Pocos cineastas han logrado envolver en un halo de fascinación y belleza como el italiano Luchino Visconti, uno de los las grandes emblemas del cine europeo, que estuvo detrás de la realización de grandes obras maestras de la Historia del Cine como 'Rocco y sus hermanos', 'El gatopardo', 'La caída de los dioses' o 'Muerte en Venecia'. Pocas veces la palabra "hermosura" describe de forma tan exacta una filmografía completa.
Luchino Visconti di Modrone nació en Milán el 2 de noviembre de 1906 bajo el seno de una familia aristócrata, fue Conde de Lonate Pozzolo, una de las casas más antiguas de la Lombardía. Hijo del duque Giuseppe Visconti di Modrone y de Carla Erba, miembro de una familia de increíble poder industrial, desde niño, el futuro realizador supo cultivarse leyendo obras imprescindibles de la literatura y viendo teatro y, evidentemente, las primeras películas del nuevo arte del cinematógrafo. Vinculado desde muy joven al teatro La Scala de Milán, su destino parecía ir hacia una vocación artística.
El noble comunista que realizó delicadas obras maestras
Tras una temporada en la que estuvo enfocado en la hípica, fue gracias a Coco Chanel cuando tomó contacto con Jean Renoir, que le introdujo definitivamente en el cine. En 1943 estrenó 'Obsesión', después surgirían otras películas esenciales en el cine italiano como 'La tierra tiembla' o 'Senso', para después consagrarse con 'El gatopardo', considerada su obra cumbre en el cine.
Ganador de varios premios como León de Oro en Venecia, la Palma de Oro en Cannes y nominado a los BAFTA y a los Oscar, la filmografía de Luchino Visconti fue única, en la línea de otros grandes cineastas italianos como Michelangelo Antonioni, Pier Paolo Pasolini, Roberto Rossellini o Federico Fellini. Ejemplo para cineastas como Bernardo Bertolucci, Lina Wertmüller o, más recientemente, Luca Guadagnino, es momento de hacer un breve repaso por la filmografía de Visconti, así como por las temáticas constantes en sus largometrajes y otros datos interesantes.
El cine de Luchino Visconti, el aristócrata de la belleza
Sus inicios como pupilo de Jean Renoir
Su pasión por el cine llegó, sorprendentemente, de forma tardía. Tras haberse alistado en el ejército y haberse dedicado durante un lustro a la hípica, en 1935 se instala temporalmente en París, donde toma contacto con la élite cultural e intelectual de la época, escritores como André Gide o el autor y cineasta Jean Cocteau, el director de ballet Serguéi Diáguilev o la diseñadora Coco Chanel. Es precisamente Chanel la que le presenta al cineasta Jean Renoir, que será el que le introduzca en el cine.
Apasionado del teatro y, sobre todo, de la ópera desde su más tierna infancia, Visconti ve en el cine una nueva expresión artística con la que experimentar. Trabaja como asistente de dirección de Renoir en 'Los bajos fondos' (1936) y 'Una partida de campo' (1936). Además de convertirse en pupilo cinematográfico del realizador francés, también éste le introducirá en un círculo de intelectuales de izquierdas, muchos de ellos vinculados al Partido Comunista. Es más, Visconti hereda esa "conciencia social" del cine de Renoir, ya que se verá de forma más o menos evidente en su filmografía posterior.
'Tosca', su primera toma de contacto
Después de empezar a trabajar como asistente de dirección para Renoir, Visconti sigue su labor de aprendizaje siendo asistente de dirección en montajes teatrales y trabajando como escenógrafo. Para comprender más el cine, viaja a Grecia y a Estados Unidos, donde entró de lleno en el mundo de Hollywood. Sin embargo, en 1939 regresa a Europa por la muerte de su madre. Paralelamente, el régimen fascista de Italia creó en 1937 los estudios Cinecittà, con la intención de crear una industria cinematográfica que compitiese con la estadounidense, y también para hacer filmes de propaganda. Mussolini, para mostrar un gesto de buena voluntad con su vecina Francia, invitó a Renoir para que rodase en Italia la adaptación cinematográfica de 'Tosca', la ópera de Giacomo Puccini.
