Los amantes de la animación hace muchos años que estamos en una especie de celebración constante. Un entusiasmo justificado por el amplísimo catálogo de joyas y obras maestras que el género nos ha ido regalando en las últimas décadas y que hace que le demos, al menos, una oportunidad a cada uno de sus estrenos anuales. A veces, claro, nuestras expectativas terminan por los suelos al encontrarnos con trabajos menores, pero cuando acierta, y eso ocurre con muchísima frecuencia últimamente, no podemos más que disfrutar como enanos. Si uno intenta elaborar una lista de principales culpables para esta (bendita) situación, Pixar aparece la primera, pero conviene remarcar los paralelismos entre la obra de Lasseter y compañía y la de la productora Laika. Unos, usan las últimas tecnologías para obrar milagros; la otra, se sirve del stop motion, alcanzando cimas similares en las virtudes, distintas en los conceptos y naturaleza.
Al igual que ocurre con Miyazaki y su devoción por el dibujo más clásico y tradicional, Laika es uno de esos territorios sagrados que, aceptando desarrollar un trabajo que les llevará mucho, muchísimo más tiempo y dedicación, cumplen siempre con lo que se espera de ellos. Y eso es la excelencia. Con solamente cuatro largometrajes a sus espaldas, el estudio estadounidense situado en Portland, ha conseguido un estatus que cuenta con el beneplácito de crítica, público y especialistas, compañeros de sector que alaban cada una de sus propuestas, que destacan sus virtudes, que se quedan boquiabiertos con sus destrezas. El tono adulto de sus películas, en algunos casos mucho más destacado que en otros, sirve también para llegar a un abanico más amplio de espectadores, especialmente aquellos apasionados por el género.
A continuación, intentamos señalar las claves que han llevado a Laika hasta aquí, en un estado envidiable de forma que nos hace soñar, y desear con impaciencia, un futuro repleto de éxitos, de aventuras arriesgadas, alejadas de zonas de confort y tópicos. Sus mejores argumentos, evidentemente, se resumen en sus películas, pero a continuación se complementan con otros elementos esenciales para entender su universo, su obra y su alcance final.
Laika en 6 claves
'Los mundos de Coraline'
Recordar 'Los mundos de Coraline' trae consigo una noticia buena y otra mala. La primera de ellas, hay que ser positivos, es que el director Henry Selick consiguió su segunda obra maestra, tras 'Pesadilla antes de Navidad', con esta adaptación de la novela de Neil Gaiman. La mala, que el mismo año de su estreno, 2009, Selick abandonaba el estudio tras los últimos cambios de dirección que había sufrido Laika. Todo esto, combinado con las pocas facilidades que el director estaba encontrando para llevar a cabo su siguiente película y las alternativas que le estaba ofreciendo el estudio, poco atractivas bajo su punto de vista, ocasionaron la marcha de uno de esos genios que uno debería mantener siempre a su lado.
Sin embargo, miremos el vaso medio lleno y quedémonos con el resultado memorable que tuvo el primer largometraje de Laika, capaz de combinar a la perfección las personalidades de Selick y Gaiman. 'Los mundos de Coraline', nominada al Oscar a Mejor Película de Animación, encontró una respuesta tibia por parte de la taquilla, ya que se trataba de una propuesta más cercana al terror que al cine infantil en el que parecía enmarcado, pero aquellos que se acercaron a ella se encontraron una joya llena de melancolía, belleza visual y personajes inolvidables. Aún hoy, la cima de Laika.
'El alucinante mundo de Norman'
Tres años después de conocer a la maravillosa Coraline, y tras muchas idas y venidas en el seno del estudio, Laika nos presentaba a Norman, un joven con capacidad para hablar con los muertos que debe sobrevivir a la legión de zombies que asedian su pueblo. Para ello, contará con la inestimable ayuda de un grupo de seres tan marginados y encantadores como él, quienes, además de evitar que muertos vivientes se coman sus cerebros, deben resistir los ataques de ignorancia y estupidez del mundo adulto que les rodea. Un punto de partida menos arriesgado que el de 'Los mundos de Coraline', pero del que Laika supo sacar el mayor partido posible.
De esta forma, 'El alucinante mundo de Norman' entró por la puerta grande en las listas de lo mejor de aquella cosecha cinematográfica de 2012, suponiendo un sobresaliente soplo de aire fresco en un año al que, exceptuando '¡Rompe Ralph!', carecía de propuestas animadas de altura. De nuevo, nominación al Oscar conseguida, críticas entusiastas y una recaudación aceptable, a secas, para una estupenda película que merecía mayor repercusión en taquilla y que el tiempo se ha encargado de situar como la joya que siempre fue.
'Los Boxtrolls'
'Los Boxtrolls', penúltimo largometraje de marca Laika, se puede dividir en varias características esenciales para entender su naturaleza, (muchas) virtudes y (pocos) defectos. Adaptando una novela de Alan Snow, los directores Graham Annable y Anthony Stacchi, nos trasladan hasta Cheesebridge (Puentequeso), ciudad ubicada en la época post victorinana, para presentarnos a unos pequeños monstruos que viven en las alcantarillas y salen por la noche para robar quesos y niños. Tal cual. En esta ocasión, y a pesar de su punto de partida, nos encontramos ante la propuesta más infantil de la trayectoria del estudio.
