuyo periplo internacional ha comenzado por ser proyectada en las sesiones de medianoche del Festival de Toronto.
No sabemos si su éxito propiciará la llegada masiva de adaptaciones de otros casos reales que han sacudido nuestra historia más reciente. Pero si hay que esperar tanto tiempo como el que ha pasado entre el film de Villaronga y este de Paco Plaza, al menos sabremos que la espera merecerá la pena, porque como '99.9', 'Verónica' es mucho más que una moda pasajera: es un hito. Y por ello, una excusa más para celebrar el estado actual del cine de género nacional.