Para 'Tosca', Renoir volverá a contar con Visconti en la asistencia de dirección, además de ejercer como director artístico. En primavera de 1940, comienza el rodaje con Imperio Argentina, Rossano Brazzi y Michel Simon como protagonistas. Sin embargo, al poco estalla la guerra entre Francia e Italia, y Renoir debe renunciar a la dirección, delegando en el alemán Carl Koch, marido de Lotte Reiniger, directora de la aclamada 'Las aventuras del príncipe Achmed'. Visconti, que aparece acreditado solamente como director artístico, ejercerá también la labor de guionista.
Aunque después no quedase del todo satisfecho con el resultado final, 'Tosca' fue la primera toma real de contacto con el tipo de cine que, posteriormente, desarrollaría Visconti como cineasta, al tener elementos propios de la ópera (el realizador fue también director de ópera y teatro y utilizó temas operísticos en varios filmes como 'La tierra tiembla', 'El gatopardo', 'La caída de los dioses' o 'Muerte en Venecia') y verse un enfrentamiento contra el poder y la muerte como trágica solución.
'Obsesión', 'La tierra tiembla' y 'Bellísima', sus comienzos neorrealistas
Aún sin aparecer el neorrealismo italiano como tal, Luchino Visconti se adelantó con 'Obsesión', producida en 1943 y basada en la novela 'El cartero siempre llama dos veces' de James M. Cain. Protagonizada por Clara Calamai, Massimo Girotti y Juan de Landa, la película narra la vida de Giovanna, una mujer malcasada, frustrada por la insatisfacción de su matrimonio con un hombre viejo al que ni ama ni desea, que Visconti usó como metáfora de la Italia de la época. Al llegar un vagabundo al restaurante que regenta, empezará a vivir una tórrida aventura con él que desembocará en un plan para asesinar a su marido.
Según Ángel Riego en su estudio 'Cine y Música: Luchino Visconti' para la revista Filomúsica, influenciado por el realismo de Renoir, que entremezcló como el estilo del cine negro estadounidense, Visconti debuta en la realización con 36 años. Polémica, estrenada en plena dictadura fascista. En su estreno original, el filme fue secuestrado y se eliminaron varias escenas, destruyendo el negativo original debido a su mensaje "obsceno y depravado". 'Obsesión' pudo verse sin censura una vez caído el régimen de Mussolini.
Cinco años pasaron hasta que Luchino Visconti (durante ese tiempo se enfocó en la dirección de obras de teatro) volviese a la dirección cinematográfica con 'La tierra tiembla' (1948), ya dentro del neorrealismo italiano, Visconti se enmarca dentro de la época Roberto Rossellini, Michelangelo Antonioni o Giuseppe de Santis. Entremezclando ficción con documental, el resultado es excepcional. Adaptación libre de 'I Malavoglia' de Giovanni Verga, narra la historia de un pescador siciliano intenta salir del sistema explotador en el que se encuentra, para lograr ser un pescador independiente. Sin embargo, el sistema volverá a atraparle.
Su época neorrealista culmina con 'Bellísima' (1951), en la que Visconti hace un despiadado retrato del mundo del cine, mostrando de pleno la hipocresía y las ilusiones frustradas en la industria. Protagonizada por Anna Magnani, el filme está ambientado en los estudios Cinecittà y narra el duro proceso de casting para elegir a una niña para una película del director Alessandro Blasetti (que se interpreta a sí mismo). Maddalena, una mujer de barrio, intenta que su hija Maria sea la elegida, entrando en el duro mundo de la competencia sin escrúpulos. Aunque Visconti no abandonó del todo el neorrealismo, ya en sus siguientes largometrajes se mostraría una evolución natural en su cine, en la que reflexionará sobre la belleza y la estética.