Puede que pesara el interés comercial por encima del riesgo creativo que había sustentado la valía de sus dos películas precedentes, pero lo cierto es que 'Los Boxtrolls' se beneficia de ese aroma de cuento clásico y tradicional para alcanzar una ternura ausente en las historias de Coraline y Norman. Muchos echaron de menos una mayor oscuridad en el relato, pero a cambio se encontraron con un buen puñado de escenas maravillosas, combinaciones perfectas entre fondo y forma. Y, como no hay dos sin tres, Laika consiguió una nueva nominación al Oscar, reiterando el cariño que la industria y la crítica sienten por cada una de sus obras.
Oscuridad
Dentro del género de la animación, siempre ha existido un sector más orientado hacia el mundo adulto, hacia la oscuridad visual y narrativa, hacia el riesgo perfectamente asumido de perder parte de su público objetivo a favor de una mayor profundidad dramática. Y Laika, desde sus comienzos, tomó esta decisión, con todas sus consecuencias. ¿Cuáles? Taquillas siempre moderadas, alejadas de los grandes éxitos de rivales como Pixar o DreamWorks, por poner dos ejemplos. Sin embargo, entre los factores positivos que aporta una filosofía de estas características están las críticas positivas que se obtiene si cumples tu función a la perfección, consiguiendo que los menores se lo pasen bien desde un punto de vista puramente visual, pero llegando a mayor cantidad de espectadores adultos, quienes agradecen con especial entusiasmo que se les trate con respeto, contándoles historias inteligentes que, además, permiten una reflexión sosegada después de abandonar la sala de cine.
Salvo la citada excepción que supuso, en cierta forma, 'Los Boxtrolls', tanto 'Los mundos de Coraline' como 'El alucinante mundo de Norman', consiguen contentar a todo tipo de público, aunque los más pequeños tengan que taparse los ojos en determinados momentos. Un peaje que Laika paga encantada para que, el resto, podamos seguir hipnotizados con sus imágenes, personajes e historias.
El arte del stop motion
Existen pocas técnicas cinematográficas más exigentes, por no hablar de la paciencia que se requiere para su consecución, que el stop motion. Dividido en dos grandes ejes, el que se sirve de la plastilina o cualquier otro elemento maleable y el que utiliza objetos rígidos, estamos ante uno de los métodos más maravillosos que tiene el cine para contar historias. Laika lo sabe, y establece sobre él su principal virtud, el cariño, respeto y pasión hacia una técnica que nació en 1906 y que ha conseguido ir depurándose y evolucionando sin perder ni un ápice de su capacidad de fascinación. Capaz de generar escenas inolvidables que elevan su valor narrativo gracias a él, el stop motion sigue siendo un ejercicio especialmente laborioso para aquellos enamorados que continúan apostando por él. Y los genios que forman parte de Laika son un ejemplo perfecto de ello. Probablemente, todos los largometrajes del estudio funcionarían igual de bien si hubieran sido elaborados de otra forma, pero la belleza plástica que les aporta el stop motion es algo que les distancia de la mayoría del resto de propuestas animadas, poniéndoles a la altura, exclusivamente de la, también imprescindible, obra de Aardman Animations. Un canto de amor al detalle, a la implicación, a la dedicación de contar historias segundo a segundo.
Presente y futuro
Ahora que, ya sí, Laika parece alejada de los cambios directivos y problemáticas internas y plenamente centrada en la producción de largometrajes que apuestan por el stop motion como motor artístico, solamente nos queda relajarnos y disfrutar. Su última propuesta, 'Kubo y las dos cuerdas mágicas', nos lleva hasta un Japón fantástico para contarnos una historia de espíritus pasados, venganzas milenarias y armaduras mágicas que supone un salto importante en el acabado visual, mucho más complejo y arriesgado, con unos trazos más atípicos y una influencia de la tradición oriental que parece casar a la perfección con las inquietudes del estudio.
En lo que respecta al futuro, nada de incertidumbres y esperas. Salvo sorpresa de última hora, 2018 nos traerá 'Goblins', el desembarco del director Mark Gustafson, quien ya ha demostrado su talento con sus tres cortometrajes previos y que espera dar un golpe sobre la mesa con su visión de Pinocho que, en colaboración con Guillermo del Toro, llegará a nuestras carteleras el año que viene. 'Goblins', basada en un libro de Philip Reeve, está protagonizada por Skarper, un joven duende que, acompañado por otros seres como él, deberá formar parte de una batalla que enfrentará, entre otros, a gigantes, trolls, monstruos del pantano y árboles guerreros. En definitiva, dos propuestas tan diferentes como apasionantes, con las que Laika espera asaltar definitivamente las taquillas de todo el mundo, una vez que se encuentra perfectamente establecida en un lugar de lujo dentro de la liga de las estrellas de la animación.