Tras tres largometrajes algo irregulares ('El corazón del guerrero', 'El robo más grande jamás contado' y 'La caja Kovak') en los que su director parecía querer distanciarse del producto typical spanish, abarcando géneros prácticamente desconocidos para el panorama patrio como la fantasía y el cine negro, Daniel Monzón ha encontrado en 'Celda 211' un equilibrio largamente perseguido, en el que su particular concepción de cine nacional no se enfrenta con esa otra faceta más mainstream, comúnmente aplicable al cine procedente de Hollywood.
Con ello, 'Celda 211' resulta ser un producto que oscila con fortuna entre el drama, el thriller y la acción, aplicando un especial énfasis en estos dos últimos géneros, y obteniendo con ello un resultado verdaderamente loable, reconociblemente 'patrio' y, al mismo tiempo, fácilmente exportable al resto del mundo gracias a su condición de cine comercial de calidad.
Con un Luís Tosar simplemente inconmensurable, uno de los mayores méritos que cabe reconocerle al film de Daniel Monzón es el hecho de narrar un motín carcelario en clave entertainment poblándolo de personajes reconociblemente autóctonos como Releches o el Tachuela y reflejar, a un mismo tiempo, conflictos de primera actualidad nacional como la inmigración o la cuestión de los presos etarras, -o, ya mucho más sucintamente, aspectos menores como la precariedad tras los muros-, sin que ello recaiga en los topicismos más oriundos.
De este modo, Daniel Monzón firma un thriller carcelario altamente degustable, tan intenso en su vertiente comercial como verosímil en un desarrollo que avanza en constante in crescendo hasta alcanzar un clímax que, a pesar de resultar altamente predecible, mantiene el elevado listón del resto de su historia.