'Senso', 'Noches blancas' y 'El gatopardo', el retrato de la alta sociedad
Realmente no hay una ruptura concreta estilística entre 'Bellísima' y 'Senso'. De hecho, entre los años 50 y 60, Visconti conjuga filmes de época, elegantes y de porte aristocrático, con otros más cercanos al neorrealismo inicial. Esta etapa empieza en 1954 con 'Senso', filme ambientado en el siglo XIX, que narra el amor prohibido entre Livia, una hermosa dama de la aristocracia italiana, con Franz, teniente del ejército austríaco. Su amor se vivirá entre la guerra que se libra entre sus dos países. Farley Granger y Alida Valli son los dos amantes protagonistas.
Visconti continuará con las pasiones imposibles con 'Noches blancas' (1957), adaptación de la novela corta homónima de Fiódor Dostoievski, con la que ganó el León de Plata en el Festival de Venecia y que ahonda en conflicto entre el amor idealizado y el mundano, protagonizada por Maria Schell, Marcello Mastroianni y Jean Marais, pareja sentimental y musa de Jean Cocteau. Tanto 'Noches blancas' como su siguiente filme, 'Rocco y sus hermanos' (1960) están más cercanos al neorrealismo que 'Senso' o 'El gatopardo', del que se hablará más adelante. En 'Rocco y sus hermanos', Visconti narra cómo Rosaria (Katina Paxinou) debe emigrar con sus cuatro hijos desde su Basilicata natal, en el sur de Italia, hasta el norte, en Milán, donde se reunirán con el hijo mayor de Rosaria, Vincenzo (Spiros Focás). La tragedia familiar llegará cuando Rocco (Alain Delon) y Simone (Renato Salvatori) se enamoren de la misma mujer, Nadia (Annie Girardot), una prostituta de la zona.
Y tras 'Rocco y sus hermanos', Visconti realizará su gran obra maestra, 'El gatopardo' (1963). Aquí, el cineasta ya deja ver sus ambiciones de gran producción, cercano a la estética operística, puesto que ya en esta época era un afamado director de ópera también. Ambientada en el siglo XIX, en plena época de unificación de Italia, en Palermo vive Don Fabrizio, príncipe de Salina (Burt Lancaster), que tras la invasión de Sicilia por parte de las tropas de Garibaldi en 1860, decide refugiarse con su familia en la casa de campo que tiene en Donnafugata, para evitar los disturbios. Al lugar le acompañará su sobrino, Tancredi Falconeri (Alain Delon), que simpatiza con el movimiento por la unificación, también estará Angelica (Claudia Cardinale). Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Canes, es el mejor exponente del cine de Visconti, al mostrar la decadencia de la aristocracia en pos del surgir de una burguesía que refleja el poder del pueblo.
Esta etapa culminará con 'Sandra' (1965) y 'El extranjero' (1967). En la primera, adaptación libre de la Electra de Sófocles, vuelve a contar con Claudia Cardinale para narrar un filme en retrospectiva que muestra cómo Sandra, la protagonista, rememora su infancia al volver a su pueblo en la Toscana. El filme logró el León de Oro en el Festival de Venecia. Más reflexivo será 'El extranjero', con Marcello Mastroianni y Anna Karina, adaptación de la novela homónima de Albert Camus, que narra cómo un hombre francés mata a otro argelino en Argelia. Filme que servirá como puente para la siguiente etapa de Visconti al hacer una reflexión sobre la culpa y la corrupción moral, algo que volvería a tocar en su siguiente largometraje.
'La caída de los dioses', 'Muerte en Venecia' y 'Ludwig', la oda de la trágica decadencia
'La caída de los dioses' (1969) plantea la reflexión moral que ya fue mostrada en 'El extranjero', solo que de forma más extensa, en la que la corrupción moral se apodera de la decadente familia aristócrata protagonista, los Essenback, que Visconti la ligará al nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Filme de tintes trágicos, su título hace referencia a la ópera 'El ocaso de los dioses' de Wagner, sorprende al mostrar que los miembros más inocentes de la familia, los niños, así como también los que rechazan apoyar al nazismo, mueren, mientras que los se corrompen, sobreviven. Ambientada entre la noche del incendio del Reichstag en febrero de 1933 y la Noche de los Cuchillos Largos, Visconti ofrece la mirada más inhumana de la sociedad, aquella que consumió a la propia Alemania.
Quizás sin querer, 'La caída de los dioses' se convirtió en la primera entrega de una trilogía temática que continuó con 'Muerte en Venecia' (1971) y culminó con 'Luis II de Baviera' (1972). Ya que, justamente, son estos dos filmes los que continúan en la filmografía de Visconti. El primero está basado en la novela homónima de Thomas Mann y narra cómo un maduro compositor, Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde), abadona Múnich para instalarse en Venecia, donde intentará superar sus problemas de depresión. En el lujoso hotel del Lido, se enamorará perdidamente del adolescente Tadzio (Björn Andrésen), un bello efebo polaco que se hospeda con su familia en el hotel. De belleza sobrecogedora, Aschenbach irá obsesionándose con la hermosura del efebo, al que nunca hablará, solo lo admirará desde lejos. En paralelo, una epidemia de cólera azota a la ciudad. Filme hecho con elementos propios del Romanticismo, la admiración de la belleza hasta fatales consecuencias. Visconti utilizó la música de Gustav Mahler, postromántico, para evitar comparaciones posteriores con la ópera de Benjamin Britten, que empezó a componerse al poco del estreno de la película y que salió a la luz en 1973.
La trilogía finaliza con 'Luis II de Baviera', en la que Helmut Berger (el gran amor del cineasta y su más inspiradora musa) se mete en la piel del llamado "rey loco", Luis II de Baviera. Con música de Jacques Offenbach, Visconti recrea la vida del monarca, desde su aceptación de la Alemania unificada, pasando por su mecenazgo a Wagner (compositor varias veces referenciado en la filmografía viscontiniana), así como la construcción de varias castillos como el de Baviera o el Neushwanstein. El cineasta abarca también la oscura muerte de Luis II, en la que se desmarca de la versión oficial del suicidio, de la que históricamente se tienen muchas dudas. Como nota curiosa, en el filme aparece Romy Schneider como la emperatriz Sissi, un personaje que marcó el inicio de su carrera y que retomó en el filme de Visconti por su amistad con el realizador.
Sus dos últimas películas, 'Confidencias' y 'El inocente' continúan con su visión sobre la decadencia y el fin de la aristocracia y la alta burguesía. En la primera se reencuentra con Burt Lancaster, que da vida a un profesor estadounidense jubilado con una vida solitaria en un suntuoso palacio romano. En la segunda, ambientada en el siglo XIX, Visconti, muestra a un matrimonio atrapado en celos y locuras, con un desenlace que simboliza la metáfora del fin de la nobleza. Tristemente, 'El inocente', basada en la novela homónima de Gabriele D'Annunzio, fue el testamento póstumo del director, que falleció en marzo de 1976, dos meses antes del estreno del que fue su último filme.
La élite vs. El pueblo
Una vez comentadas sus tres etapas, con sus 14 largometrajes, toca analizar los temas recurrentes del cine de Luchino Visconti. Según Alfonso R. Felipe López, de la CEU San Pablo, en su estudio 'Reflexión sobre el cine de Visconti desde el estudio de su narrativa audiovisual', publicado en la Revista de la SEECI, de la Universidad Complutense de Madrid, uno de los principales temas en el cine de Visconti es la decadencia, haciendo especial hincapié en el ocaso de la aristocracia y la alta sociedad.
Aquí es donde se evidencia su propia ideología. Visconti, pese a sus orígenes aristocráticos, fue un hombre que simpatizó con el marxismo, al Partido Comunista siempre lo defendió, incluso lo apoyó con producciones documentales como 'Jornadas de gloria'. De ahí, que el cineasta contraponga la decadencia de la nobleza con la llegada de la burguesía por un lado, o de la victoria del pueblo, de los ciudadanos de a pie, frente a una élite que desea mantener un tipo de despotismo ilustrado. Eso es algo que se muestra en varias películas suyas, como 'El gatopardo', 'La caída de los dioses' o 'El inocente', con elegantes y majestuosos palacios que son sinónimo de épocas de antaño y que pueden esconder perversión detrás de la virtud. En 'Muerte en Venecia', aprovecha para mostrar las propias contradicciones del burgués, representadas en el compositor deprimido.
La llegada de nuevas ideas, de una terrible enfermedad (que mata dando igual la clase social), una revolución o el ascenso de poderes radicales ponen en tensión a la clase acomodada en sus películas. Es más, no hay que olvidar que su referencia inicial fue la de Jean Renoir, cineasta muy comprometido socialmente, además de haber tenido que vivir bajo el yugo del fascismo de Mussolini. De hecho, antes de narrar historias épicas, trágicas pero llenas de belleza y virtud, Visconti fue uno de los primeros realizadores del neorrealismo italiano que mostraba las consecuencias más directas de la Segunda Guerra Mundial, en la que la hambruna, la pobreza y las heridas abiertas son las que pesan sobre la sociedad italiana, como se vio en 'Obsesión' o 'La tierra tiembla'.
De ahí que su contraposición entre aristocracia y pueblo sea interesante, ya que el cineasta evita maniqueísmo, algo más propio del cine contestatario de R.W. Fassbinder, posterior a Visconti. También vale la pena resaltar que su contraposición aristocracia y pueblo en sus películas también son metáfora de la Italia del Norte (más rica y abiertamente clasista) y la Italia del Sur (pobre y sin recursos). No obstante, el cineasta muestra luz de esperanza cuando los cambios son a favor de evolución democrática, como sucede con 'El gatopardo'.
La turbiedad de los lazos familiares
Felipe López hace referencia como temas habituales de Visconti la madre, el niño y la familia, analizándolo desde perspectivas separadas. Sin embargo, todo se puede englobar en el análisis de los lazos familiares, en los que el cineasta se atreve a explorar el lado más turbio de la familia, atreviéndose a mostrar a la madre como figura tóxica, relaciones incestuosas, la traición entre hermanos o la familia como metáfora de decadencia moral y corrupción.
Por ejemplo, en 'Rocco y sus hermanos', Visconti simboliza la traición entre hermanos (inspirándose en el relato bíblico de 'Caín y Abel') como forma de "venderse al capitalismo" el que una familia se traslade del campo a la ciudad y que dos de los hermanos se reten por el amor de una manceba. O en 'La caída de los dioses', en la que se ve la degeneración de una familia de la alta burguesía en paralelo con el ascenso del nazismo en Alemania, en la que se aprovecha para mostrar al heredero avaricioso, la pedofilia, las relaciones incestuosas y la imagen del padre ausente y la madre manipuladora. En 'La tierra tiembla', la familia es sinónimo de pueblo oprimido por una fuerza exterior que la explota, mientras que en 'El gatopardo', simboliza el miedo de una clase privilegiada ante la llegada de una nueva clase que tendrá el poder.
Aunque no todo es turbio en los lazos familiares que muestra Visconti. En 'Bellísima', la madre rectifica de sus propios errores al ver humillada a su hija. En 'Muerte en Venecia', la madre es sinónimo de serenidad y sosiego o en 'Rocco y sus hermanos', en la que el niño pequeño de la familia ofrece una luz de esperanza en medio de la tragedia.
El sexo y los deseos ocultos
El sexo, el deseo por lo prohibido, otro leitmotiv constante en la filmografía de Visconti. Normalmente, mostrado con consecuencias trágicas o que acaban degenerando en la moral de sus protagonistas. Ya lo muestra en su ópera prima, 'Obsesión', en la que una mujer malcasada planea el asesinato de su marido con su amante vagabundo. El desencadenante trágico de 'Rocco y sus hermanos' es por el amor no correspondido, que deriva en un deseo de posesión sexual no consentido, que termina con Simone violando y matando a Nadia, la mujer que lo cambió por su hermano.
Es más evidente en 'La caída de los dioses', al tratar Visconti temas polémicos y muy sórdidos como la pedofilia, las relaciones incestuosas y mostrar el travestismo como sinónimo de decadencia, al ver en la película a Helmut Berger disfrazado de Marlene Dietrich en 'El ángel azul'. De forma más romántica, en la que lo sexual es más subliminal, se muestran los amores imposibles en 'Senso' y 'El gatopardo'.
Evidentemente, la homosexualidad es otro tema constante en la filmografía de Visconti. El cineasta era abiertamente homosexual, siendo Helmut Berger su gran amor y el que lloró desconsoladamente la muerte del cineasta en 1976. Y, al igual que los deseos sexuales prohibidos antes narrados, sus personajes homosexuales están atormentados, quizás como reflejo del propio cineasta, cuya época no fue precisamente "muy gay-friendly". En 'La caída de los dioses' hay referencias en la mítica escena, antes nombrada, de Berger travestido como Marlene Dietrich en la cena del cumpleaños de su abuelo, miembro de la alta burguesía alemana.
En 'Muerte en Venecia', el deprimido Aschenbach cae rendido ante la hermosura del efebo Tadzio, en el que Visconti plasma como belleza perfecta la de un precioso joven andrógino, que se convierte en una especie de ángel de la muerte para el compositor, que cae rendido ante semejante belleza, dejándose embriagar hasta la muerte por la imagen del joven a lo lejos, puesto que en ningún momento interactúan el compositor y el adolescente. Historia propia de Thomas Mann, tanto en el filme como en la novela se muestra la represión del propio protagonista a hacia sus deseos homosexuales.
No hay que olvidar a 'Luis II de Baviera', el "rey loco", que se enamoraba perdidamente de hombres apuestos, en su correspondencia se supo cuál era su verdadera orientación sexual, y que, según varias copias de sus diarios personales, luchó durante varios años con su homosexualidad. Es más, su aparente suicidio siempre tuvo las sospechas de ser, realmente, un asesinato, en el que se creen que estaban detrás intrigas por hacerse con el trono u homofobia. No hay que olvidar que sus excentricidades le llevaron a ser catalogado por "enfermo mental" y entre las supuestas evidencias, estuvo su orientación sexual.
Pasión por la literatura, el teatro y la ópera
Como bien se sabe, Luchino Visconti fue también director de teatro y de ópera, además de un afamado escenógrafo. De hecho, nueve de sus 14 películas estuvieron basadas en novelas o relatos cortos, entre los que destacaron 'Obsesión' ('El cartero siempre llama dos veces', de James M. Cain), 'La tierra tiembla' ('I Malavoglia' de Giovanni Verga), 'Noches blancas' (Novela corta homónima de Fiódor Dostoievski), 'Muerte en Venecia' (novela homónima de Thomas Mann) o 'El extranjero' (Novela homónima de Albert Camus). Además, en varios de sus filmes hace referencia a novelas de Proust, Joyce, como también de obras de teatro de Shakespeare.
La figura operística y de la música clásica es otra de sus habituales en su cine y lo es desde sus inicios como director artística de 'Tosca', película basada en la ópera homónima de Giacomo Puccini. En su primer largometraje, el marido de Giovanna canta el aria de Germont 'Di Provenza', del segundo acto de 'La Traviata' de Giuseppe Verdi. En 'Bellísima', la música proviene de la ópera 'El elixir del amor' de Gaetano Donizetti. En 'Senso', el compositor Nino Rota (famoso posteriormente por la banda sonora de 'El Padrino') se encargó de adaptar la Sinfonía No. 7 de Antón Bruckner. Mientras que 'La caída de los dioses' hace referencia a la ópera 'El ocaso de los dioses' de Richard Wagner, compositor del que se hablará también en 'Luis II de Baviera'. La música de Gustav Mahler será la que Visconti utilice para mostrar la belleza de 'Muerte en Venecia'.
La delicadeza, la belleza y la estética como sumo culmen del arte
En su reflexión, Felipe López escribe sobre el cine de Visconti: "El gusto por lo bello, el paso del tiempo, la muerte, la soledad". Efectivamente, los largometrajes del realizador evocan a un tiempo que pasó y están llenos de colores, belleza y majestuosidad. Incluso en sus largometrajes neorrealistas, se siente un gusto por la estética, quizás en su vertiente más austera.
Sin embargo, al igual que sucedió en sus trabajos teatrales y operísticos, el realizador buscaba "el espectáculo total". Si en sus obras de teatros innovó, en 'Crimen y Castigo' llegó a poner acróbatas durante un diálogo entre Raskólnikov y Marmeladov y en la adaptación de 'Como gustéis' de William Shakespeare utilizó decorados del español Salvador Dalí (una figura de rechazo por ciertos sectores de la izquierda italiana), el llevar la música de compositores clásicos a escenas, uniéndose a su detalle por los encuadres y la iluminación de las escenas, dotaron a su obra de una belleza inusual, poco vista en la Historia del Cine y que hicieron a su filmografía única.
En lo referente a lo estético, destacan especialmente 'El gatopardo', cuidada hasta el mínimo detalle, considerado "el largometraje más hermoso del mundo" por la revista Time y uno de los mejores largometrajes hechos en la historia por Martin Scorsese. También 'Muerte en Venecia', cuya belleza lleva a la muerte al protagonista, símbolo de decadencia; como también 'La caída de los dioses' o 'Luis II de Baviera', cuidadas adaptaciones que muestran, una la perversión y degeneración y la otra la locura y la pasión.
Sus actores habituales y su musa
Como todo buen cineasta que se precie, Luchino Visconti tenía sus actores habituales, intérpretes fetiche en su cine, que supieron captar el carácter y la esencia del realizador. Uno de ellos es Massimo Girotti, que apareció ya en 'Tosca' y que colaboró con el cineasta en 'Obsesión', 'Senso' y 'El inocente'. A la famosa actriz Anna Magnani le dirigió en 'Bellísima' y en el corto que Visconti realizó dentro del filme 'Nosotras las mujeres', en el que participaron varios cineastas.
Otro habitual fue Marcello Mastroianni, que aparece en 'Noches blancas' y 'El extranjero'. A Dirk Bogarde le dirigió en 'La caída de los dioses', donde apareció también Charlotte Rampling, y en 'Muerte en Venecia'. Silvana Mangano también apareció en 'Muerte en Venecia', además de aparecer también en 'Luis II de Baviera' y 'Confidencias'. Claudia Cardinale estuvo primero en 'Rocco y sus hermanos' y posteriormente en 'El gatopardo' y 'Sandra'.
También hubo otros actores como Alain Delon, que protagonizó 'Rocco y sus hermanos' y 'El gatopardo' o el estadounidense Burt Lancaster, al que se le vio en 'El gatopardo' y 'Confidencias'. También Umberto Orsini, al que se le vio en 'La caída de los dioses', pero que participó en varias obras de teatro dirigidas por Visconti, como también Vittorio Gassmann o Franco Zeffirelli, otro de los directores más importantes del cine, teatro y ópera en Italia. Como nota aparte, hay que destacar que Visconti convenciese a Romy Schneider para volver a interpretar a Sissi Emperatriz en 'Luis II de Baviera'.
Aunque, el actor que más marcó a Visconti fue Helmut Berger, su gran amor y amante. El intérprete austríaco, de belleza misteriosa y rubio como la miel, protagonizó 'La caída de los dioses' y fue también "el rey loco" en 'Luis II de Baviera', un papel que parecía que el cineasta había adaptado por su amor y musa. Su último trabajo juntos fue 'Confidencias'. La muerte del cineasta lo dejó completamente destrozado. Considerado su viudo, el actor se sumió en una profunda depresión y estuvo a punto de suicidarse cuando se cumplió el primer aniversario de la muerte de Visconti.